La singular belleza de Patones convierte a esta localidad de apenas 520 habitantes, situada al nordeste de la Comunidad de Madrid, en una experiencia del gusto de casi todos los ojos pero no de todas las piernas. Y es que a la hora de planificar una visita a esta Villa de Madrid conviene tener muy presente su particular orografía, ya que la mejor manera (hay una carretera, pero es muy estrecha y de doble sentido, y las opciones de aparcar una vez arriba son casi inexistentes) de salvar los 800 metros de distancia y 100 metros de desnivel que separan Patones de Abajo de Patones de Arriba es recorriendo a pie la llamada Senda del Barranco, un sinuoso trayecto que discurre paralelo al arroyo de Patones y con espectaculares vistas del paraje. Se recomienda dejar el coche en Patones de Abajo, donde el Ayuntamiento acaba de alquilar unas fincas para que sirvan de aparcamiento a los visitantes.
Dos pueblos en uno
¿Qué por qué Patones de Arriba y Patones de Abajo? “No, no son dos pueblos distintos, es un único municipio”, aclara Beatriz Martín Encuentra, técnica de turismo del Ayuntamiento de Patones (del ‘único’ Patones). Una escisión, en todo caso, si no administrativa, sí geográfica, surgida en 1940, tras la Guerra Civil, cuando un grupo de habitantes del Patones original decidió descender de la montaña al valle en busca de un asentamiento más confortable y mejor comunicado, por ejemplo, con la cercana Torrelaguna.
Orígenes
El nombre de Patones brinda una pista sobre sus orígenes, que se remontan al XVI, cuando unos pastores apellidados Patón procedentes de la vecina localidad de Uceda, cansados de ir y venir a diario para pastorear sus rebaños, fundaron la alquería de los Patones. El asentamiento no les salió gratis, y es que durante años esa indefinida situación de barrio extramuros y apartado del núcleo urbano de Uceda les condenó al ostracismo administrativo.
El 'rey' de Patones
Precisamente esa condición de pueblo olvidado, sin juez ni alcalde, propició una de las historias más singulares de Patones. Y es que, hastiados de su abandono legal, los vecinos decidieron elegir a uno de ellos como su propio Rey, una figura sin autoridad “oficial” pero al que se encomendaba la misión de administrar justicia en el pueblo. Se dice que cuando la historia llegó a oídos del Rey Carlos III, el Consejo de Castilla atendió la petición de los vecinos, otorgando a Patones la condición de “lugar” independiente y el derecho a tener su propio alguacil.
Patones de Arriba
Patones de Arriba es, sin duda, la parte más conocida y visitada de esta Villa de Madrid. Declarado conjunto histórico y Bien de Interés Cultural en 1999, es una preciosa aldea rural llena de lugares con encanto como El Lavadero. Compuesta por las viejas casas de los pobladores originales, muchas de ellas reformadas pero conservando su inconfundible “arquitectura negra”. Las casas, en las que aun residen unos 40 vecinos, están construidas con la pizarra negra característica de la zona, dispuestas en un laberinto de empinadas calles sinuosas y rodeadas de montañas y espectaculares vistas. Muchas de las viviendas conservan su tradicional horno redondeado, “donde los moradores originales elaboraban pan y dulces”, recuerda Beatriz Martín.
Naturaleza y turismo activo
Patones posee un rico patrimonio natural, con numerosas rutas, miradores y lugares de interés. Enclaves como el Cancho de la Cabeza, uno de los miradores más espectaculares de la Sierra Norte de Madrid, los Meandros del Río Lozoya o las Calerizas, el relieve de rocas calizas en cuesta que discurre entre la presa del Pontón de la Oliva y Torrelaguna.
El turismo activo es otra de las grandes bazas de este destino turístico, con varias sendas con distinto grado de dificultad
El turismo activo es otra de las grandes bazas de este destino turístico. “Existen dos rutas para practicar senderismo, ambas circulares y con diferente grado de facultad. La Vuelta a el Cabezo, de 6 kilómetros y dos horas de duración, y el Cancho de la Cabeza, de 12 kilómetros y 4 horas. Además existen otros muchos enclaves propicios para practicar actividades de turismo activo, como el Pontón de la Oliva”, explica la técnica de Turismo. Por supuesto, la visita a Patones merece acabar en alguno de los excelentes restaurantes que hay distribuidos por todo el municipio.
Patrimonio hidráulico
En las laderas de las montañas que rodean Patones pueden apreciarse distintas construcciones e infraestructuras pertenecientes al Canal de Isabel II, entre ellas el Acueducto, el canal de Cabarrús, la presa del Pontón de la Oliva o la presa de El Atazar.
Riqueza geológica
El paisaje de Patones, tanto el natural como el construido, está marcado por la convivencia de dos tipos de rocas muy distintas entre sí : la caliza y la pizarra. Una convivencia que atrae a geólogos de numerosas universidades y también traza un especial colorido que van cambiando según las distintas épocas del año. “En primevera las montañas de pizarra se cubren de jaras, creando un precioso manto blanco”, destaca Beatriz Martín.
¿Cuál es el principal valor de este pueblo? Martín lo tiene claro: “Su gente, el hecho de que el pueblo haya sido siempre un lugar `vivido’ es lo que ha permitido que se haya conservado casi en su estado original”.
Más información
www. https://turismo.patones.net/
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