El cigarrillo sigue siendo uno de los enemigos principales de los servicios de Salud Pública. Según la Encuesta sobre Alcohol y Otras Drogas que elabora el Ministerio de Sanidad, el 34% de los españoles son fumadores. El tabaquismo provoca 8 millones de muertes al año en el mundo, 50.000 en España. La multinacional Philip Morris, con una larga trayectoria en la venta de cigarrillos, está buscando alternativas como el cigarrillo electrónico o el tabaco calentado, ¿pero hasta qué punto son mejores estas opciones? Nacho González Suárez, director científico de la región de Oriente Medio de Philip Morris, y con una amplia experiencia en investigación contra el cáncer, defiende esta posición en el 'Cara a cara' con Vozpópuli.
Lo primero que me gustaría abordar son los dilemas éticos a los que se enfrenta una compañía como Philip Morris. En su caso particular, como científico que ha dedicado años a combatir enfermedades renales o el cáncer, ¿se siente cómodo trabajando para una compañía que vende un producto al que se le atribuyen millones de muertes al año?
Entiendo que pueda sorprender, pero la verdad es que si lo piensas con detalle tiene mucho sentido. Hice mi tesis doctoral en España y me fui a trabajar en Estados Unidos frente al cáncer. Me contactó Philip Morris después y el primer sorprendido fui yo. Visité su centro de investigación en Suiza y quedé muy sorprendido. Lo que proponían como científico me pareció interesante.
Yo había pasado una década investigando enfermedades. Intentando entender por qué las enfermedades se desarrollan con la esperanza de encontrar soluciones. Lo que Philip Morris me proponía era trabajar de forma previa, reducir los riesgos del tabaco, prevenir que la enfermedad aparezca. Como científico me pareció muy interesante evitar que el problema aparezca, en lugar de encontrar una solución al problema. También creo que los cambios deben darse desde dentro. Como investigador del cáncer conozco muy bien los efectos del tabaco en la salud, y aquí hay una compañía que quiere dejar de vender cigarrillos que me pedía ayuda para alcanzar ese objetivo. Después de 8 años estoy convencido de que tomé la decisión correcta.
Pero Philip Morris aunque quiera dejar de vender cigarrillos, lo sigue haciendo a pesar de lo dañino que resulta. ¿Cómo se compagina esto?
Soy consciente de que trabajo en una industria controvertida, con un pasado negro, que puede hacer que pierda credibilidad. No podemos cambiar el pasado, lo que sí podemos es mirar al futuro y hacerlo mejor, contribuyendo a eliminar los cigarrillos. También hay que ser realistas, el problema del tabaquismo es complejo y no se puede solucionar de un día para otro. Dejar de vender cigarrillos mañana no va a hacer que la gente deje de fumar. "Lo que tenemos que hacer es ayudar a los fumadores para que dejen de fumar"
Un ejemplo reciente lo tenemos en Sudáfrica, donde el Gobierno entre abril y agosto prohibió la venta de cigarrillos. Los fumadores continuaron fumando, consiguiendo sus cigarrillos en un mercado ilegal. Lo que tenemos que hacer es ayudar a los fumadores para que dejen de fumar. Para ello hay tres pilares. Uno es la prevención: hay que concienciar a los no fumadores de que no empiecen a fumar. El segundo es la cesación, ayudar a los fumadores que quieren dejar de fumar a que lo hagan. Pero también sabemos que la mayor parte de los fumadores saben que fumar es malo y lo continúan haciendo. En todo el mundo son más de mil millones.
Es ahí donde entra el tercer pilar: las estrategias de reducción de riesgo. Consisten en proporcionar al fumador alternativas al cigarrillo para que cambien, dejen de consumirlos y sean algo obsoleto. Ese es el camino a seguir.
¿Por qué la gente debe confiar en nuevos productos de Philip Morris, en teoría menos lesivos? Teniendo en cuenta esa historia negra de la compañía.
Soy consciente del déficit de credibilidad que tiene la industria tabaquera. Para intentar volver a ganar esa credibilidad los pilares son el rigor científico y la transparencia. En nuestro caso, todo lo que decimos de estas alternativas está basado en evidencias científicas sólidas. Además, todos los estudios que hacemos son públicos. Cualquier persona puede consultarlos y sacar sus conclusiones. Yo no estoy aquí para pedir que se crea a Philip Morris, estoy para pedir que se crea en la ciencia.
Por otro lado, evaluando las evidencias científicas, las alternativas al cigarrillo son mucho mejores a continuar fumando. No son productos de riesgo cero, es verdad. Lo mejor es siempre dejar de fumar, pero la mayor parte de los fumadores no lo dejan y esta alternativa es una mejor opción.
A día de hoy, ¿qué evidencia hay para recomendar estas alternativas? A largo plazo se desconocen sus efectos…
Es muy difícil tener todas las respuestas en ciencia, pero se saben muchas cosas. Lo que vemos claramente es que estas alternativas son mucho mejores a seguir fumando. Ahora mismo no podemos cuantificar, ponerle un número, a cuál es la reducción exacta del riesgo comparada con el cigarrillo. Hacen falta estudios a más largo plazo. Esto es porque las enfermedades asociadas al cigarrillo tardan décadas en desarrollarse y necesitamos esos estudios, que los estamos llevando a cabo nosotros y estudio independientes.
No obstante, sí hay estudios a largo plazo en productos como el snus. Son unas bolsitas, como de té, que tienen tabaco en el interior. Se colocan en la boca, cerca de la encía, y liberan nicotina. En Suecia llevan usándose durante décadas y hay estudios epidemiológicos que muestran que se reduce el riesgo de muchas enfermedades asociadas al cigarrillo en el largo plazo, como puede ser el cancer de pulmón.
¿Qué estudios independientes se están llevando a cabo en relación a las alternativas?
Hay un número cada vez mayor de estudios independientes. Sus resultados están en línea con los nuestros, lo que valida nuestros estudios. Cada vez hay más agencias reguladores validando nuestros estudios y los independientes. Después de mirar las evidencias, los informes son claros: son productos muy diferentes del cigarrillo y son una herramienta potencial para los fumadores que no van a dejar de fumar.
¿No crees que estas alternativas, al tener un componente electrónico, pueden atraer a menores o no fumadores?
Es una pregunta muy apropiada. Hay que tener cuidado, hay una preocupación para que estas alternativas no sean utilizadas por menores o no fumadores. Los menores no deben tener acceso a ningún producto con nicotina. Estas alternativas son exclusivamente para fumadores adultos que no van a dejar de fumar. Es por ello que el producto se comercializa en sitios donde no tienen acceso los menores de edad. Estamos trabajando en dispositivos electrónicos para verificar la mayoría de edad. "Estas alternativas son exclusivamente para fumadores adultos que no van a dejar de fumar"
Otro aspecto importante es la regulación. Creemos que estas alternativas deben tener una regulación específica, distinta del cigarrillo, porque son muy diferentes. La regulación debe proteger a los no fumadores y a los menores y tiene que pensar, a su vez, en los 1.000 millones de fumadores que hay todavía en el mundo. La ley debería, por un lado, tener medidas para minimizar el acceso a estos productos de los menores y no fumadores, y por otro, facilitárselo a los adultos que no van a dejar de fumar. Si se alcanza ese equilibrio habremos dado un gran paso en Salud Pública.
¿Qué le pedirían a los reguladores?
Les pediría pragmatismo y diálogo. Está claro que el tema del tabaco tiene un componente emocional muy fuerte. Pero cuando hablas de decisiones que afectan a millones de personas hay que dejar a un lado los sentimientos y basarse en las evidencias científicas, que nos dicen que estas alternativas no tienen riesgo cero, pero son mejores que los cigarrillos. Suecia, Noruega, Reino Unido y Estados Unidos están dando pasos en este sentido.
La Agencia de Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha terminado una evaluación científica sobre nuestros productos de tabaco calentado. Han tardado tres años y ocupa más de 100.000 páginas. Su conclusión es que es un producto muy diferente del cigarrillo que reduce los niveles de sustancias tóxicas de manera significativa. Lo han regulado, por ello, de manera distinta. Nuestro objetivo es acabar con el cigarrillo lo antes posible, pero no podemos hacerlo solos, necesitamos ayuda. Si todos remamos en la misma dirección lo lograremos. En muchos países es posible acabar con el cigarrillo en 10 o 15 años.
¿Cómo se posiciona la compañía respecto a la nicotina? ¿Es un aliado o un enemigo? ¿Aspiráis a un futuro sin cigarrillos pero con nicotina? ¿Es bueno un futuro así?
La nicotina es una de las principales razones por las que el fumador fuma. En las alternativas al cigarrillo es muy útil. Si los fumadores no tienen aliciente, no dejarán el cigarrillo. Eso sí, hay mucha confusión con la nicotina. La nicotina no es la causa principal de las enfermedades asociadas al cigarrillo. La nicotina es adictiva, no tiene riesgo cero, pero no es el problema. El problema reside en la combustión, en un cigarrillo el tabaco se quema y genera humo. Respirar humo no es bueno. Al fumar, uno respira ese humo que contiene múltiples sustancias tóxicas. Las alternativas ofrecen la nicotina, pero sin combustión, reduciendo la inhalación de sustancias tóxicas. En nuestro producto de tabaco calentado, los estudios confirman que, comparado con el cigarrillo, reduce la toxicidad entre un 90-95 por ciento. Esto no quiere decir que tengan riesgo cero, pero comparadas con el cigarrillo son una mejor opción.
¿Qué efecto tiene la nicotina en la salud?
Es adictiva, por ello las alternativas no pueden ser utilizadas por menores o no fumadores. Pero no olvidemos que estos productos son para fumadores, que ya inhalan la nicotina junto a otros compuestos tóxicos.
Mi mensaje para los que nos estén viendo es que si usted no fuma, no empiece, si es fumador, deje de fumar, pero que si no va a dejar de fumar, que sepa que hay alternativas al cigarrillo mejores. El cigarrillo es la forma más perjudicial de consumir tabaco.
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