Desde pequeños, nos han hecho creer que el dinero mueve el mundo, que la gente solo actúa por interés y que, por triste que suene, así son las cosas y nadie las puede cambiar. Por eso, escuchar palabras como las del Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus en su reciente conferencia en CaixaForum Barcelona es un balón de oxígeno para la mente y una caricia para el alma. El pensador dice haber comprobado que la fuerza del altruismo es tan poderosa como el interés propio, tan poderosa como haber conseguido reducir a la mitad el número de pobres de Bangladesh en solo 13 años, y tan poderosa para creer que en el 2030 ya no quedará ni uno solo.
El crítico social y doctor en economía Muhammad Yunus recibió en el 2006 el Premio Nobel de la Paz por crear el llamado “banco de los pobres”: el Grameen Bank concede préstamos de unos 50 euros casi siempre a mujeres, pobres e iletradas, sin contratos ni avales, y con plazos largos de devolución. “Todos me decían que esa gente no me lo iba a devolver. Pero hice una pequeña prueba en una aldea y obtuve un 100 % de devoluciones. La gente es pobre pero no estúpida, sabe que ese dinero es su oportunidad de crear su negocio y cambiar de vida”, defiende Yunus. Y así fue como, poco a poco, el banco empezó a funcionar y a multiplicar sucursales; primero en Bangladesh, después en India, y hoy en día hasta en 40 países.
“Los seres humanos somos capaces de hacer cualquier cosa, si prestamos atención. Y ahora debemos cambiar el sistema económico, porque un 1 % de la población posee el 99 % de la riqueza del mundo y no podemos seguir así. Lo que se ha acumulado, ahora hay que volver a repartirlo”. Para el experto, nosotros tenemos parte de responsabilidad en ese problema: “Desde pequeños nos dicen que tenemos que buscar un empleo, como si ese fuera el destino del ser humano: trabajar siguiendo órdenes de otros sin descubrir nuestra independencia, nuestra creatividad ilimitada, nuestro propio potencial. Nos convierten en buscadores de empleo cuando en realidad todos somos emprendedores, está en nuestro ADN. Cuando vivíamos en cuevas, no buscábamos a alguien que nos diera trabajo, solo hacíamos cosas, cazábamos, recolectábamos, montábamos una granja…”, asegura, antes de retar al público: “Ahora, si una mujer pobre y sin estudios de Bangladesh puede emprender —comprando gallinas para vender los huevos, haciendo dulces para fiestas…— ¿qué más pruebas necesitáis de que cualquiera puede hacerlo?”.
El nobel, que presentaba en Barcelona su último libro, Un mundo de tres ceros: La nueva economía de pobreza cero, desempleo cero y cero emisiones netas de carbono, se mostró convencido de que, aunque nos han hecho creer que el ser humano es únicamente egoísta, “en realidad es una combinación de egoísmo y altruismo, y en la parte altruista hay mucha gente, incluso de grandes empresas, que crea negocios sostenibles económicamente, pero no para hacer dinero, sino para resolver problemas. Es lo que llamamos social business (negocios sociales). A la gente le encantan. Se descubren como seres humanos, como seres que comparten y se preocupan. Estoy seguro de que en España hay muchas empresas encantadas de crear negocios sociales”. Y efectivamente, la iniciativa Social Business City Barcelona, impulsada por la Obra Social ”la Caixa” siguiendo los preceptos de este experto, es una prueba más de que Yunus habla no desde las utopías, sino desde los hechos.
Bangladesh como país que reduce a la mitad los pobres que tenía en el año 2000 gracias a los microcréditos; demandantes de ocupación que acaban creándola gracias a los social business; empresas como las fábricas que pagan a gente por recoger plásticos que convierten en muebles de forma que no acaben siendo basura contaminante… Está claro que este doctor en economía ha dado con la receta para cambiar el mundo: “quitarnos las gafas de ver dólares y ponernos las de ver personas. El sentido de la vida no es hacer dinero, sino hacer a los demás felices”.
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