Aunque mucha gente aún no es consciente, el cambio climático sigue provocando consecuencias negativas, no solo en la sociedad sino también en los ecosistemas y en la propia naturaleza. Con la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas programada entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos, que se convertirá en el centro de la descarbonización de la economía mundial tras construir un impero gracias al petróleo, es importante recordar la gravedad del cambio climático. Por lo tanto, si hay un problema global que debe estar presente en la mente del ser humano de forma constante es precisamente este.
El cambio climático es la modificación de la temperatura y del resto de variables que afectan a la formación y a la estabilidad de un clima. Estos cambios pueden ser naturales, debido a variaciones en la actividad solar o erupciones volcánicas de gran escala, por ejemplo. Pero desde hace varios siglos también se pueden dar como consecuencia de la actividad humana. Desde el origen de la Revolución Industrial (1760) los humanos han sido el principal motor del cambio climático potenciándolo, por ejemplo, con la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas.
El problema realmente llega cuando no somos del todo conscientes de que este fenómeno se está desarrollando con una velocidad e intensidad sin precedentes en la historia de la humanidad. Tal y como señala la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la envergadura del cambio climático es tan grave que los impactos cada vez son mayores y más peligrosos para la sociedad. Por ejemplo, la temperatura media del planeta ha aumentado de forma considerable desde la época preindustrial -1,11 (±0,13)°C- y los últimos ocho años transcurridos desde 2015 han resultado ser los más cálidos desde que se registran datos de temperaturas (1850).
Pero no son los únicos. El cambio climático también se manifiesta con mayor intensidad a través de fenómenos meteorológicos extremos, como danas, tormentas o huracanes, olas de calor más intensas y frecuentes, amplios incendios forestales o incluso intensas sequías. Impactos se hacen notar un poco más y que provocan, a su vez, daños económicos y sociales que se irán agravando con el paso del tiempo, como desperfectos en las cosechas y en la producción alimentaria o riesgos en la salud. Lo último de lo que se ha hecho eco: el cambio climático pone en peligro el proceso de la fotosíntesis (proceso en el cual la energía de la luz se convierte en energía química) en algunos árboles.
Las consecuencias del cambio climático en algunos árboles
El cambio climático es un problema global que alcanza una perspectiva ambiental, política, económica y social y cuyas peores previsiones implican enormes pérdidas en todos estos niveles. Sobre todo para la primera de ellas. Las últimas investigaciones de la revista Nature han puesto de relieve la temperatura crítica que están alcanzando algunos árboles como consecuencia del incremento de las temperaturas y la poca humedad. Se trata de los bosques tropicales, cuya maquinaria fotosintética comienza a fallar cuando se superan los 46,7ºC, aproximadamente.
El estudio señala que un porcentaje de las hojas de estos árboles podría estar acercándose al umbral estimado como temperatura máxima para que funcione la fotosíntesis y desarrollen así sus funciones dentro del ecosistema. Sin embargo, los datos aportados aún no son concluyentes ni mucho menos determinantes: tan solo el 0,01%, tal y como comenta la revista, de las hojas superan actualmente ese condicionante. Las mediciones que se llevaron a cabo fueron realizadas con un instrumento a bordo de la Estación Espacial Internacional entre 2018 y 2020, concluyendo, como se ha expuesto, que hay una pequeña porción de hojas que se exponen a más de 40ºC, temperatura donde la fotosíntesis naufraga.
El resto de la muestra de hojas alcanzan una temperatura máxima promedio de alrededor de 34ºC, un dato también a tener en cuenta en estudios de cara al futuro. Sobre todo analizando las predicciones de los autores de dicha investigación, quienes marcan que el porcentaje de inhibición de la fotosíntesis de los bosques tropicales podría aumentar un 1,4% durante los próximos años. Estos mismos agregan, no obstante, que esta temperatura umbral estipulada se enmarca dentro de los peores escenarios para las predicciones de cambio climático.
Aunque no se trate de una situación preocupante, sí que es cierto que debemos prevenir males mayores en relación a este fenómeno, principalmente por lo mucho que los árboles tropicales aportan a la biodiversidad. Estos bosques actúan como reservas críticas de carbono y albergan gran parte de la biodiversidad del planeta, por lo que el problema de su escasez fotosintética podría derivar en consecuencias negativas para gran parte del resto de seres vivos existentes. Además, son árboles muy sensibles al aumento de temperaturas, por lo que el cambio climático no juega a su favor.
Para intentar frenar todo esto, el Gobierno de España proclamó la Ley 7/2021 de cambio climático y transición energética. Esta obliga a los municipios de más de 50.000 habitantes y a los territorios insulares a adoptar Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS). Sin embargo, hay informes, como el propuesto por el Observatorio de Zonas de Bajas Emisiones de la Universidad Alfonso X el Sabio (UAX), que ponen en duda el desarrollo de dicha propuesta. "Resulta difícil entender que más del 80% de los ayuntamientos obligados a implementar este tipo de medidas no hayan sido capaces de poner en marcha PMUS para los cuales hay ayudas disponibles tanto a nivel europeo como nacional", destaca la investigación.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación