Hace 66 millones de años, el aspecto de los bosques que hoy ocupan las zonas tropicales era muy diferente del actual. Abundaban las coníferas y la vegetación estaba relativamente dispersa, entre otras cosas por el continuo trasiego de grandes dinosaurios que derribaban los árboles y devoraban las hojas de las plantas. Pero el impacto de un enorme asteroide en la península de Yucatán, que formó el cráter de Chicxulub, cambió las reglas de juego de la vida en la Tierra y transformó su cobertura vegetal. Un equipo de investigadores ha reunido las pruebas de que aquel impacto reconfiguró los bosques tropicales y fue fundamental para la formación de la actual selva del Amazonas.
En un trabajo publicado en la revista Science, el equipo liderado por Mónica Carvalho expone el resultado de 12 años de investigaciones en los que han recogido muestras en 53 localizaciones de Colombia, en estratos geológicos del periodo anterior al impacto y de los 10 millones de años posteriores, lo que les proporciona una secuencia de la biodiversidad de la zona desde hace 72 y 58 millones de años. A partir de estas muestras, los científicos han analizado alrededor de 50000 fósiles de granos de polen y unos 6000 de hojas de plantas que les han permitido ver qué especies desaparecieron junto a los dinosaurios y cuáles dominaron después.
La ceniza que tapó el sol durante meses y los incendios globales acabaron con el 75% de la vida en la Tierra, incluido un 45 por ciento de las especies de plantas. Según los autores, tuvieron que pasar seis millones de años para que el planeta recuperara la biodiversidad que había tenido antes del impacto, y para entonces todo era completamente diferente.
Pasaron seis millones de años hasta recuperar la biodiversidad, y para entonces ya todo era diferente
El análisis de los fósiles indica que seis millones de años después, el nuevo bosque tropical estaba dominado por angiospermas (o plantas con flores) y ya no era abierto, sino frondoso y cerrado como los bosques actuales, en los que las plantas compiten por la luz en diferentes alturas. En el caso concreto de la cuenca del Amazonas, los investigadores han reconstruido la secuencia de los hechos que llevaron a formar la que es hoy zona de mayor biodiversidad del planeta sobre un suelo muy poco fértil.
Un Amazonas frondoso y húmedo
La catástrofe global y la lluvia de ceniza pudo contribuir a fertilizar el suelo y cubrirlo con una capa rica en fósforo y nitrógeno, al tiempo que la ausencia de dinosaurios dejó más espacio y tiempo a la vegetación para proliferar. Las primeras plantas que crecieron en aquellas zonas relativamente cercanas al impacto fueron las leguminosas conocidas por su capacidad para enriquecer el suelo, y más tarde las angiospermas se impusieron a las coníferas, en un nuevo entorno que las favorecía.
El propio bosque, al crecer en espesura, retiene más humedad en una zona que anteriormente había sido seca, de manera que el sistema se retroalimentó, favorecido más adelante también por las frecuentes llegadas de partículas minerales procedentes del otro lado del Atlántico por la nueva configuración atmosférica planetaria.
“Es solo después del impacto cuando vemos que los bosques cambian su estructura”
“Es solo después del impacto cuando vemos que los bosques cambian su estructura”, dice Carvaho en Ars Technica. Hasta ahora, los científicos tenían datos sobre cómo habían sido las consecuencias del impacto de Chicxulub en algunas zonas templadas del planeta y se conocía que en lugares muy alejados, como Nueva Zelanda, los bosques no sufrieron cambios muy radicales. Sin embargo, nada se sabía hasta el momento sobre cómo cambiaron los bosques tropicales de África y Sudamérica, un cambio tan llamativo que ha sorprendido a los propios especialistas y ayuda a entender, a su juicio, las modificaciones que pueden introducir en los ecosistemas un solo evento catastrófico.
“Es notable que un solo accidente histórico alterara la trayectoria ecológica y evolutiva de los bosques tropicales, disparando esencialmente la formación del bioma más diverso de la Tierra”, concluyen los autores. Ahora esperan tomar muestras en otras regiones del planeta para tener una perspectiva aún más global de lo que sucedió.
Referencia: Extinction at the end-Cretaceous and the origin of modern Neotropical rainforests (Science)
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