Si se consume más fosfato en los alimentos, la presión arterial y la frecuencia del pulso aumentan incluso en los adultos jóvenes sanos, según los resultados de un estudio dirigido por la Universidad de Basilea (Suiza) y publicado en la revista 'Journal of the American Society of Nephrology'.
Hacen que el queso procesado se pueda untar, previenen que el café se aglome y ayudan a preservar muchos productos cárnicos. Los fosfatos son un aditivo común en alimentos producidos industrialmente. Los naturales también contienen fosfatos, pero los hábitos modernos de alimentación indican que estamos aumentando nuestra ingesta de estos productos. El aumento del consumo de alimentos procesados ha incrementado significativamente la ingesta de fosfato en los últimos años, que ahora a menudo supera la ingesta diaria de 700 miligramos recomendada en Estados Unidos.
Como un alto nivel de fosfato puede conducir, por ejemplo, a depósitos de grasa en los vasos sanguíneos, desde hace tiempo se recomienda una dieta baja en fosfato para las personas con problemas renales crónicos. Sin embargo, un aumento en el fosfato de la dieta también aumenta la probabilidad de desarrollar o incluso morir de arteriosclerosis o una enfermedad cardiovascular en personas sanas. Esto ha sido demostrado por estudios epidemiológicos que examinan la conexión entre los factores de riesgo potenciales y ciertas enfermedades.
Por primera vez, un equipo de investigación, dirigido por el profesor Reto Krapf de la Universidad de Basilea, ha verificado esta conexión estadística en un estudio cualitativo con 20 sujetos sanos. Durante 11 semanas, la mitad de los participantes recibió una dosis adicional de fosfato de sodio en forma de tableta junto con su dieta normal. Esto aumentó el contenido de fosfato en su sangre a un nivel superior a la media, aunque es una cifra que "está muy extendida en la población".
El segundo grupo tomó un aglutinante de fosfato que inhibe la ingesta de la sustancia en el cuerpo. También recibieron sal como cloruro de sodio para igualar la ingesta de sodio del primer grupo. Después de seis semanas, los médicos examinaron los efectos de las diferentes dietas en varios indicadores cardiovasculares, como la presión arterial y el pulso.
Una comparación de los dos grupos mostró que el aumento de la ingesta de fosfato aumentó significativamente la presión arterial sistólica y diastólica de adultos jóvenes sanos, en 4,1 y 3,2 mmHg, respectivamente. Al mismo tiempo, la frecuencia del pulso aumentó en un promedio de cuatro latidos por minuto.
Los investigadores muestran que el aumento de la ingesta de fosfato, más específicamente un aumento en el nivel de fosfato sérico, activa el sistema nervioso simpático, que acelera la actividad cardíaca y aumenta la presión arterial. El estudio demostró que el efecto era reversible: dos meses después del final del estudio, los niveles de los participantes habían vuelto a la normalidad.
Sin efecto de la vitamina D
La vitamina D se receta cada vez más por varias razones. Estimula la absorción intestinal de fosfato incrementando aún más la carga de fosfato, pero también como supuesto efecto cardioprotector. Por lo tanto, en la segunda fase de este estudio, se examinó el efecto de un suplemento adicional de vitamina D. Sin embargo, no se encontró influencia mensurable en los valores cardiovasculares en ninguno de los grupos.
"Nuestros resultados proporcionan una explicación importante para la asociación de la ingesta de fosfato dietético con el aumento de la morbilidad y mortalidad cardiovascular en la población general. Estas conclusiones son importantes para la salud pública y deberían examinarse más a fondo en estudios más amplios en varios grupos de población", concluye el líder del estudio, Reto Krapf.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación