Educar en un mundo tan marcado por la conectividad pasa en primer lugar por conocer realmente a nuestros hijos y por asumir nuestro protagonismo en la construcción de sus hábitos digitales. La receta mágica está compuesta de escucha activa, conversación de lo fácil y lo difícil, acompañamiento en el proceso madurativo y marcaje de normas y límites para una convivencia familiar saludable.
De todo esto habla Laura Cuesta Cano (@LauraCuestaCano), experta en comunicación digital, en la charla denominada “Conflictos digitales en el ámbito familiar” que cierra la primera temporada de “Diálogos sobre la sociedad digital”, organizado por la Fundación Mutua Madrileña.
El problema no es tanto de las pantallas ni de las redes sociales como del correcto acompañamiento y supervisión de los padres
Echarle la culpa de muchos de los males de nuestros menores a la tecnología es lo fácil; pero el problema no es tanto de las pantallas ni de las redes sociales como del correcto acompañamiento y supervisión de los padres con los hijos y de las necesidades y desarrollo personal de cada uno de ellos: “Ni Instagram genera poca autoestima en los niños, ni Whatsapp ansiedad. Hay que conocer muy bien a cada hijo y usar el sentido común para saber cuánto y cómo le puede afectar el acceso a las redes sociales o si conviene o no que tenga un teléfono móvil. Lo razonable siempre está en el equilibrio. Por eso es fundamental la comunicación y el clima de confianza en cada casa”, explica la experta.
Laura, que es profesora de Cibercomunicación en la universidad Camilo José Cela de Madrid, charla con María Zabala (@mzabala en IG y @iWomanish en Twitter), periodista especializada en ciudadanía digital, sobre dos de las principales preocupaciones de los padres: los videojuegos y la edad apropiada para que tengan su primer móvil.
Ante la evidencia de que ni siquiera la comunidad científica se pone de acuerdo sobre el uso favorable o perjudicial de los videojuegos, Cuesta asegura que “efectivamente unos hablan de la creatividad que desarrollan los niños con su uso, mientras otros apuntan al estrés, aislamiento social y problemas de sueño que generan. Y yo creo que depende más del niño en concreto que de las horas. Si los padres ven que su rendimiento escolar no baja, que su convivencia familiar es sana, que no está más agresivo, que tiene amigos y no se aísla… entonces no hay que alarmarse. Otra cosa es que estén demasiadas horas consumiendo contenido pasivo; es decir, que pasen de jugar con la consola a ver en la tablet un vídeo tutorial en YouTube sobre un juego y después se conecte a Twitch para ver como Ibai hace un directo… Ahí sí hay que preocuparse”.
Ni siquiera la comunidad científica no se pone de acuerdo sobre si el uso de los videojuegos es beneficioso o perjudicial para los niños
Para ayudar a los padres en su “calvario” y búsqueda de información sobre el contenido de los videojuegos que les compran a sus hijos y no meter la pata, hay dos herramientas que tanto María Zabala como Laura Cuesta recomiendan, Pegi (Pan European Game Information) y ESRB (Entertainment Software Rating Board).
El primer móvil
Cuál es la edad ideal para tener el primer móvil es un tema arduo en el que Laura Cuesta no quiere ser radical. “No hay una edad más recomendable que otra. Creo que depende de las necesidades de cada familia y también creo que son los padres los que tienen que demostrar que están preparados para supervisar esa responsabilidad que les dan a los niños. Lo que sí hay que tener en cuenta es que si se lo damos muy tarde, a los 14 o 15 años, va a ser muy difícil como padres, llegar a los adolescentes”.
Laura Cuesta remata esta última charla del ciclo de conversaciones sobre el impacto de la digitalización en la vida familiar, dando a María Zabala y a todos los interesados, unos consejos que son imbatibles para “ganarnos” a esos pequeños nativos digitales que nos quitan el sueño: empatía, respeto, sentido común y, sobre todo, paciencia.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación