Las hidras son unas pequeñas criaturas de agua dulce con forma alargada y menos de 20 milímetros de longitud. Están equipadas con un anillo de tentáculos en un extremo, y utilizan el otro para adherirse a rocas u otras superficies esperando a una posible presa.
En el momento en que un animal roza sus tentáculos, la hidra dispara púas envenenadas para paralizarlo. A continuación, contrae los tentáculos y un grupo especial de células se separa para mostrar una boca con la que chupa a su víctima. Una vez que ha digerido la comida, mantiene la boca abierta para escupir cualquier material sobrante, la vuelve a sellar con una capa de tejido, y espera a la siguiente presa.
Para poder abrir la boca, las células de la hidra cambian de forma
Hasta ahora el mecanismo que utilizan estos animales no se había observado con precisión, pero un nuevo trabajo publicado en Biophysical Journal ha conseguido mostrar este proceso por primera vez en imágenes y ha revelado que las células de estos animales se deforman para poder efectuar estos movimientos.
“Hasta ahora no se sabía cómo actuaban las hidras para dejar al descubierto su boca porque las herramientas de imagen necesarias no existían. Usando fluorescencia y técnicas de microscopía modernas, hemos logrado mostrar cómo funciona este biomecanismo”, explica a Sinc Eva-Maria S. Collins, investigadora en la Universidad de California en San Diego (EE UU) y autora principal del estudio.
Deformación celular
Debido a que la apertura de la boca requiere grandes cambios morfológicos, algunos biólogos habían pensado que la hidra reorganiza la posición de sus células entre los tentáculos para extender la apertura.
No obstante, la velocidad con que la hidra lleva a cabo este proceso hizo sospechar a los investigadores que el mecanismo que había detrás tenía que ser distinto. Por eso marcaron las células y analizaron los cambios de posición.
“Cuando la hidra abre la boca a veces llega a ser más ancha que su propio cuerpo”
Las imágenes mostraron que las células de la hidra cambian de forma cuando su boca se abre, en lugar de moverse. Una vez disparadas, las fibras orientadas radialmente en el tejido del animal se contraen para separar las células unas de otras, tal y como se contraen los músculos del iris para abrir nuestras pupilas. Cuando los investigadores añadieron cloruro de magnesio que actuase como un relajante muscular, las hidras no pudieron abrir la boca.
“Es realmente sorprendente que las células sean capaces de separarse para acomodar la abertura de la boca, que a veces llega a ser más ancha que el propio cuerpo de la hidra”, comenta Collins. Los científicos también han señalado que la hidra es capaz de abrir la boca con diferentes tamaños y que el grado en que pueden abrirla está controlado por señales nerviosas.
Futuras investigaciones
Debido a que la hidra es un animal tan simple y es capaz de regenerarse después de la disociación completa en células individuales, los investigadores ven la oportunidad de utilizar técnicas similares a las empleadas en sus experimentos para examinar cómo se desarrolla un organismo a partir de un grupo estructurado de las células en un cuerpo complejo.
Según Collins, su trabajo les servirá en el futuro para examinar más de cerca dos procesos que son fundamentales para todos los organismos: la formación de tejidos y sus patrones. “Por ahora estamos tratando de investigar con mayor precisión los mecanismos de control neuronal por el cual se logra la apertura de la boca”, concluye la experta.
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