La sexualidad sigue considerándose tabú en la mayoría de países, y por ello seguimos, aun hoy en el siglo XXI, con dudas al respecto, que son mayores en lo que a la mujer se refiere. La doctora Jen Gunter, una de las más reconocidas ginecólogas del mundo, acaba de publicar un libro titulado La biblia de la vagina (Cúpula) en el que desmota las falsedades y los silencios que oscurecen la sexualidad femenina.
"Los profesionales de los medios y los influencers conectan con esos miedos inconscientes mediante contenidos y productos pensados para prevenir el desastre vaginal, como si la vagina (que evolucionó para dilatarse y rasgarse al dar a luz mucho antes de que se inventara el material de sutura) fuera una pieza delicada siempre al borde de la catástrofe. Llevo treinta y tres años dedicada a la medicina y soy ginecóloga desde hace veinticuatro. Han llegado a mis oídos las dudas de muchas mujeres y conozco las preguntas que se plantean así como aquellas que les gustaría formular pero no saben cómo hacerlo", asegura la autora. A continuación recogemos algunos fragmentos del libro que nos han parecido interesantes y seguro que a ti también.
Qué es el flujo o la mucosa vaginal y por qué existe
La mayoría de hombres aún hoy no sabe por qué su pareja utiliza salvaslips si no tiene la menstruación, así como muchas mujeres no están seguras de si su flujo es normal o abundante y ni siquiera saben por qué se produce. Salimos de dudas.
"La mucosa (piel) de la vagina consta de unas veintiocho capas de células. Igual que la vulva, cuenta con una capa de células basales que fabrican constantemente otras nuevas. Sin embargo, a diferencia de las de la vulva, las células de la vagina contienen glicógeno, una reserva de azúcar. También tienen menos
queratina que las células vulvares, motivo por el cual la vagina es menos impermeable que la vulva. Esta característica provoca que una pequeña cantidad de fluido escape del torrente sanguíneo y se filtre entre las células de la vagina para formar parte del flujo. Dicho fluido se conoce como trasudado. La menor impermeabilización implica también que algunas sustancias se puedan filtrar por la vagina al torrente sanguíneo", escribe Gunter.
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La mucosa vaginal se regenera con mucha más rapidez que la piel de la vulva; y fabricamos una nueva membrana cada noventa y seis horas. Sucede así por varias razones de tipo biológico:
- Fricción: por más suave que sea el roce del dedo, el juguete, la lengua o el pene, la fricción desprenderá la primera capa de células, que debe ser reemplazada a toda prisa. Si las relaciones heterosexuales provocaran daños internos prolongados, la capacidad de procrear se podría ver gravemente mermada.
- Nutrición para el ecosistema: la capa de células más superficial se desprende cada cuatro horas aproximadamente en las mujeres en edad reproductiva. Esas células muertas transportan azúcar en forma de glicógeno (formado de miles de moléculas de glucosa), que alimenta a las bacterias encargadas de la salud vaginal. Hasta un 3 por ciento de las secreciones vaginales son glicógeno.
- Control de las bacterias nocivas: las células muertas que flotan en la vagina hacen la función de señuelo. Son las primeras en recibir a las bacterias patógenas (potencialmente perjudiciales). Si esas bacterias se adhieren a las células muertas que fluctúan en libertad, abandonan el cuerpo en forma de flujo vaginal.
¿Cuánto flujo es lo normal? La vagina suele producir entre 1 y 3 ml de flujo en 24 horas, pero hasta 4 ml se considera normal. A modo de orientación, 4 ml sería un salvaslip empapado.
Por qué tanta obsesión con la limpieza de la vagina
También llama la atención que hay decenas de anuncios publicitarios que aluden a la limpieza de la vagina y ni una sola a la del pene ni los testículos. ¿Por qué sucede esto y de dónde viene? La ginecóloga lo aclara: "La obsesión por la pureza y la limpieza del tracto reproductivo femenino se remonta a una
época en que el valor de la mujer se medía por su virginidad y por la cantidad de hijos que
fuera capaz de engendrar. La vagina y el útero eran moneda de cambio. Apelar a esas nociones provoca reacciones instintivas. Por eso, no es de extrañar que las palabras 'puro', 'natural' y 'limpio' se empleen con tanta frecuencia en los anuncios de productos femeninos".
Por qué se sabe tan poco del clítoris
Del clítoris aun hoy hay muchos aspectos que se desconocen, lo que llama la atención. ¿Por qué este vacío de información? Gunter asegura que si retrocedemos en el tiempo, médicamente hablando, descubriremos que "los médicos varones rara vez llevaban a cabo exámenes pélvicos a las mujeres ni diseccionaban siquiera cadáveres femeninos, por cuanto se consideraba inapropiado o poco delicado que un hombre tocara a una mujer fuera de las relaciones matrimoniales".
Y como las médicas no existían, todo lo que aparece sobre las mujeres en los antiguos manuales de medicina y que aprendieron los primeros facultativos está basado en las informaciones que las mujeres y las comadronas ofrecían a los médicos, que a su vez interpretaban esa información como mejor les convenía. "Buena parte de los antiguos galenos, seguramente como tantos otros hombres de la época, apenas sabían cuál era la función del clítoris y es probable que le restaran importancia, un hecho que contrasta sobremanera con la gloria anatómica del pene".
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El interés por el clítoris surgió alrededor del año 1000 a. C., con los médicos persas y árabes, pero habida cuenta de las restricciones que impedían a los estudiosos de la medicina tocar a una mujer desnuda o incluso un cadáver femenino, avanzaban despacio. Ya hacia finales del siglo XVII, las descripciones de la anatomía femenina, incluido el clítoris, empezaron a ser bastante exactas." Algunos de los anatomistas que protagonizaron esos avances han sido inmortalizados a través de los nombres de las estructuras que tan concienzudamente describieron: Gabriele Falloppio (trompas de Falopio; también inventó el primer el primer preservativo y lo estudió en un ensayo clínico) y Caspar Bartholin (glándulas de Bartolino)", cuenta Gunter.
Otros mitos y bulos
En el libro también se recogen multitud de mitos y bulos que existen alrededor de la vagina y la sexualidad femenina, como estos tres:
- Usar ajo para las infecciones por hongos: "No, el ajo contiene alicina y, en el laboratorio, no ha demostrado ninguna propiedad antilevaduras. Para liberar la alicina hay que machacar el ajo y la mera idea de introducirme un diente troceado en una mucosa vaginal inflamada me induce a cruzar las piernas. No tenemos ni idea de si el ajo cura, daña la mucosa o acaba con las bacterias beneficiosas, así que cíñete a los tratamientos científicamente probados".
- La píldora engorda: "Varios estudios han demostrado que no hay relación entre la toma de la píldora anticonceptiva y un peso más elevado. Cierto estudio llegó a comparar a un grupo de mujeres que empezaba a tomar la píldora anticonceptiva con otro que había optado por el DIU. Ambos grupos ganaron la misma cantidad de peso. Tal vez la nueva situación vital asociada con la elección del nuevo contraceptivo nos haga ganar unos kilos, pero no la píldora".
- Propagación de la levadura o 'cándida' por el cuerpo: "La propagación de las levaduras al torrente sanguíneo, que en medicina se conoce como levaduras sistémicas, suele ser fatal sin un cuidado médico urgente y agresivo. La «cándida» es el Emmanuel Goldstein (el personaje de 1984, de George Orwell) de la industria del bienestar, que aparece por todas partes para sembrar el caos. No te creas lo que se dice por ahí".
Y esto es todo, lector. ¿Conocías todo esto? ¿Qué es lo que te gustaría saber acerca de la sexualidad femenina pero nunca te atreviste a preguntar?
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