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Una tercera vía para combatir el tabaquismo: la reducción del daño

Las estrategias tradicionales de prevención y cesación del hábito de fumar son necesarias. Pero a veces, cuando a pesar de todo se va a continuar con el hábito, es necesario complementarlas con una tercera vía de reducción del daño, a través del uso de alternativas libres de combustión y de humo

No hay ninguna duda: dejar el tabaco y la nicotina por completo es la mejor opción que cualquier fumador puede tomar. Por esta razón, las medidas de control del tabaquismo existentes, tanto de prevención como de cesación, deben continuar. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la realidad es que hoy en día tenemos más de 1.000 millones de fumadores[1]. Es más, según estimaciones de la OMS[2], no se espera que esa cifra cambie significativamente para el 2025. 

Para este grupo de personas que de otra manera van a seguir fumando, existe una tercera vía: la reducción del daño a través del uso de alternativas con nicotina, pero libres de combustión y de humo. Gracias a los avances de la ciencia, los productos libres de humo, respaldados por la evidencia científica, pueden contribuir a que los adultos que de otro modo seguirían fumando dejen por completo los cigarrillos y cambien a una mejor opción. 

Necesitamos información para tomar decisiones

Sin embargo, aún existe mucha desinformación y confusión al respecto del hábito de fumar y de qué son las alternativas libres de humo y la ciencia que las avala.

Una encuesta realizada en España[4], nos revela que cerca de la mitad de los encuestados (45%) afirman haber recibido información contradictoria o poco clara sobre los cigarrillos electrónicos o los productos de calentamiento de tabaco, en los últimos seis meses. Y en este sentido, 7 de cada 10 fumadores adultos españoles considerarían cambiar a estas alternativas si tuvieran más claridad sobre sus diferencias con el cigarrillo tradicional y la ciencia que las respalda.

Los fumadores adultos merecen información precisa y respaldada por la ciencia para poder tomar una decisión informada. Esta es una de las razones por las que es tan importante combatir las percepciones erróneas públicas sobre el hábito de fumar y la ciencia detrás de las alternativas. 

7 de cada 10 fumadores adultos españoles considerarían cambiar a estas alternativas si tuvieran más claridad sobre sus diferencias con el cigarrillo tradicional y la ciencia que las respalda
Una tercera vía para combatir el tabaquismo: la reducción del daño.
Científico trabajando en las instalaciones de Philip Morris,

Entendiendo lo verdaderamente perjudicial

La ciencia ha demostrado que lo más perjudicial del hábito de fumar se encuentra en el humo del cigarrillo y no en la nicotina, como muchos erróneamente creen. Y es que, cuando se enciende un cigarrillo y se quema el tabaco, se genera humo. Este humo contiene más de 6.000 sustancias químicas, de las cuales unas 100 han sido clasificadas por las autoridades de salud pública como nocivas o potencialmente nocivas. 

Eliminar la combustión (como ocurre con las alternativas sin humo) significa que los niveles de sustancias químicas nocivas generadas pueden reducirse significativamente en comparación con el humo del cigarrillo.

Es por ello que las alternativas libres de humo avaladas por la ciencia suponen una mejor opción para los fumadores adultos que de otro modo seguirían fumando. Por supuesto, debe evaluarse científicamente cada producto para identificar si se reducen las emisiones de sustancias químicas nocivas en comparación con el humo del cigarrillo.

Eliminar la combustión significa que los niveles de sustancias químicas nocivas generadas pueden reducirse significativamente en comparación con el humo del cigarrillo

Entender la diferencia

Esta desinformación de la que hablábamos no solo afecta a entendimiento del hábito de fumar, sino también de las diferencias entre las distintas opciones que la ciencia ha desarrollado en caso de que no se abandone el consumo de cigarrillos.

Por un lado, y haciendo referencia a las alternativas más comúnmente conocidas, encontramos los dispositivos de calentamiento de tabaco. Como su nombre indica, calientan a temperaturas suficientes para liberar la nicotina[5] y los sabores, pero lo suficientemente bajas como para evitar que el tabaco se queme. Por otro lado, los cigarrillos electrónicos (también conocidos como vapers) calientan una solución líquida, que suele contener nicotina agregada y sabores.

Ambos, al no quemar, no generan humo sino que liberan una especie de aerosol o vapor esencialmente diferente al humo del cigarrillo.

En definitiva, existe la posibilidad de ayudar a combatir el impacto que genera el tabaquismo en la salud pública, pero no es algo que se consiga de la noche a la mañana ni de manera individual, sino que es necesaria la colaboración del resto de partes interesadas, como las autoridades públicas y las comunidades médica y científica.

Contenido patrocinado por Philip Morris Spain

[1] Según datos de la OMS (Tabaco (who.int)).

[2] Informe global de la OMS acerca de tendencias en la prevalencia de consumo de tabaco 2000-2025, 2018.

[3] Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES), 2022. Pág. 40

[4] Encuesta realizada entre 2.412 personas en 12 ciudades españolas, por la agencia de investigación independiente Povaddo encargada por Philip Morris Spain.

[5 ]La nicotina es una sustancia adictiva presente de manera natural en la hoja de tabaco. Aunque no es la principal causa de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar, no es inocua y está contraindicada para determinados perfiles (menores, embarazadas, lactantes, diabéticos, personas con hipertensión o insuficiencias cardiacas).

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