El hidrógeno verde será un claro protagonista en el sector energético español durante la próxima década. La hoja de ruta recién publicada por el Ministerio para la Transición Ecológica, hasta 2030, desplegará en el territorio 8.900 millones en inversiones para poner en marcha cuatro gigavatios (GW) de potencia de electrizadores y conseguir que un 25% del consumo de hidrógeno por la industria sea renovable.
Una senda que contempla de momento cinco proyectos en curso, de los que cuatro cuentan con la participación de Enagás. Entre otras iniciativas, la compañía coordina 'Green Hysland', que recientemente ha sido reconocido por la Comisión Europea como proyecto estratégico (flagship) para el despliegue del hidrógeno verde en Europa y ha sido seleccionado para recibir una subvención de 10 millones de euros.
El objetivo es producir al menos 300 toneladas de hidrógeno renovable al año a partir de energía solar para su uso en movilidad (flotas de autobuses, vehículos de alquiler…), para la generación de calor y energía de edificios comerciales y públicos, y el suministro de energía auxiliar para ferries y operaciones portuarias. Con ello, se espera reducir las emisiones anuales de CO2 de la isla en hasta 20.700 toneladas.
Para Antonio Llardén, presidente de Enagás, "proyectos como Green Hysland son una muestra de la importancia de la coordinación y la cooperación para avanzar en el proceso de la descarbonización. Gracias a las 30 entidades que forman parte del consorcio, toda la cadena de valor está representada en el proyecto, lo que asegura tanto el despliegue de la infraestructura para la producción de hidrógeno verde como su uso en aplicaciones finales".
Entre otras iniciativas que promueve Enagás está el proyecto de producción de hidrógeno en la localidad de La Robla (León), que supondrá la mayor instalación de hidrógeno de España. Además, la compañía ya tiene en marcha un proyecto en su planta de regasificación en Cartagena, que se sitúa como la primera experiencia de inyección de hidrógeno en una red de gas en España, y está llevando a cabo también un proyecto junto con Repsol para el desarrollo de una tecnología que permite la transformación directa de energía solar en hidrógeno verde.
¿Por qué esta apuesta?
Aunque a veces son utilizados como sinónimos, descarbonización y electrificación no son lo mismo. En un futuro neutro en carbono, no todo va a ser electrificable. Hoy en día la electricidad representa en el mundo un 20% de la energía final y pensar que se puede doblar o incluso llegar al 50%, es razonable. Más allá de eso, es complicado tanto por razones técnicas como económicas.
Es en este contexto donde los gases renovables, entre los que destaca el hidrógeno verde, van a ser indispensables. Son un recurso actualmente disponible y con aplicaciones en todos los sectores, incluso en aquellos difícilmente electrificables, como la industria intensiva o el transporte pesado (marítimo, terrestre y aéreo).
Los expertos del sector apoyan esta fuente de energía por ser 100% limpia, al obtenerse a través de elementos tan abundantes como el agua y las energías renovables eléctricas. Además, sostienen que ofrece estabilidad energética, ya que permite el almacenamiento de energía, compensando la generación intermitente de las energías renovables eléctricas.
Además, estos gases renovables se pueden transportar y almacenar en las infraestructuras gasistas existentes sin necesidad de realizar inversiones relevantes en redes, algo que va a ser clave para que la transición energética se realice correctamente y también para que se lleve a cabo al menor coste posible.
Transición justa
El hidrógeno verde puede ser una palanca de la Transición Justa, especialmente en regiones en las que la transición energética pueda tener un mayor impacto, como Asturias, Castilla y León o Aragón.
Según la Hoja de Ruta del Hidrógeno, “la posibilidad de generación de hidrógeno renovable de forma deslocalizada facilita la instalación de proyectos en zonas aisladas contribuyendo a evitar la despoblación rural y a conseguir los objetivos frente al reto demográfico”. “Además de sus beneficios energéticos, la industria del hidrógeno implica generación de empleo, actividad económica e innovación en los territorios donde se desarrolla, planteando sinergias con las necesidades de reactivación de las zonas en proceso de transición justa”, añade.