La experiencia de mirar el fondo marino a 1.000 metros de profundidad es, para Luis Somoza, "como contemplar la superficie de otro planeta". Él y su equipo se encuentran al sur de Lanzarote a bordo del buque oceanográfico “Sarmiento de Gamboa” en la primera misión hispano-lusa para analizar la vida junto a los volcanes submarinos profundos entre 1.000 y 3.500 metros. La expedición SUBVENT partió de Vigo 9 de marzo y ya ha hecho su primer gran descubrimiento: el equipo ha localizado y filmado grandes bancos de mejillones profundos quimiosintéticos del género Bathymodiolus viviendo alrededor de manantiales de metano a 900 metros de profundidad en el Golfo de Cádiz. Estos mejillones de aguas profundas son del género Bathymodiolus y se alimentan de la síntesis de los productos químicos emanados naturalmente del subsuelo marino como el metano y sin la presencia de luz. Charlamos con el jefe de la expedición justo antes de una inmersión en aguas canarias.
La vida extrema nos queda más cerca de lo que pensábamos, ¿no?
Sí, acabamos de descubrir grandes bancos de mejillones y tapices bacterianos rodeados de metano. Estas formas de vida se conocían en zonas de dorsales de aguas calientes, pero no aquí. Lo que hemos visto está a unos 160 km de la costa de Cádiz, pero hay volcanes a apenas 50 km. Hemos visitado unos 15 volcanes y solo dos nos salen activos. Los demás están como latentes, y aparecen con fauna muerta.
¿Qué es lo que han visto?
La forma más grande de vida son los mejillones, pero también hay pequeños bivalvos y hemos cogido algún pez. En las inmersiones descubrimos que había piñas de mejillones de unos 20 o 30 metros de longitud, con una densidad grandísima. Y en otras hemos visto grandes acumulaciones de mejillones muertos con una densidad enorme, no cabían nada más que conchas.
Y viven junto a las emanaciones de gas.
Tenemos que comprobar todos los datos, pero en principio todo apunta a que es gas metano. Lo interesante es que hay vida en aquellos volcanes que están activos, donde se acaba el gas aparecen muertos. Cuando lo ves, es como una especie de oasis, cuanto más actividad tenga el volcán más vida hay.
¿Y cómo han llegado hasta aquí?
De la evolución no se sabe mucho, ni de por qué colonizan el golfo de Cádiz tampoco. Pueden venir de la dorsal atlántica, porque las larvas pueden viajar por el océano. Corrientes hay de sobra, son como las rutas de las líneas aéreas a diferentes capas y cada una tiene un destino. La circulación oceánica tiene muchas vías de trasporte, y desde Azores al golfo de Cádiz no les faltan corrientes.
¿Qué podemos aprender conociendo estas formas de vida?
Podría servir para estudiar la vida en otros planetas, donde no hay oxígeno. O el origen de la vida. Quizá, si hubiéramos vivido rodeados de metano, tú y yo podríamos tener branquias quimiosinténticas.
El robot LUSO, ¿ha tomado muestras?
Sí, es la primera vez que se exploran estas profundidades con un barco español y un robot portugués. Es una tecnología extraordinaria que hasta hace poco solo empleaban los americanos. Coge muestras pequeñas a través de una especie de tubos, no solo de los mejillones, también de algunos tapices bacterianos. Son manchas de medio metro en el fondo del mar, se notan mucho porque el fondo es marrón y los tapices son blancos, negros o rojos.
Y reciben imágenes en tiempo real
Sí, cuando vimos los mejillones a mil metros nos parecía algo hipergaláctico, es como subir a la Luna o como si te suben en un cohete espacial y te dejan en la superficie de Marte. Es muy emocionante, estamos procesando las imágenes de los mejillones para que podáis verlas.
¿Subieron mejillones a bordo? ¿Qué aspecto tienen?
Bueno, son mejillones como más gorditos, tienen buena pinta. Hacemos la broma entre nosotros, pero ¡nadie quiere probarlos al vapor! (risas).
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