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¿Cuándo debo preocuparme por un bulto en el cuello?

Aunque la mayor parte de los llamados nódulos tiroideos son benignos, es conveniente consultar a un especialista cada vez que se detectan

  • Endocrino examina el cuello de una paciente.

Aunque quizá nos asustemos mucho al principio, los nódulos tiroideos son un problema clínico común y constituyen la alteración tiroidea más frecuente. Con una incidencia que aumenta con la edad, la mayor parte de este tipo de bulto en el cuello son de un tamaño menor a 1 centímetro y, generalmente, se detectan de forma incidental durante algún examen radiológico o examen físico.

No obstante, el doctor Juan Carlos Percovich, médico especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional de Madrid, resalta que lo habitual es que no crezcan en el tiempo, ni tampoco generen síntomas, y en aquellos casos en los que se realicen biopsias estas sean normales. De hecho, recuerda la baja incidencia del cáncer de tiroides en nuestro país. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2022 se habrán diagnosticado 6.040 nuevos casos de cáncer de tiroides.

Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2022 se habrán diagnosticado 6.040 nuevos casos de cáncer de tiroides

Este endocrinólogo explica que habitualmente se trata de crecimientos anormales del tejido de la glándula tiroides, que se manifiesta con la presencia de un bulto sólido o de contenido líquido (quiste). “La mayoría no causan signos, ni síntomas; sin embargo, algunos pueden llegar a crecer hasta verse a simple vista, palparse y, dependiendo de su tamaño y localización, generar molestias para respirar o tragar. La mayoría de los nódulos tiroideos no son graves. No obstante, un pequeño porcentaje son cancerosos; de ahí la importancia de su evaluación y seguimiento”, remarca el especialista de Quirónsalud.

Es más, sostiene que los nódulos pequeños, benignos y asintomáticos no requieren tratamiento y solo se hace un seguimiento ecográfico periódico de su tamaño y de la función de la glándula tiroides; sin embargo, sí precisa que cerca del 5% de los nódulos son cancerosos y entre el 10 y el 15% de los casos los resultados de la biopsia son indeterminados o no concluyentes, comenta el médico especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional.

Si la biopsia por aspiración con aguja fina indica la presencia de células cancerosas, o se sospecha de que lo sean, lo recomendable, a su juicio, es el tratamiento quirúrgico, en el que, generalmente, se extirpa el tumor y toda o parte de la glándula tiroides. “Después de la cirugía, en algunos casos pueden ser necesarias terapias complementarias como el tratamiento con yodo radioactivo, cuyo objetivo es destruir cualquier célula tiroidea restante”, resalta.

¿Cuándo debo preocuparme por un bulto en el cuello?
La mayor parte de los nódulos tiroideos son benignos, lo que no quita que convenga consultar al especialista.

Un tratamiento mínimamente invasivo seguro y eficaz

Por otro lado, reconoce que existen nódulos benignos que aumentan progresivamente de tamaño y llegan a producir problemas respiratorios, ronquera, sensación de compresión o de cuerpo extraño en el cuello, así como dificultad para tragar y alteraciones estéticas, y que hacen necesario valorar su extirpación.

"Hoy en día muchos de estos nódulos benignos sintomáticos los tratamos con procedimientos mínimamente invasivos, como la ablación percutánea por radiofrecuencia, un procedimiento ambulatorio y seguro que nos permite reducir el tamaño del nódulo a menos de la mitad de su tamaño original sin hacer cirugía", afirma el doctor Juan Carlos Percovih, quien cuenta con el Nivel Avanzado de la Certificación en ecografía cervical y técnicas por ultrasonidos, emitida por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

Los nódulos pequeños, benignos y asintomáticos no requieren tratamiento y solo se hace un seguimiento ecográfico periódico de su tamaño y de la función de la glándula tiroides

La ablación por radiofrecuencia de los nódulos tiroideos benignos es una alternativa “segura y efectiva”, según prosigue, para la reducción del tamaño de la lesión, y que mejora los síntomas del paciente sin extraer tejido sano de la glándula, ni afectar a su función: "Comparado con la cirugía abierta es un procedimiento menos invasivo, que permite una rápida recuperación y excelentes resultados estéticos, ya que no requiere hacer una herida y, por tanto, no deja cicatrices en el cuello".

Aunque los resultados varían según el caso y el volumen original de los nódulos, con la ablación por radiofrecuencia se consigue de promedio, según estima este endocrinólogo, una reducción del 50% del volumen en el primer mes, que sigue disminuyendo al 60 y 80% de su volumen original durante los meses siguientes. “En casi un 100% de los casos los síntomas de compresión en el cuello desaparecen durante los primeros 30 días. La mayoría de los nódulos requieren una sola sesión de tratamiento”, asegura este experto.

En qué consiste la técnica

Concretamente, explica que la ablación consiste en la punción del nódulo con un electrodo fino (tipo aguja), cuyo extremo tiene la capacidad de generar calor de manera controlada. “Este electrodo es guiado hasta el nódulo mediante ecografía. Una vez se ha posicionado la punta dentro del nódulo, se transmite un pulso de corriente eléctrica que induce una energía de alta frecuencia, causando una fricción molecular y calor que desnaturalizan las células del nódulo y reducen su tamaño. En todo momento existe un control electrónico de la temperatura de la aguja-electrodo”, mantiene el doctor.

La duración del proceso varía en función del número y del tamaño de los nódulos, según puntualiza: "En los casos de nódulos únicos de contenido sólido y con tamaños menores a 4 centímetros tardamos 10 minutos". Después de completar el procedimiento, los pacientes permanecen en observación durante 2 o 3 horas con aplicación de hielo local y son dados de alta después de realizar una ecografía de control.

La ablación consiste en la punción del nódulo con un electrodo fino (tipo aguja), cuyo extremo tiene la capacidad de generar calor de manera controlada

"El procedimiento lo realizamos de forma ambulatoria, con anestesia local y/o sedación consciente. El paciente se acuesta boca arriba con el cuello extendido y se le administra anestesia local en el sitio de entrada de la aguja. En todo momento se vigila la posición de la punta activa del electrodo mediante la ecografía", describe el doctor Percovich.

Tras el procedimiento, el paciente debe cumplir con un periodo de seguimiento que involucra la realización de ecografías a los 30 días, y a los 3, 6 y 12 meses. Estos controles son muy importantes para seguir la evolución de la reducción del volumen del nódulo.

Eso sí, como todo procedimiento médico, no está exento de posibles efectos secundarios y complicaciones: "En algunos casos los pacientes pueden presentar dolor leve transitorio en las primeras 24 horas, que se resuelven con analgésicos convencionales. También es posible que aparezcan pequeños hematomas que se reabsorben espontáneamente en los días siguientes a la ablación", explica este endocrinólogo de la Ruber Internacional.

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