Desde el pasado 19 de septiembre La Palma vive una situación de esas que parece que solo suceden en las películas de catástrofes de factoría Hollywood. Pero, por desgracia, para la población de esta isla canaria la erupción volcánica que lleva más de 40 días ininterrumpidos inundando de lava y cenizas su hogar es muy real. Además de los cuantiosos daños materiales y emocionales para una población que ve impotente como sus casas y trabajos quedan arrasadas por esta fuerza de la naturaleza, surgen numerosos problemas adicionales que dificultan las labores de mitigación y reconstrucción. Y uno particularmente importante y delicado es el mantenimiento del suministro eléctrico.
“Llevo 32 años en la compañía, y en este tiempo he dirigido operaciones en situaciones de emergencia por inundaciones, nevadas, incendios en subestaciones, danas, tormentas ciclónicas y hasta pequeños terremotos, pero nunca he vivido nada parecido a esto”. Quien habla es Carlos Lafoz, director de distribución de Endesa en Canarias. La eléctrica, a través de su filial de distribución, e-distribución, ha desplegado todos sus recursos en la zona para encontrar soluciones que permitan que la energía siga llegando al máximo número de hogares, negocios y edificios públicos mientras dura la crisis.
En realidad, Endesa lleva trabajando en la sombra para mitigar los efectos del volcán desde antes incluso de que entrara en erupción. “El 16 de septiembre, es decir, tres días antes de que empezara a brotar la lava, el sistema de alertas volcánicas de PEVOLCA (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias) ya puso su semáforo en color amarillo. En aquel momento no sabíamos muy bien qué cabía esperar, pero ya empezamos a poner a nuestra gente en alerta por lo que pudiera pasar. Comenzamos a hacer acopio de equipos e incluso tuvimos una reunión telemática con nuestros compañeros de Endesa en Italia, que nos contaron su experiencia con el Etna”, relata Lafoz.
El reto logístico al que se enfrenta el personal de la eléctrica es inmenso. Desde que el volcán entró en erupción más de 2.000 edificios han sido engullidos por la lava y alrededor de 6.000 personas han sido evacuadas. En cuanto a los recursos eléctricos, las coladas de lava se han llevado por delante ya más de 90 kilómetros de líneas eléctricas, más de 50 torres de media tensión, 16 centros de distribución y miles de postes y apoyos de líneas de media y baja tensión. En total, más de 2.300 suministros de la isla se han visto ya afectados.
Como resultado, los cortes de luz son una constante, y el reto es minimizarlos. Respecto a la posibilidad de que se produzca un gran apagón a nivel general en toda la isla, “es una posibilidad que debe ocuparnos, pero no preocuparnos porque hay alternativas”, asegura este experto. “El volcán ha arrasado una parte de la red, pero quedan otras en pie. Ahora se trata de unir esas partes y crear una nueva red que será, seguro, diferente a la que había”, añade.
“La diferencia principal entre un volcán y otros desastres naturales, es que una tormenta o un incendio te castigan de golpe. Sufres uno o dos días de destrucción, que será más o menos violenta, pero luego ya puedes empezar la reconstrucción. En cambio, el volcán te va matando lentamente y sin posibilidad de reconstruir nada a corto plazo, porque lo único que aciertas a ver es una inmensa masa de lava que arrasa todo a su paso y que tardará meses en enfriarse”, cuenta el director de distribución de Endesa en Canarias.
Una luz de esperanza
Mantener el suministro eléctrico es fundamental para que la isla no quede completamente colapsada por los efectos de este fenómeno extremo. Para lograrlo, Endesa ha movilizado recursos desde diferentes puntos de España y del resto de islas del archipiélago. Más de 11.000 metros de cable, 50 apoyos de líneas aéreas, equipos de lavado a presión para retirar cenizas acumuladas, 16 grupos electrógenos que podrían suministrar luz a hogares y negocios en caso de emergencia y un centro de transformación portátil ya han llegado a La Palma. Además, e-distribución ha reforzado la dotación de personal presente en la isla hasta un total de 40 trabajadores, entre empleados de campo, apoyos logísticos y responsables del centro de control.
Mantener el suministro eléctrico es fundamental para que la isla no quede completamente colapsada por los efectos de este fenómeno extremo
Eso sí, la llegada de estos recursos adicionales no está siendo fácil. El hecho que la erupción haya tenido lugar en una isla supone una dificultad añadida. “Solo puedes moverte en avión o en barco, lo que implica retrasos y el peligro de que un empeoramiento en el estado del volcán o de las condiciones climáticas impida usar alguna de estas vías”, señala ese directivo. Por si fuera poco, la lava ha cortado numerosos accesos por carretera en el interior de la isla, lo que obliga a los equipos de mantenimiento a dar enormes rodeos para recorrer unos pocos kilómetros.
Anticiparse a la lava es otra de las prioridades para estos equipos. Las cuadrillas desplegadas trabajan adelantándose al paso de las coladas para vigilar que los tendidos eléctricos no supongan un peligro adicional para bomberos, policía, científicos o periodistas que trabajan dentro de la zona de exclusión. Los cortes preventivos para aislar la red son claves para garantizar la seguridad de este personal y evitar cortocircuitos que provoquen que la afectación al suministro se extienda.
Clientes
Al margen de las actuaciones sobre el terreno para mantener el suministro eléctrico, Endesa también está desplegando un plan especial para los residentes de la isla que incluye fraccionamientos y aplazamiento de pagos, ofertas especiales para el conjunto de la población y medidas específicas para los ciudadanos cuyas casas o pequeños negocios han resultado directamente afectados por la erupción. Con estas medidas se trata de mitigar el impacto que esta catástrofe está teniendo en los hogares de la isla.
Para Caros Lafoz, la luz tiene un indudable valor operativo y logístico, pero también emocional. “Hemos procurado mantener los suministros incluso en las casas que han sido desalojadas, porque queremos que cuando las personas puedan volver a sus domicilios, ya sea a sacar sus enseres o para quedarse definitivamente, al menos no les falte energía ni una luz que les acompañe”.
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