La demencia es cada vez más frecuente en nuestra sociedad. La esperanza de vida se ha alargado, por lo que las enfermedades neurodegenerativas, como las demencias, están más presentes en nuestras familias y allegados. Su diagnóstico supone un mazazo, no sólo para el paciente, sino también para la familia o los futuros cuidadores. Implica un deterioro notable para el enfermo y es una de las principales causas de discapacidad y de dependencia entre las personas de edades más avanzadas.
“El impacto de la demencia en la calidad de vida de los ancianos y de sus cuidadores depende de muchos factores, incluyendo cosas como la personalidad previa o el entorno. Algunos afectados de demencia pueden ser personas muy dóciles y amables, mientras que otros pueden ser demandantes e incluso agresivos. Esto incluso teniendo el mismo diagnóstico”, subraya Mirko Alavena, neurólogo del Hospital Quirónsalud Torrevieja.
Concretamente, detalla que la demencia se define como una pérdida de facultades mentales debido a un daño del cerebro, y que deriva en una incapacidad para la vida independiente: “Los daños al cerebro pueden tener diferentes causas, aunque en los ancianos las más comunes son las enfermedades neurodegenerativas y las lesiones vasculares”.
El impacto de la demencia en la calidad de vida de los ancianos y de sus cuidadores depende de factores, como la personalidad previa del paciente o el entornoMirko Alavena, neurólogo del Hospital Quirónsalud Torrevieja
Este profesional de Quirónsalud resalta que se debe tener claro que se trata de un grupo de patologías que en su mayor parte no tienen cura, y que, aunque muchas veces estén limitados para comunicarse o relacionarse con su entorno, estos pacientes son personas con sentimientos y derechos, que escuchan y pueden tener momentos de lucidez. “Dar valor a la persona, a lo que dice y hace, darle protagonismo puede contribuir a aumentar sus habilidades y a mejorar su autoestima. Es importante mostrarles cariño, tener en cuenta sus preferencias”, valora este especialista.
Etapas de la demencia
Aquí subraya que la demencia afecta a las personas de manera diferente y los síntomas suelen agruparse en tres etapas o estadíos: fase inicial o temprana, que puede pasar despercibida, donde el inicio de la enfermedad es progresivo, y predomina una tendencia al olvido, de repetición de frases y de preguntas, o la pérdida de la noción del tiempo.
Después, se encontraría la etapa intermedia, donde los síntomas son más evidentes, y se empiezan a olvidar acontecimientos más recientes, la persona puede estar perdida en el propio hogar, o bien tener dificultades para comunicarse, así como necesitar ayuda con el aseo personal.
Finalmente, debutará la etapa tardía, donde la dependencia e inactividad de la persona es casi total, con alteraciones graves de la memoria, una desorientación clara del tiempo y lugar, además de dificultades para reconocer a familiares, alteraciones del comportamiento, o dificultades para caminar.
Esta enfermedad implica un deterioro notable para el enfermo y es una de las principales causas de discapacidad y de dependencia entre las personas de edades más avanzadas
Síntomas de cada tipo de demencia en los ancianos
Dado que existen muchas enfermedades que cursan con demencia, el doctor Alavena se centra en las más frecuentes, cita en primer lugar al Alzheimer, la enfermedad neurodegenerativa más común entre ancianos, cuyo síntoma principal es la pérdida de memoria: “Inicialmente, se afecta la memoria a corto plazo; pero con el tiempo se van deteriorando otras funciones del pensamiento tales como el lenguaje, el razonamiento, la manipulación de objetos, etc.”.
Por lo general, dice este especialista, en el Alzheimer los pacientes niegan la afectación de memoria, pero cometen errores, extravían cosas, llegando a culpar a sus cuidadores. A veces también pueden salir de casa y deambular sin rumbo. Son muy vulnerables a engaños malintencionados. También pueden involucrarse en accidentes domésticos o errores de medicación.
Además, existen muchas otras demencias neurodegenerativas en las cuales la afectación de la memoria no es tan marcada al principio, pero se ven afectadas otras funciones cerebrales; como en el caso de la demencia frontotemporal, que afecta al raciocinio; la demencia de cuerpos de Lewy, que presenta fluctuaciones y alucinaciones; la demencia asociada al Parkinson; la atrofia cortical posterior; o la afasia progresiva primaria, entre otras.
En la demencia frontotemporal, prosigue el neurólogo de Quirónsalud Torrevieja, se puede dar el caso de personas capaces de refutar y argumentar con información correcta, pero cuya conducta es totalmente inadecuada y a veces incluso peligrosa: “Hay casos que llegan a hacer estragos con su patrimonio antes de que se sospeche que tienen un problema”.
En la demencia de cuerpos de Lewy advierte de que las alucinaciones de personas pueden ser muy preocupantes. “Aunque hay fluctuaciones que confunden a los cuidadores, ya que pueden intercalar días de aparente lucidez con otros de clara desorientación, suelen asociar trastornos del sueño, al punto de dormir durante el día y estar agitados por la noche. También es común que tengan problemas de equilibrio y sufran caídas”, agrega.
A su vez, recuerda este especialista que se encontraría la demencia vascular, causada por infartos y/o hemorragias que destruyen regiones cerebrales dispersas, y que pueden tener síntomas muy variados que generalmente evolucionan de forma escalonada. “Otros tipos de demencia menos comunes son las causadas por hidrocefalia normotensiva, por lesiones tumorales o hemorragias externas al cerebro, por enfermedades autoinmunes, por enfermedades priónicas, por parkinsonismos atípicos, Wernicke-Korsakoff, etc.”, añade.
El diagnóstico temprano, fundamental
¿Cómo se diagnostican y evalúan los diferentes tipos de demencia en los ancianos? Este neurólogo de Quirónsalud Torrevieja destaca que un cuadro de demencia se puede diagnosticar con una entrevista breve al paciente. Sin embargo, indica que los casos incipientes, o aquellos con un deterioro cognitivo leve, requieren a veces de una evaluación más completa de las funciones cognitivas para poder ser detectados, confirmados, y categorizados.
“Una vez confirmado el deterioro cognitivo, se solicita pruebas de imagen (TC, RMN) y analítica para descartar lesiones tales como tumores, hemorragias, infartos, déficits vitamínicos, alteraciones metabólicas, o infecciones. Las enfermedades neurodegenerativas sólo se pueden verificar mediante la observación del tejido cerebral al microscopio, lo cual no es posible en vida sin lesionar al paciente”, detalla.
Actualmente, menciona este especialista, existen pruebas de medicina nuclear (SPECT y PET), y de estudio del líquido cefalorraquídeo (punción lumbar), que pueden detectar tanto la pérdida de actividad en diversas zonas del cerebro, como el depósito de algunas proteínas anormales en este. “Mediante estas pruebas se puede tener una mayor certeza al momento de dar un diagnóstico de enfermedad neurodegenerativa”, apostilla.
Preguntado acerca de las noticias recientes sobre un análisis de sangre para la detección del Alzheimer, el Dr. Alavena advierte que los biomarcadores deben ser evaluados en relación con el cuadro clínico y no de manera aislada, dadas las implicancias del diagnóstico en la vida del paciente y su entorno.
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