Existe una zona en la base de nuestro cerebro, conocida como giro fusiforme, que es exclusiva de los humanos y en la que se localiza nuestra capacidad de reconocer caras y asignarlas con personas individuales. Lo sabemos porque cuando se produce una lesión en esta zona se registran problemas como la prosopagnosia, en la que la persona es incapaz de reconocer una cara, incluida la propia, y también sabemos que esta capacidad mejora a medida que nos hacemos mayores y que una persona adulta es mucho mejor reconociendo caras que un niño o un adolescente.
Ahora, en un trabajo publicado este jueves en la revista Science, el equipo de Jesse Gomez acaba de demostrar que anatómicamente esta región también sufre variaciones y, lo que es aún más sorprendente, es una de las pocas zonas del cerebro que continúa aumentando de tamaño en la edad adulta. El trabajo ha consistido en la medición, mediante resonancia magnética funcional cuantitativa (qMRI) de los tejidos de 22 niños y 25 adultos a los que se sometió a diferentes pruebas cognitivas. Curiosamente, los resultados mostraron que las zonas relacionadas con el reconocimiento de caras aumentaban con la edad pero las de reconocimiento de lugares se mantenían estables.
Otro factor interesante es que estos resultados se confirmaron en análisis postmortem de cerebros adultos, que mostraban estos mismos cambios anatómicos. Los modelos que manejan los autores apuntan a que los cambios en la mielinización (aumento de la sustancia que cubre los axones de las neuronas y mejora el trasporte de señal) no son suficientes para explicar la expansión de esta región cerebral. Es por esto que los investigadores proponen que podría estar causados por un aumento en el número de neuronas, las estructuras dendríticas y las vainas de mielina.
Referencia: Microstructural proliferation in human cortex is coupled with the development of face processing (Science)
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación