A las ratas les encanta que les hagan cosquillas. No solo emiten carcajadas ultrasónicas, sino que buscan la mano del investigador para que siga estimulándolas y dan saltitos de alegría durante el proceso. El equipo de Shimpei Ishiyama y Michael Brecht descubrió estas risas inaudibles hace unos años y ahora han seguido investigando para conocer mejor qué sucede a nivel fisiológico y neuronal cuando a un animal le hacen cosquillas.
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El resultado, publicado este jueves en la revista Science, no podría ser más interesante. Resulta que las ratas, como los humanos, también se ríen o no en función de su estado de humor. Si previamente se las ha estresado o 'enfadado', las cosquillas no funcionan y no se 'ríen' como cuando están de buen humor. Los investigadores han monitorizado la actividad neuronal de los roedores mientras se les sometía a diferentes estímulos y han descubierto que una determinada región del cerebro, la corteza somatosensorial asociada al tacto y la percepción del propio cuerpo, juega un papel esencial durante las cosquillas.
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Para asegurarse de que la región identificada era la correcta, los autores del trabajo también hicieron el proceso inverso: estimularon las neuronas de la corteza implicadas en la reacción e indujeron las carcajadas de las ratas sin hacerles cosquillas. Los hallazgos confirman, como ya adelantaba Darwin, que "la mente debe estar en una condición placentera" para que las cosquillas produzcan la risa. También son coherentes con la idea de que se activa el sistema de recompensa del cerebro, pues los animales - como se observa en los vídeos - se aproximan a la mano del experimentador en busca de más cosquillas y dan saltitos que los autores interpretan como "de alegría".
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Referencia: Neural correlates of ticklishness in the rat somatosensory cortex (Science)
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