La noche del 3 de junio de 2013 estaba previsto que el asteroide Chariklo pasara frente a la estrella UCAC4 248-108672 y sería observable desde el sur de América. Chariklo es el miembro de mayor tamaño de un tipo de objetos conocidos como centauros y su órbita se encuentra entre la de Saturno y Urano, en la periferia del Sistema Solar. Utilizando siete telescopios, incluyendo el telescopio danés de 1,54 metros y el telescopio TRAPPIST, ambos en el Observatorio La Silla de ESO, en Chile, los astrónomos fueron capaces de ver que, aparentemente, la estrella desparecía durante unos segundos a medida que Chariklo pasaba frente a ella, lo que se denomina una ocultación.
Pero encontraron mucho más de lo que esperaban. Unos segundos antes y unos segundos después de la ocultación principal, hubo dos bajadas más, muy cortas, en el brillo aparente de la estrella. ¡Algo alrededor de Chariklo bloqueaba la luz! Comparando lo que se vio desde los diferentes emplazamientos, el equipo pudo reconstruir, no solo la forma y el tamaño del objeto en sí, sino que descubrieron que se trataba del primer objeto del Sistema Solar que no es un planeta pero presenta anillos a su alrededor.
Los anillos tienen tres y siete kilómetros de ancho
El equipo descubrió que el sistema está formado por dos anillos muy definidos de tan solo tres y siete kilómetros de ancho, separados por un espacio despejado de nueve kilómetros — alrededor de un objeto que tiene unos 250 kilómetros de diámetro. La observación les permitió determinar la forma, la anchura, la orientación y otras propiedades de los nuevos anillos descubiertos que ahora publican en la revista Nature.
"No estábamos buscando un anillo y no creíamos que cuerpos pequeños como Chariklo los tuvieran, por lo que el descubrimiento – y la impresionante cantidad de detalles que vimos en el sistema – ¡ha sido toda una sorpresa!" afirma Felipe Braga-Ribas, investigador del Observatorio Nacional/MCTI, Río de Janeiro y autor principal del nuevo artículo. "Para mí fue sorprendente descubrir que éramos capaces, no sólo de detectar un sistema de anillos, sino de especificar que se trata de dos anillos claramente diferenciados", añade Uffe Gråe Jørgensen, del Instituto Niels Bohr, en Dinamarca. "Intento imaginar cómo sería estar sobre la superficie de este objeto helado, — lo suficientemente pequeño como para que un coche deportivo pequeño que alcanzase la velocidad de escape lo lanzara a través del espacio — y mirar fijamente a un sistema de anillos de 20 kilómetros de ancho mil veces más cerca que la Luna".
El objeto tiene 250 km de diámetro y podría tener su propia Luna
Pese a que hay muchas preguntas que permanecen sin respuesta, los astrónomos creen que este tipo de anillos parecen formarse a partir de los restos generados tras una colisión. Los restos quedan confinados en los dos estrechos anillos por la presencia de pequeños satélites putativos. "Por tanto, al igual que los anillos, es muy probable que Chariklo tenga, al menos, una pequeña luna esperando ser descubierta," añade Felipe Braga Ribas.
Los anillos pueden ser un fenómeno que, a su vez, lleve a la formación de una pequeña luna. Una secuencia de acontecimientos como esta, a una escala mucho mayor, podría explicar el nacimiento de nuestra propia Luna en los inicios del Sistema Solar, así como el origen de muchos otros satélites alrededor de planetas y asteroides. Los responsables del proyecto llaman de manera provisional a estos anillos con los sobrenombres de Oiapoque y Chuí, dos ríos cerca de los extremos norte y sur de Brasil.
Fuente: European Southern Observatory (ESO)
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