“Yo, por mi parte, no estoy tan impresionado por el éxito de nuestra civilización aquí como para pensar que somos el único punto de este inmenso universo que contiene criaturas vivas y pensantes”. Con estas palabras se manifestaba el primer ministro británico Winston Churchill en 1939, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, en un artículo escrito seguramente para un periódico dominical y que nunca llegó a ser publicado. El artículo inédito, en el que Churchill expresa sus ideas sobre la posibilidad de que exista vida en otros planetas con una clarividencia sorprendente para la época, lo ha recuperado del olvido el astrofísico Mario Livio, quien lo encontró a través del director de un museo de la localidad de Fulton, en Missouri, y ahora ofrece un adelanto en la revista Nature.
El artículo, mecanografiado en 11 páginas, llevó el título original de “¿Estamos solos en el espacio?”, aunque el propio Churchill lo reviso años más tarde para cambiarlo por “¿Estamos solos en el universo?”. Para Livio, lo más destacable es que el mandatario inglés razonaba más como un científico que como un político, y ponía el acento en los puntos clave. “En un tiempo en que buena parte de los políticos huyen de la ciencia, encuentro emocionante recordar a un líder que se implicaba en ella tan profundamente”.
En su ensayo, Churchill considera improbable que los humanos y nuestro planeta seamos algo tan único en el universo, y se plantea cuál sería la definición más sencilla de la vida, basada en su capacidad de reproducirse y multiplicarse. En el texto se plantea la necesidad de que exista agua en otros mundos para hacer posible la vida y habla de un concepto que ha adquirido una gran actualidad tras el descubrimiento de los exoplanetas: la zona de habitabilidad en la que un planeta está a la distancia suficiente de la estrella para que el agua permanezca en estado líquido. En este sentido, razona, solo Marte y Venus reunirían las condiciones para haber albergado alguna vez algún tipo de vida, y descartar.los otros planetas por estar demasiado calientes o demasiado lejos del Sol.
A partir de aquí, Churchill se plantea la posibilidad de que existan planetas que orbiten alrededor de otras estrellas. “El Sol es una estrella más de nuestra galaxia”, argumenta, “que contiene muchos miles de millones de estrellas”. Sobre la posibilidad de que la formación de planetas sea rara, como había pronosticado erróneamente el astrofísico James Jeans in 1917, Churchill se muestra escéptico y deja una puerta abierta. Quizá los planetas no se formaron de esta manera, asegura. “Sabemos que hay millones de estrellas dobles, y si ellas se han formado, ¿por qué no pueden haberlo hecho sistemas planetarios?”. “No soy tan presuntuoso como para creer que mi sol es el único con una familia de planetas”, sentencia.
Con todos estos elementos, el líder británico se atreve a especular con que una buena parte de los planetas extra solares “tendrán el tamaño adecuado para mantener agua en su superficie y de alguna manera en su atmósfera”. Y algunos “estarán a la distancia justa de su estrella madre para mantener una temperatura apropiada”. Todas estas afirmaciones, destaca Livio en su comentario para la revista Nature, las realizó Churchill en 1939, mucho antes de que se descubrieran los primeros exoplaneta y de que Frank Drake propusiera su famosa ecuación sobre la posibilidad de vida extraterrestre. “Con cientos de miles de nebulosas, cada una de ellas con millones de soles, hay una posibilidad enorme de que muchísimas de ellas posean planetas cuyas circunstancias no sean incompatibles con la vida”, escribe Churchill.
Sobre la exploración espacial por los humanos, el mandatario inglés está convencido de que viajaremos por el Sistema Solar. “Un día”, escribe, “posiblemente incluso en un futuro no muy lejano, será posible viajar a la Luna e incluso a Venus y a Marte”. Sin embargo, destaca, los viajes interestelares serán intrínsecamente difíciles, y recuerda que viajar a la estrella uñas cercana nos llevaría al menos cinco años viajando a la velocidad de la luz para ir y volver, por lo que sería difícil alcanzar galaxias como Andrómeda, la mas cercana a la Vía Láctea, que se encuentra cientos de miles d aveces uñas lejos que las estrellas uñas cercanas.
Para terminar, Churchill hace una reflexión que parece plenamente actual. “Yo, por mi parte, no estoy tan impresionado por el éxito de nuestra civilización aquí como para pensar que somos el único punto de este inmenso universo que contiene criaturas vivas y pensantes”, sentencia, “o que somos el más alto ejemplo de desarrollo físico y mental que ha aparecido jamás en los enormes confines del espacio y el tiempo”.
Referencia: Winston Churchill’s essay on alien life found (Nature) DOI 10.1038/542289a
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