¿Cómo aprende nuestro cerebro a ver, oír y tocar? Hasta ahora se creía que este proceso de organización se producía después del nacimiento, cuando los diferentes estímulos forzaban y aceleraban el aprendizaje. Ahora, el equipo de Guillermina López-Bendito, investigadora del Instituto de Neurociencia de Alicante, acaba de demostrar que todo esto sucede mientras estamos aún en el vientre materno y que la actividad eléctrica espontánea del tálamo organiza la arquitectura del nuestro mapa corporal antes de que nazcamos.
Este mecanismo prepara las áreas corticales para recibir información de los sentidos después del nacimiento
En un trabajo publicado este jueves en la revista Science, López-Bendito detalla los experimentos realizados en ratones pero que podrían ser extrapolables a lo que sucede en el resto de mamíferos, humanos incluidos. "Nuestros datos revelan que los patrones embrionarios de la actividad eléctrica del tálamo, la estructura cerebral a través de la cual pasa la información sensorial a la corteza, organizan la arquitectura del mapa somatosensorial cortical”, asegura. “Creemos que este patrón de actividad tiene lugar durante las etapas embrionarias y prepara las áreas corticales para recibir información de los sentidos después del nacimiento”.
La superficie del cuerpo humano está representada en la corteza cerebral en una banda transversal localizada en la parte superior media de los hemisferios cerebrales. Esta banda se denomina corteza sensorial y en ella hay representado un “mapa” en el que cada región del cuerpo ocupa una extensión distinta dependiendo de su uso y sensibilidad. Por ejemplo, las manos son las partes del cuerpo que tienen la mayor extensión en la corteza somática. La representación en 3D de ese mapa forma el conocido homúnculo sensorial.
Cada región del cuerpo representada en la corteza somatosensorial está conectada a su superficie corporal correspondiente mediante vías neuronales que mantienen una relación topográfica estricta a lo largo del sistema nervioso. En este camino desempeña un papel clave, el tálamo, una “estación de relevo” y centro de integración sináptica para un primer procesamiento de las señales sensoriales que llegan desde el exterior en su trayecto hacia la corteza cerebral. La información que llega al tálamo se transmite a la corteza con una extraordinaria precisión, sin perder la relación topográfica de cada punto de la piel. Esto nos permite discriminar qué punto de nuestro cuerpo está recibiendo un estímulo externo. Una topografía tan precisa es la base del sentido del tacto y es esencial para la supervivencia de la especie.
¿Cómo se organizan las neuronas de la corteza somatosensorial durante el desarrollo para realizar estas funciones? Como en el resto de la corteza cerebral, las neuronas se ensamblan en columnas que se colocan una al lado de la otra, como los bloques del lego. Aunque algunos estudios resaltan el papel de los factores genéticos para formar estas columnas, hasta ahora la mayoría apuntaban a que esta disposición se logra como resultado de la experiencia sensorial durante la vida postnatal. Este nuevo trabajo muestra que el tálamo guía la formación de las columnas corticales funcionales y el mapa somatotópico en la corteza inmadura antes de que la experiencia sensorial externa sea una fuente efectiva de información. Para ello genera patrones de actividad espontánea (llamados ondas) que envía a la corteza en desarrollo.
Estos principios de organización pueden ser comunes a otros sistemas sensoriales como la vista y el oído
Este importante descubrimiento se ha llevado a cabo en roedores, en una extensa región de su corteza somatosensorial que contiene la representación de los bigotes del hocico de los ratones, sensorialmente equivalentes a nuestras manos. Los investigadores señalan que dado que las ondas talámicas no son exclusivas del núcleo somatosensorial sino que se propagan a otros núcleos sensoriales, como el visual o el auditivo, los principios de organización de los mapas corticales descritos en este trabajo pueden ser comunes a los otros sistemas sensoriales durante el desarrollo embrionario. "Es muy probable que este mecanismo involucrado en la formación de los mapas sensoriales que hemos descubierto en roedores pueda extrapolarse a los humanos, porque la organización de la corteza se conserva evolutivamente entre especies", explica López-Bendito.
Este trabajo puede tener repercusiones a largo plazo en la comprensión de ciertas patologías
“La actividad espontánea del tálamo no es algo circunstancial, sino que contiene información importante para la construcción del cerebro durante el desarrollo embrionario. Hasta ahora se pensaba que los circuitos neuronales se construían sobre una huella genética y que la experiencia sensorial postnatal terminaba definiendo los mapas. Este trabajo cuestiona esta visión porque demuestra la existencia de estos mapas antes del nacimiento", resalta la investigadora. "Nuestros resultados indican que la actividad talámica espontánea durante la fase embrionaria es esencial para el desarrollo normal del cerebro, definiendo lo que en neurobiología se denomina período crítico, es decir, un período de tiempo en el que los cambios plásticos son posibles pero después del cual las alteraciones serían irreparables", explica.
Además de resaltar un nuevo mecanismo para regular el desarrollo cerebral, como el patrón de actividad embrionaria intrínseca en una estructura subcortical, este trabajo puede tener repercusiones a largo plazo en la comprensión de ciertas patologías. Por ejemplo, en algunos trastornos del neurodesarrollo, como el autismo o el síndrome del cromosoma X frágil, las alteraciones en la estructura cortical se asocian con alteraciones del procesamiento sensorial.
Referencia: Prenatal activity from thalamic neurons governs the emergence of functional cortical maps in mice (Science)
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