Ciencia

El hombre que vivirá dentro de un iceberg

El aventurero italiano Alex Bellini viajará el próximo invierno a Groenlandia y se instalará en la superficie de un iceberg dentro de una cápsula de supervivencia. Su intención es permanecer el máximo tiempo posible, con un límite de 12 meses, hasta que el iceberg colapse con él dentro.

En el año 2002 Alex Bellini estaba estudiando contabilidad en una universidad italiana cuando se dio cuenta de que algo no iba bien. Comprendió que aquello no le apasionaba y que debía hacer lo que verdaderamente le gustaba. Desde entonces decidió dedicar su vida a la aventura y ha cruzado el Sáhara corriendo, el Atlántico y el Pacífico a remo, Alaska en trineo, y la distancia entre Los Ángeles y Nueva York al más puro estilo Forrest Gump. Su siguiente aventura, que comenzará el próximo invierno, consiste en instalarse en el interior de un iceberg frente a las costas de Groenlandia y probarse a sí mismo cuánto puede aguantar un ser humano aislado en el interior de una cápsula de supervivencia. Nos atiende desde Londres por videoconferencia.

¿Cómo describiría usted su aventura?

El objetivo es sobrevivir en lo alto de un iceberg para ser testigo y documentar los últimos momentos de vida de uno de estos gigantes helados. Mientras hacemos esto queremos da una nueva perspectivas de temas como el calentamiento global. Pero no vamos a dar pruebas de que los icebergs se derriten, que sería trivial, sino que queremos dar a la gente la oportunidad de hablar de esto y también de explorar cómo el miedo y el dolor se ven afectados por la falta de movimiento en un ambiente como un iceberg. Es también una investigación sobre cómo un ser humano puede vivir con esto.

¿Ha probado ya la cápsula de supervivencia?

Todavía no. La cápsula se está construyendo ahora en EEUU y la empresa trabaja con compañías japonesas para proveerles de refugio en caso de terremoto o tsunami. Probablemente es la mejor cápsula que podría tener, pero aún no la he probado. Lo haremos en los próximos cuatro o cinco meses.

Estará un año dentro, ¿no podrá salir y caminar por el iceberg?

Déjame matizar algo. Los medios han dicho que estaré doce meses en el iceberg, pero no es exacto porque no puedo predecir cuánto tiempo estaré. El objetivo es permanecer en el iceberg el máximo tiempo posible. Todo iceberg se da la vuelta o se parte en algún momento. En esta situación estaré forzado a abandonarlo, por eso no puedo predecir lo que durará la aventura. Por otro lado, estaré el 90% de mi tiempo dentro de la cápsula, porque es el lugar más seguro en el que estar. Podré salir para coger hielo y tener agua, arreglar el equipo alrededor de la cápsula… Pero cuanto más tiempo esté fuera más peligroso será, porque no puedo predecir cuándo se volcará el iceberg y me puede pillar fuera de la cápsula.

¿Tiene previsto hacer ejercicio?

Lo haré y no solo para estar en forma, sino también porque la falta de movimiento puede limitar la capacidad de mi cerebro de procesar información. 

¿Y qué comerá?

Tendré muy buena comida. Normalmente los escaladores o aventureros usan comida desecada, pero yo llevaré comida termoestabilizada, bastante diferente, que ha sido cocinada a alta temperatura durante 10-15 minutos y esto mata los microorganismos para que no se estropee.  Estamos discutiendo si empezaré con toda la comida o si tendré dos suministros por vía aérea, uno cada tres meses.

¿A qué distancia estarán los equipos de rescate?

Esto depende del presupuesto que consigamos. Si podemos permitirnos tener un barco cerca podría ser una buena idea. Si no alcanza el presupuesto, el equipo estará en tierra, en un lugar llamado Ilullisat. Si los buscas, verás dónde está. La bahía de Baffin tiene 300 millas, así que en el peor caso estaré en el medio a 150 millas (241 km). En barco serían unas 24 horas, ya sé que eso es mucho tiempo si estás en peligro, así que tengo que estar seguro de que la cápsula me proteja. En el peor escenario se podría enviar un helicóptero o un avión, pero confío mucho ya que en mi cápsula, que ha sido probada en las peores condiciones, es el lugar más seguro en el que puedo estar. 

El peor escenario es que el iceberg se hunda y usted quede atrapado debajo.

Tendré un suministro de oxígeno dentro de la cápsula, pero por su forma redonda la cápsula es una especie de burbuja. La han probado y mantenerla debajo del agua es muy difícil, porque empuja y trata de subir hacia arriba. Podría suceder y en esa situación tendría oxígeno y podría contactar con mi equipo o si ellos dejaran de verme intervendrían para rescatarme. Hemos manejado alrededor de 150 hechos que podrían afectar a mi seguridad y los hemos considerado todos.

¿Cómo se elegirá el iceberg?

Se elegirá a partir de tres factores. Primero el tamaño, que será de unos 100 metros, como un campo de fútbol. Debe ser plano en la parte de arriba, no con forma piramidal ni irregular, y el iceberg debe dirigirse al sur, para adentrarse en aguas más calientes. Solo una pequeña porción de los icebergs va en este sentido, la mayoría va al norte, debido a las corrientes.

¿Si fuera al norte sería peligroso?

No, solo haría la aventura más larga. No hay peligro asociado a la dirección que tome el iceberg.

¿Cómo se le ocurrió la idea de subirse a un iceberg?

Cuando estaba remando en el Pacífico en 2008 conocí la historia de Umberto Nobile y me inspiró para hacer este tipo de aventura. Nobile sobrevoló en 1928 el Polo Norte a bordo del dirigible Italia y al volver se estrelló. Él y otros diez miembros de su tripulación se apañaron para sobrevivir en un trozo de hielo durante 40 días. No era un iceberg, pero era un trozo de hielo flotando.  Su historia y la de Ernest Shackleton  me han inspirado.

Tiene usted un largo historial de aventuras

Bueno, en 2001 crucé el desierto del Sahara en la ultramaratón de Las Arenas, en 2002 y 2003 crucé dos veces Alaska en trineo, unas 2.000 millas, en 2004 hice mi primer intento de cruzar el Atlántico a remo, pero tuve un naufragio en Formentera después de 23 días. En 2005 embarqué en Génova y salí del Mediterráneo hasta llegar a Fortaleza en Brasil. Después, en la mismo embarcación, crucé el Pacífico. En 2011 corrí desde Los Ángeles e hice 7000 kilómetros hasta Nueva York en 70 días... Fue muy duro, sinceramente.

La gente se pregunta por qué hacen los aventureros estas cosas...

Obtienes un gran sufrimiento y un montón de dolor, pero creo que lo mejor que puedo hacer para mejorar el mundo es hacer lo que me gusta hacer. En 2002 estaba estudiando contabilidad en la Universidad y me di cuenta de pronto de que aquello no me apasionaba, así que decidí dedicarme a las aventuras. Solo puedo ser mejor persona haciendo algo que me gusta. Es mi actitud personal en la vida.

¿Tiene hijos?

Dos hijas, de 3 y 5 años.

¿Y qué dice su mujer?

Ella se preocupa hasta cierto punto, pero compartimos el modo en que queremos vivir. No solo es me mi mujer, también es mi manager y la coordinadora de mi proyecto y compartimos la misma idea de la vida, que merece ser vivida por encima de todo. A veces me siento muy frustrado porque les echo mucho de menos, pero mientras sé que lo único que puedo darles una vez que me muera será darles referencias, ideas, historias... Esa es mi forma de dejarles algo.

¿Estará comunicado dentro de la cápsula?

  Sí, a través de teléfono vía satélite

¿Cómo será la vida diaria?

Va a ser muy aburrido, no pasará nada. Va a ser una larga espera hasta que acabe. Por eso quiero estar ocupado investigando y hacer conferencias a través de internet, porque en el iceberg es muy probable que pase días y días y semanas sin hacer nada. Ese es  el gran desafío, cómo evitar volverse loco debido a la falta de actividad. Estudiaré, leeré, escribiré... Si tienes alguna idea, por favor compártela conmigo (risas)

¿Tuiteará sus experiencias?

Sí, tendré una cuenta de Twitter, queremos compartir la experiencia con la gente y los seguidores. Hicimos algo así cuando crucé el Pacífico, y había muchos seguidores esperando que les contara mis avances.

Estará en un espacio muy estrecho, sentado, sin hacer nada y tuiteando. ¿Se da cuenta de que no será muy distinto de lo que hace la mayoría de la gente, y sin embargo es usted  un aventurero?

Estoy totalmente de acuerdo (risas). Creo que la gente desea siempre algo que no tiene. Cuando estaba cruzando el Pacífico había mucha gente que me escuchaba desde el coche, porque tenía una conversación semanal con un programa de radio. Ellos pensaban que yo estaba loco, pero desde mi perspectiva ellos eran los locos, porque estaban en el atasco, yendo y viniendo del trabajo. Pero a pesar de todo a veces les envidio, porque soy una persona solitaria pero a veces la soledad es demasiado y no la puedo soportar y deseo ser una persona normal, estar sin hacer nada. Por eso soñamos constantemente con cosas que no tenemos al alcance, ésta es la gran contradicción del ser humano. La vida me ha dado la oportunidad de vivir mi sueño y mientras lo vivo a veces sueño con lo que dejé en casa.

¿Qué es lo que piensa cuando está en esta soledad, cuál es su estrategia para resistir?

Soy una perdona a la que le gusta la soledad, así que no es una tortura para mí estar aislado y solo. A veces gracias a este aislamiento puedo explorarme a mí mismo y esto es el mayor desafío y la mayor aventura. El secreto es recordarte a ti mismo la razón por la que estás ahí. Es parte de ese gran juego que es la exploración, tienes que estar preparado para afrontar las crisis más profundas. Si las superas volverás convertido en una persona más sabia y mejor.

¿Qué razón se repetirá a sí mismo cuando esté en el iceberg?

La verdad es que cuando se rompen todos los planes no sabes qué pasará, te lo diré cuando regrese.

¿Cuál ha sido el peor momento que ha tenido en exploración?

Si buscas en Youtube podrás verme llorando. En esa situación tenía miedo de morir y no podía ni siquiera entender qué hacía allí. Estaba viviendo algo fuera de mi control, eso me provocaba estrés, la sensación de perder mi equilibrio y fue algo que me abrió la mente. Y desde aquel momento la aventura tuvo una razón más profunda. La razón era desarrollar la actitud de aceptar lo que no puedes controlar.

Fue en mitad del Pacífico...

Habían pasado alrededor de ocho meses desde que salí de Lima. Durante los dos meses anteriores remaba durante el día y durante la noche, cuando descansaba, los vientos me arrastraban para atrás, así que me alejaba constantemente de mi objetivo, de Australia. Y entonces no podía controlar la situación, estaba estresado, estaba cansado, realmente quería irme a casa, pero no podía porque era yo la única persona que me podía permitir volver, así que tenía que remar. Durante dos meses remé pensando algo así como ‘o remas o mueres’, no hay opción, y eso me dio una fuerza que no había sentido nunca. La desesperación me hizo una persona más fuerte, fue una experiencia increíble.  

¿Salió adelante porque el viento paró o porque remó más fuerte?

Salí porque me hice más fuerte y acepté el viento y las cosas que no podía controlar. Me centré en lo que podía controlar, mi mente y mi esfuerzo... Piensa en lo diferente que puede ser la misma experiencia para dos personas, el mismo problema puede parecer para ti una amenaza y para mí una oportunidad. Es un problema de lo que te dices a ti mismo y esto es una parte muy importante en tu vida.

* Con la aventura de Alex Bellini inauguramos una sección en Next sobre exploración polar. Se llamará "Atrapados en el hielo" y correrá a cargo de Javier Peláez (@irreductible). A partir del mes de junio. 

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