El futuro del sector de la construcción está en el modelo industrializado, que permite reducir plazos y costes, además de resolver el problema de una mano de obra inflacionaria y cada vez menos especializada e incorporar las nuevas tecnologías para permitir su entrada de lleno al siglo XXI a un ámbito que todavía se mueve con métodos muy tradicionales. Uno de sus pioneros en España es Grupo Avintia, en su condición de líder en edificación, cuyo desarrollo ya ha atraído a referentes como Metrovacesa y Porcelanosa, con los que ha firmado recientemente sendos acuerdos en el marco de la construcción industrializada.
La compañía ha afrontado de esta forma el problema que supone que el sector de la construcción siga teniendo una fuerte dependencia de la mano de obra, con el agravante de que ésta ha quedado literalmente barrida por la crisis. “Como en la actualidad existe un volumen importante de construcción, las empresas nos encontramos con un doble problema: la escasez de mano de obra especializada y el elevado coste de la misma. Esto es lo que lleva a Grupo Avintia a buscar una solución que nos permita construir con procesos más profesionales”, explica José Ignacio Esteban, director general de Avintia Industrial.
Sistema industrializado de construcción
El sistema industrializado de construcción hace posible la elaboración de estructuras y la implementación en estas de elementos constructivos de distintas marcas en fábrica para su posterior traslado al lugar en el que se desarrolla la obra. Para solventar la dificultad del transporte de tales volúmenes, el sistema permite un desarrollo en 2D para su posterior ejecución en la obra, con la posibilidad de incorporar también elementos 3D, como los baños y cocinas industrializadas de Porcelanosa. Y lo mismo se aplica a las fachadas. “Los elementos 2D los hemos dotado de diferentes características de construcción, con la integración de diferentes carpinterías para las fachadas, lo que nos permite integrar en la obra muchos elementos que tendríamos que incluir en ella”.
El sistema permite al promotor reducir de forma significativa tanto los tiempos de ejecución de las obras como sus costes. En el primer caso, la reducción con la aplicación del modelo industrializado puede llegar al 30%. “El cliente final, que es el promotor, tiene que colocar un producto en el mercado y cuanto antes pueda hacerlo, antes tendrá un retorno de su inversión, antes podrá empezar a subrogar hipotecas de terceros”, apunta Esteban.
En el caso de los costes, las estimaciones actuales hablan de un ahorro en el entorno del 3% en el precio de una obra convencional. “El objetivo será alcanzar entre un 5% y un 10%. Pero, en cualquier caso, también tendríamos que hacer una estimación de costes intangibles. Por ejemplo, cuánto cuesta no tener escombros, no tener que hacer el tratamiento de los residuos, el ahorro que supone la ausencia de accidentes laborales. Son costes que uno no tiene calculado pero que van a producirse con total seguridad, costes que va a resolver automáticamente la industrialización”.
Reducción de riesgos laborales
Pero al margen de los aspectos tangibles, el modelo también presenta elementos de carácter social más que atractivos y que eran impensables hasta ahora en el sector de la construcción. Entre ellos, el establecimiento de horarios ordenados en fábrica, la ausencia de condicionantes climatológicos y la reducción significativa de los riesgos laborales. A todo esto cabe añadir la posibilidad que ofrece a las mujeres de incorporarse a un sector que hasta ahora les ha sido tradicionalmente hostil por aspectos como las duras condiciones en las que se realiza y el predominio de elementos pesados.
“También permite la llegada de la tecnología y otros elementos muy sociales como la sostenibilidad, la eficiencia energética y la reducción de escombros. Todos ellos son elementos que, hasta ahora, ni habían sido tenidos en cuenta en el sector”, recuerda Esteban, quien admite las complicaciones de implementar el modelo a gran escala. “Si de las 90.000 viviendas que se construyen al año, entre 2.000 y 3.000 siguieran el modelo industrializado ya sería un objetivo considerable”, aunque en estos momentos lo importante no es tanto la cuestión numérica como la profundización en el sistema. “Tenemos que intentar industrializar poco a poco todas las prestaciones de una edificación, desde las fachadas hasta los baños y las cocinas, fabricándolos ‘offsite’ para luego ejecutarlos en la obra”.
El objetivo ideal sería que entre el 80% y el 90% del proceso de construcción fuera industrializado, aunque “siempre hay una parte en lo artesanal que da un punto de valor a las construcciones; la mano de obra en construcción seguirá existiendo, cada vez más cualificada, para procesos más determinados, pero existirá. Los movimientos de tierra, por ejemplo, no se pueden hacer en fábricas”.
A juicio de Grupo Avintia, en este proceso resulta fundamental la aportación de las Administraciones Públicas para favorecer su desarrollo. “Tradicionalmente se ha señalado a la construcción como uno de los motores de la economía. Con este modelo se podría transformar un sector poco profesionalizado y muy frágil frente a las épocas de crisis para crear todo un tejido industrial, que normalizara procesos y que incluso pudiera exportarlos con facilidad”, asegura su director general de la división industrial.
Integración de I+D+i
El modelo también tiene como elemento atractivo la integración de la I+D+i. “Pretendemos que las marcas incorporen sus productos e I+D+i a nuestro sistema de forma que integraremos las mejores puertas, ventanas, grifos, etc., para que las principales firmas españolas y del extranjero estén en nuestros productos”, explica Esteban. En esta idea se enmarca el reciente acuerdo de colaboración con Porcelanosa para desarrollar nuevas soluciones constructivas.
Paradigma de la relación entre constructor y promotor es el acuerdo con Metrovacesa para la construcción de 500 viviendas en industrializado. De ellas, 74 en la localidad barcelonesa de Manresa, diseñadas por el arquitecto Juan Trías de Bes.
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