La presidenta de el Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño, ha significado la "proeza" de la ingeniería de la planta hidroeléctrica reversible que se construye en el embalse de Soria, Gran Canaria, con financiación de su entidad y fondos de la UE. Se trata de un proyecto ideado por José Manuel Soria (PP) cuando fue presidente del Gobierno de Gran Canaria y su consejero de Aguas, el ingeniero industrial superior canario José Jiménez. Las empresas que ejecutan el plan son Dragados y Cobra (Vinci). Se trata de la considerada actualmente la mayor obra civil que se ejecuta en España a efectos de inversión.
Ya desde la Conquista los Reyes Católicos se fijaron en esta zona creando entonces un trasvase de agua de 52 kilómetros entre Tejeda y Las Palmas. Es decir: desde que se inició la modernizado de Canarias en el Siglo XV el agua es el petróleo de las islas.
El apellido Soria, lugar de nombre del barranco que será una planta de generación eléctrica basada en agua desalada, tiene una larga presencia en la isla, vinculada a los primeros tiempos de la colonización. Su origen se remonta al conquistador Juan de Soria, posiblemente procedente de la localidad homónima, quien se estableció como un importante hacendado en Gáldar. Su legado continuó a través de su hijo Gonzalo de Quintana, heredero del mayorazgo, y de Alonso de Soria, alguacil de Gáldar y Guía en la primera mitad del siglo XVI.
Con una inversión que alcanza los 618 millones de euros, el proyecto Salto de Chira se erige como una de las mayores obras de ingeniería jamás emprendidas en Canarias. Esta infraestructura, que José Manuel Soria impulsó siendo ministro de Industria y desarrollada por Red Eléctrica de España (REE), no solo representa un hito técnico, sino que redefine el modelo energético grancanario, garantizando estabilidad en el suministro y maximizando el aprovechamiento de las energías renovables.
Ubicada en el accidentado relieve del sur de Gran Canaria, Salto de Chira se basa en un sistema de bombeo reversible que transforma dos embalses preexistentes —Chira y Soria— en una gigantesca batería natural. Con una potencia instalada de 200 megavatios (MW) y una capacidad de almacenamiento de 3,5 gigavatios hora (GWh), este sistema permite gestionar los excedentes de energía renovable, almacenándolos en forma de agua bombeada para luego liberar su potencia en momentos de alta demanda.
La obra ha requerido la perforación de kilómetros de túneles y galerías en la roca volcánica, la construcción de una estación de bombeo subterránea y la instalación de turbinas capaces de operar en ambas direcciones. Todo ello, en un entorno de gran valor ecológico, donde los ingenieros han debido integrar soluciones para minimizar el impacto ambiental y garantizar la sostenibilidad del sistema.
Desalinización y autosuficiencia hídrica
Uno de los aspectos más innovadores del proyecto es la incorporación de una planta desalinizadora, cuya función es garantizar un suministro de agua suficiente para la operación del sistema sin afectar los recursos hídricos de la isla. Esta planta, impulsada por energía renovable, produce agua desalada que se bombea hasta los embalses, permitiendo un ciclo cerrado de almacenamiento energético y contribuyendo, además, a mejorar el acceso al agua de riego en la zona.
Impacto en el futuro energético de Canarias
El Salto de Chira no solo es una proeza de la ingeniería, sino un pilar estratégico para la transición energética en Canarias. En un territorio donde la dependencia de los combustibles fósiles ha sido histórica, esta infraestructura permitirá integrar hasta un 70% de energías renovables en el sistema eléctrico de Gran Canaria, reduciendo la volatilidad de la producción eólica y solar.
Además, su capacidad para actuar como respaldo energético mejora la seguridad del suministro y evita cortes en caso de fallos en la red. Su operación permitirá reducir en 20% las emisiones de CO₂ en la isla, acercándola al objetivo de neutralidad climática en las próximas décadas.
Un legado para la ingeniería y la sostenibilidad
El desafío de construir una infraestructura de esta magnitud en un territorio insular ha exigido una combinación de tecnología punta, planificación precisa y una ejecución cuidadosa. Desde la excavación de túneles hasta la instalación de turbinas de última generación, cada fase del proyecto ha requerido una ingeniería de vanguardia que lo convierte en un referente a nivel internacional.