Estamos ante un cambio de panorama y de enfoque hacia una medicina más predictiva, que intenta adelantarse en algunos casos a la aparición del cáncer de cérvix y otros tipos de cáncer ginecológico, y también hacia una medicina con mayor precisión en los enfoques y en los tratamientos, cada vez más personalizados, donde poco a poco los test genéticos van cobrando una mayor relevancia.
Así lo defiende la doctora Carmen Pingarrón Santofimia, jefa de Equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José (Madrid), quien destaca que la medicina predictiva, a través del análisis genético de diferentes patologías con los test genómicos, puede mejorar la identificación de individuos con mayor riesgo de padecer determinadas patologías. A su vez, celebra que los avances conseguidos en la medicina de precisión, a través de la detección de alteraciones moleculares, contribuyen a obtener diagnósticos más precisos y tratamientos más individualizados.
“Ambas metodologías nacen gracias a las nuevas técnicas de secuenciación masiva del ADN y a los análisis bioinformáticos con grandes bases de datos. Van encaminadas a lograr una mayor tasa de supervivencia de los pacientes oncológicos”, subraya.
La medicina predictiva a través del análisis genético puede mejorar la identificación de individuos con mayor riesgo de padecer determinadas patologías
En la actualidad, entre los cánceres ginecológicos el único que contempla herramientas de screening eficaces y que permiten una detección precoz de la enfermedad es el cáncer de cérvix: “Hasta fecha reciente, el screening poblacional para cáncer de cérvix era básicamente oportunista y basado en la citología como primera prueba, añadiendo la detección del virus del papiloma humano a partir de los 35 años. Se trata de un screening trasversal, donde a similares resultados se aplicaban similares actitudes terapéuticas”.
Sin embargo, desde la publicación de las nuevas guías de la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia (AEPCC) en 2021, esta experta de Quirónsalud San José mantiene que el screening se realiza con los test de detección del virus del papiloma humano como prueba principal, pasando a ser un screening estratificado por puntuación de riesgo y donde a similares riesgos se aplican similares actitudes terapéuticas.
Precisamente, uno de los problemas con los que cuentan estas pacientes a la hora de diagnosticarse este cáncer es que en su gran mayoría no presentan clínica, aunque el síntoma más frecuente es el sangrado tras las relaciones sexuales. Otros serían el dolor pélvico, la secreción vaginal maloliente, la dispaureunia o la metrorragia, entre otros.
Pruebas para ver cómo pueden evolucionar las lesiones
La ginecóloga de Quirónsalud resalta que para profundizar más sobre cómo van a evolucionar las lesiones producidas por el virus del papiloma humano existen diferentes test genéticos, que podrían clasificarse en dos grandes grupos:
- Test genéticos encaminados a conocer más sobre el potencial oncogénico del virus, como el Test Mia by Xitotest, que identifica el ADN de los 7 genotipos de más alto riesgo y la sobreexpresión de las oncoproteínas E6 y E7 en el ARNm que harían al virus más agresivo, siendo estas pacientes más susceptibles a tener lesiones de alto grado.
- Test epigenéticos enfocados a detectar alteraciones del genoma producidas por influencias externas o ambientales, como la metilación. A mayor grado de metilación, mayor posibilidad de progresión tumoral de las lesiones.
Actualmente, el cáncer de cérvix o de cuello uterino es la cuarta neoplasia más habitual entre las féminas a nivel mundial y la número 11 en las españolas, aproximadamente con una incidencia de 10,8 casos por cada 100.000 mujeres y año y una mortalidad de 3,6 casos por cada 100.000 mujeres y año.
Según recuerda esta experta, para las pacientes con cáncer de cuello uterino el principal factor pronóstico es el estadio tumoral, cómo esté de avanzada la enfermedad, así como la afectación ganglionar o el tamaño del tumor, entre otros factores.
Sin herramientas eficaces para el resto
En cuanto al resto de cánceres ginecológicos, la doctora Carmen Pingarrón Santofimia señala que no existen herramientas eficaces de screening que se correspondan con una disminución de las tasas de mortalidad, si bien valora que hoy en día se puede mejorar su detección precoz con la ayuda de test genéticos, especialmente en el cáncer de ovarios, el de mayor mortalidad de todos los cánceres ginecológicos.
Generalmente, esto es debido, prosigue la especialista, a que la mayor parte de las pacientes (casi el 80%) son diagnosticadas en una etapa ya bastante avanzada de la enfermedad. En concreto, el cáncer de ovario es una neoplasia frecuente en las mujeres postmenopáusicas, con la máxima incidencia entre los 50 y los 75 años, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
El cáncer de cérvix o de cuello uterino es la cuarta neoplasia más habitual entre las mujeres a nivel mundial
En los cánceres ginecológicos, cuando estos se diagnostican por primera vez, el objetivo principal del tratamiento se basa en intentar reducir el tumor al máximo posible, bien mediante un único tratamiento o a través de la combinación de cirugía, quimioterapia y radioterapia. Pueden aparecer en cualquier parte del aparato reproductor femenino: vulva, cuello uterino, útero, trompas de Falopio, vagina u ovarios. El más frecuente es el cáncer de cuello de útero, seguido del de ovarios y del cáncer de endometrio.
La jefa de Equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José apunta en este sentido que todas las mujeres pueden desarrollar algún tipo de cáncer ginecológico, con más posibilidades conforme se van cumpliendo años. Resalta también que cada uno de ellos presenta una serie de síntomas y factores de riesgo concretos, por lo que las estrategias de prevención varían en función del tipo de neoplasia.
“Ahora bien, como en cualquier otro tumor, si los cánceres ginecológicos se detectan en las fases más tempranas el tratamiento será más eficaz, por lo que los test genéticos representan en la actualidad un arma eficaz y segura para adelantarnos al posible desarrollo de la enfermedad”, concluye.
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