Un varamiento puede definirse como la llegada a tierra firme del cadáver de un animal marino o de un individuo vivo que, por sus características biológicas o por su estado de salud, es incapaz de volver al medio marino. A pesar de que el término puede usarse en otros contextos, suele estar reservado para los mamíferos y las tortugas marinas.
En base a los últimos datos públicos en España, actualmente algo desfasados, en los 6.500 km de costas españolas se registraban hasta el año 2000 un promedio de 574 varamientos anuales de cetáceos, focas y tortugas.
Las causas, las mismas que provocan el descenso de sus poblaciones, son generalmente de origen humano. Entre ellas figuran la interacción con artes de pesca, la colisión con embarcaciones, los daños producidos por basura marina (principalmente plásticos) así como los efectos directos e indirectos de la contaminación química y acústica (tráfico marítimo, sónares militares).
Estas últimas causas, además, pueden incrementar la incidencia de varamientos originados por enfermedades infecciosas o parasitarias al generar procesos de inmunosupresión.
¿Qué son las redes de varamientos?
Ante la necesidad de prestar auxilio a los animales marinos que llegan a las costas, surgieron de forma aislada en distintos lugares costeros de países desarrollados las redes de varamientos.
Inicialmente las redes de varamiento eran muy heterogéneas en términos de objetivos (auxilio de animales vivos y/o estudio de animales fallecidos), especies (cetáceos, tortugas, pinnípedos y raramente tiburones), infraestructura, protocolos de actuación, cualificación del personal, etc.
Actualmente, son estructuras que generan una respuesta coordinada cuando se informa de un varamiento. Según los expertos en mamíferos marinos Joseph R. Geraci y Valerie J. Lounsbury, estas redes tienen un triple objetivo:
- Asistir y rehabilitar a los animales vivos para su reintroducción en el medio marino.
- Aprovechar la información que se pueda extraer de estos sucesos.
- Retirar los individuos muertos de la costa, ya que suponen un potencial peligro biológico para las personas, la fauna y el ecosistema.
Panorama en España
En España, las redes de varamientos comenzaron su andadura entre los años 70 y 80 a cargo de instituciones como universidades, centros de investigación, museos, centros de recuperación, ONG, etc. Estos equipos han desarrollado su labor de manera continua o intermitente.
En la actualidad existen redes de varamiento implantadas en casi todo el territorio nacional, aunque su capacidad operativa es desigual. En muchas ocasiones carecen de los recursos básicos para poder actuar de manera apropiada.
Las redes de varamiento necesitan centros de recuperación donde los animales en malas condiciones de salud puedan ser rehabilitados antes de reintroducirlos en el medio marino.
Gestión de los animales vivos y muertos
En el caso de varamientos de animales vivos, deben primar la rapidez y eficacia. El equipo veterinario de la red de varamientos debe decidir entre su reintroducción inmediata, el intento de recuperación mediante su tratamiento in situ o en un centro de recuperación y la eutanasia en aquellos casos en los que las perspectivas de supervivencia del animal sean escasas debido a su condición o a los medios disponibles.
En el caso de grandes cetáceos (como rorcuales y cachalotes), el pronóstico es siempre negativo, pues por su tamaño el manejo es muy complicado. Al no poder ser trasladados, su permanencia en la playa conlleva inexorablemente la muerte, no sólo por la patología que ha provocado el varamiento, sino por la deshidratación y por el aplastamiento que sufren estos animales por su propio peso.
Tanto a los animales que varan muertos como a aquellos que son eutanasiados o no sobreviven a su tratamiento se les debe realizar una necropsia reglada que aportará más información, siempre efectuada por personal veterinario especializado.
¿Qué información científica proporcionan?
Los ejemplares varados son un excelente recurso de información sobre la biología y ecología de estas especies. En España se han realizado diversos intentos para unificar los protocolos de actuación en caso de varamiento.
En noviembre de 2022, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico actualizó el protocolo de actuación ante varamientos de cetáceos elaborado en 1999 por la Sociedad Española de Cetáceos.
Este protocolo nacional nace con el objetivo de coordinar los esfuerzos necesarios para dar una atención apropiada a los ejemplares varados y conocer su estado sanitario. Esto permite evaluar el riesgo real que existe para su conservación y su susceptibilidad ante posibles amenazas, en el marco del desarrollo de las estrategias marinas.
Además, también se publicó en la misma fecha la estrategia para la conservación de la tortuga común (Caretta caretta) y otras especies de tortugas marinas en España.
Hay que tener en cuenta que el estudio de individuos vivos de tortugas y mamíferos marinos es complejo por motivos técnicos, éticos y legales. Analizarlos en profundidad está limitado a aquellos animales mantenidos en cautividad –un aspecto cada vez más cuestionado por la sociedad–. En el caso de los animales en libertad, sobre ellos exclusivamente se pueden aplicar técnicas poco o nada invasivas (por ejemplo: avistamientos, fotos para su identificación, biopsias cutáneas), limitadas pero muy útiles particularmente en el campo de la ecología.
Los cadáveres obtenidos de los varamientos suponen una fuente de información excepcional de cara a la investigación científica de estas especies, especialmente en ciertos ámbitos científicos como la ecología y biología (dieta, edad, reproducción), la anatomía, la fisiología y la toxicología.
Además, son la mejor herramienta para comprender las causas de muerte y otros factores que afectan a la salud de los animales y, en consecuencia, las amenazas a las que están expuestas sus poblaciones. Todo esto permite la toma de decisiones y el diseño de medidas de gestión basadas en la evidencia científica.
No obstante, la información obtenida a partir de las necropsias o las muestras derivadas de estas no está exenta de limitaciones, especialmente derivadas de los procesos de descomposición de los cadáveres, que puede limitar la información que se puede extraer en estos procesos.
La gran mayoría de las poblaciones de tortugas marinas y mamíferos marinos que habitan o transitan por las aguas adyacentes a la costa española están amenazadas en mayor o menor medida. Además, es importante recalcar la consideración de estas especies como bioindicadoras de la salud de los océanos, de forma que su estudio no solo es útil de cara a su propia conservación, sino la de todo el ecosistema marino.
Emma Martínez López, Profesora Titular de Toxicología, Universidad de Murcia; Gabriel López Berenguer, Investigador postdoctoral en el Área de Toxicología, Universidad de Murcia y José Peñalver García, Profesor Asociado Toxicología, Universidad de Murcia.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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