“Si tu plan es para un año, planta arroz; si es para 10, planta árboles, y si es para 100, educa”. Este milenario proverbio chino, atribuido a Confucio, parece estar hecho a la medida de una de las corrientes de sostenibilidad que poco a poco va impregnando a todos los estamentos de la sociedad: la economía circular, es decir, todas aquellas estrategias dirigidas a alargar y completar el ciclo de vida de los productos y reducir la generación de desechos.
Solo en la Unión Europea se generan más de 2.500 millones de toneladas de residuos al año. Un precio que, sencillamente, es inasumible para el planeta. “Necesitamos desarrollar tecnologías que nos permitan reaprovechar los materiales, rediseñar los productos para que sean más fácilmente reciclables y trabajar en métodos que disminuyan la generación de residuos. Y, sobre todo, necesitamos preguntarnos cosas como si es razonable que todo poseamos un coche, o si tendría más sentido que todo el mundo pudiera acceder a uno en el momento en que lo necesitara”, reflexiona Luis Salvatella, coordinador del Máster Universitario en Economía Circular de Campus Iberus, el consorcio formado por la Universidad de Zaragoza (UZ), la Universidad Pública de Navarra (UPNA), la Universidad de Lleida (UdL) y la Universidad de La Rioja (UR).
Ahora bien, esos cambios profundos no se articulan de la noche a la mañana. “Algunos aspectos relacionados con la sostenibilidad, como la conciencia medioambiental o la importancia de las energías renovables, empiezan a estar muy arraigados; pero otros, como la economía circular, son mas recientes y necesitan aun un proceso de maduración”, dice Sabina Scarpeli, especialista en Socioeconomía y Sostenibilidad y profesora de la Academia ENDESA de Economía Circular.
El problema es que el planeta no admite demoras. En febrero de 2021, el Parlamento Europeo aprobó su Plan de Acción sobre Economía Circular en el que instaba a los Estados miembros a adoptar medidas para avanzar hacia una economía neutra en carbono, sostenible, libre de tóxicos y completamente circular en 2050. “Nos encontramos ante una emergencia ecológica, y esto obliga a acortar los plazos que estábamos manejando en investigación para que los desarrollos de innovación se incorporen a los procesos de las empresas”, reclama Marta de Miguel, directora ejecutiva de Campus Iberus.
La economía circular es un nuevo paradigma de producción y consumo que debe formar parte de la cultura de las empresas
¿Existen atajos? Para Sabina Scarpeli solo uno: “Intentar influir en los profesionales que toman las decisiones y capacitarlos, proporcionándoles formación concreta, especifica y técnicamente avanzada en cuestiones de sostenibilidad”, zanja.
Virginia Ocio, responsable de Economía Circular de Endesa, entiende la economía circular como “un nuevo paradigma de producción y consumo que debe formar parte de la cultura de las empresas”. Lograrlo requiere de una inmersión total de todos sus estamentos, comenzando por la alta dirección. Un profundo proceso de cambio cultural que Ocio compara con el seguido con las revoluciones que supusieron para las compañías la digitalización o la innovación. “No somos nativos circulares, sino que hemos crecido en entornos de economías lineales. Tenemos que resetearnos en esos nuevos parámetros para lograr que la circularidad se integre de manera natural en las actividades diarias de los empleados”, expone.
La educación es ese acelerador que puede ayudar a llevar la circularidad hasta el núcleo de la sociedad y la economía. Una educación que trabaje en paralelo sobre dos vectores: el de la sensibilización y el técnico. Respecto al primero, Marta de Miguel cree que las nuevas generaciones llegan con mucho camino recorrido porque “han crecido en una cultura de la reutilización que no existía años atrás”. Pero sobre el segundo sigue existiendo un grave problema de base: “que, en general, los profesionales no tienen conocimientos técnicos suficientes en muchos temas claves como plásticos, materiales o compuestos de residuos”, argumenta.
Soluciones desde la empresa
El mundo empresarial puede contribuir a acortar esos tiempos. Un ejemplo de ello es la Academia ENDESA de Economía Circular, una iniciativa conjunta de ENDESA y Campus Iberus con la que la eléctrica busca extender la cultura de la economía circular por todos los rincones de la organización. En el proyecto, que acaba de celebrar su primera edición, se han impartido 37 horas de formación online a una treintena de trabajadores de distintos departamentos de Endesa en materias como modelos de negocio circular, economía circular como ventaja competitiva, métricas de circularidad, análisis de ciclo de vida, gestión medioambiental, ecodiseño de producto, residuos y materias primas renovables, legislación o ciudades circulares.
“Con la Academia queremos dotar a nuestros empleados de conocimientos y herramientas que les permitan incorporar los principios de la economía circular a su trabajo diario y, así, avanzar en el desarrollo de este nuevo modelo”, resume Virginia Ocio. La inmersión tiene, además, otra derivada que trasciende a la propia empresa, y es que convierte a los empleados en auténticos embajadores y evangelistas circulares en el exterior. “Somos conscientes de que nuestra cadena de valor circular no termina en nuestros clientes, sino que termina en las ciudades. Y nuestros 9.000 empleados pueden ayudar a trasladar ese cambio de paradigma al resto de ciudadanos”, resume la directiva de Endesa.
“Una empresa que no sea sostenible no va a poder sobrevivir”, zanja categórica esta experta. Eso, sí, puntualiza, la circularidad no puede limitarse a una cuestión de sensibilización, debe incorporarse al día a día de las empresas. Y necesita, además, que esa transferencia pueda medirse en métricas claras. “En ‘economía circular’ la palabra verdaderamente importante es ‘economía’, porque la circularidad ya la tenemos asumida. Necesitamos ser capaces de desarrollar actuaciones que no tengan un impacto negativo en el medioambiente y que además generen beneficio para la compañía y para la sociedad”.
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