Los científicos son pioneros. Exploradores. Aventureros que se adentran en tierras desconocidas. Y ante las dificultades que conlleva investigar en una dirección que no sabes cuándo dará sus frutos, lo que te mueve al final es el entusiasmo. La investigadora y CEO de GlyCardial Diagnostics, Judit Cubedo, conoce bien esta actitud. GlyCardial, su proyecto para detectar la falta del riego sanguíneo en el corazón —la isquemia cardíaca— recibió este año una importante financiación tras pasar por el programa CaixaImpulse. Ahora el proyecto de GlyCardial está más cerca de hacerse realidad, y sus avances, de llegar a la sociedad.
Impulsar los proyectos de innovación e investigación más prometedores del momento para mejorar la sociedad: esta es la meta del programa CaixaImpulse y el motivo por el que apoyaron un proyecto como GlyCardial: un test sanguíneo que permitirá diagnosticar la isquemia cardíaca de forma precoz como nadie ha hecho antes y que servirá también para identificar a pacientes con riesgo de reincidencia. Un proyecto pionero, que podría cambiar las reglas del juego del diagnóstico cardiovascular.
“GlyCardial nos permitirá reducir el impacto de la enfermedad en los pacientes”, asegura Judit. Decir que este test puede tener un impacto extraordinario no es una afirmación gratuita. Aunque sea un dato que pocos conocemos, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo en el 2016 acabó con la vida de más de 17 millones de personas. “Todos conocemos a alguien que ha tenido un infarto o una angina de pecho”, recuerda la investigadora.
Fue justamente esta cifra lo que llevó al equipo a empezar su investigación, en el 2006, en el recinto modernista de Sant Pau (Barcelona). Durante el estudio, descubrieron una proteína, la Apo J-Glyc, que es la que hace posible diagnosticar la isquemia cardíaca mucho antes de lo que hasta ahora era posible. A día de hoy, están a punto de comenzar un estudio clínico con pacientes para validar el producto y hacer que llegue a toda la población.
Mientras tanto, el día a día de Judit se llena de una motivación imparable cada vez que recuerda todo lo que están a punto de conseguir. “Cuando los investigadores nos dedicamos a temas de salud, nuestra meta final es mejorar la vida de las personas”, dice. Después de 12 años dedicados a una proteína llena de posibilidades, Judit admite que, a medida que se da cuenta de la gran repercusión que puede llegar a tener GlyCardial, siente “una gran responsabilidad” para asegurarse de que “todo se hace con el máximo rigor”.
El equipo de GlyCardial, después de muchas horas de trabajo y mucha pasión, puede protagonizar un hito histórico capaz de revolucionar todos los hospitales. Pero el esfuerzo no siempre se reconoce en la calle. Los científicos no son precisamente celebrities y pocos adolescentes tienen a Marie Curie como su referente (y eso que la polaco-francesa es de las más conocidas). “En la sociedad, en general, no somos conscientes de las horas de trabajo que hay detrás de una investigación científica ni de su potencial para mejorar la vida de las personas”, dice Judit. Una realidad que se puede cambiar si desde los medios de comunicación y desde las escuelas seguimos subrayando su gran poder de escribir nuestro futuro.
La historia ha demostrado que la medicina tiene la capacidad de hacer del mundo un lugar mejor. Ha acabado con enfermedades mortales, nos ha regalado más años de vida y ha hecho más llevadera la recuperación de nuestras lesiones. Pero podría ser un motor aún más potente. Como cuenta Judit, “todo en esta vida tiene que ser rentable, pero se tendría que priorizar la salud y la calidad de vida de las personas. Si se demuestra que algo funciona, hay que buscar la forma para que todo el mundo pueda beneficiarse de ello”. Se debería regalar, más a menudo, la oportunidad de vivir en un mundo mejor.
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