La corriente en chorro, o “jet stream”, se ha situado esta semana sobre la península ibérica y sus efectos se han notado en los fuertes vientos y la sucesión de frentes. Cuando esto sucede, es habitual que las sondas meteorológicas que envía la AEMET para tomar datos de temperatura y presión en altura sean arrastradas a distancias mayores. El martes, por ejemplo, la sonda lanzada al mediodía desde la estación de Barajas, en Madrid, voló en dirección sureste hasta llegar a Alicante. Pero lo que pasó con la radiosonda lanzada esa medianoche desde A Coruña fue excepcional.
“Nunca habíamos visto algo así”, reconoce Francisco Infante, delegado de AEMET en Galicia. El globo meteorológico salió a la 1:00 de la madrugada desde su estación automatizada (a las 0:00 UCT) y voló durante toda la noche hasta cruzar la península y caer, 7 horas y 22 minutos después, en las cercanías de la localidad barcelonesa de Berga. Según los datos registrados por la radiosonda, el dispositivo recorrió más de 850 kilómetros a una velocidad media de 108 km/h.
Autopista de viento
“Había una situación muy marcada de componente oeste, estaban pasando frentes muy activos, y eso fue lo que arrastró a este que equipo”, asegura Infante a Vozpópuli. El recorrido vertical de la sonda indica que en los primeros kilómetros subió y bajó varias veces, al encontrarse con fuertes turbulencias que agitaban la atmósfera, hasta el punto de que el sistema automatizado de AEMET entendió que el lanzamiento había fallado y lanzó otra radiosonda hacia la estratosfera (el protocolo habitual para asegurarse la toma de datos). Pero la segunda sonda, enviada minutos después, ya no llegó tan lejos. La primera había salido en el momento exacto para entrar en la autopista de viento.
“Esta sonda se encontró con todos los vientos en todas las capas la misma dirección”
“A medida que ascienden, estos globos se encuentran con diferentes capas de viento en diferentes direcciones”, explica el delegado de AEMET. “Esta sonda se encontró con todos los vientos en todas las capas la misma dirección, de componente oeste. Y en las últimas capas teníamos una marcada corriente en chorro que estaba dirigiendo toda esta situación”.
“La corriente ha estado prácticamente toda la semana sobre el norte de la península ibérica”, confirma el portavoz de AEMET, Rubén del Campo, en conversación telefónica. “Por la trayectoria, parece que la sonda de Galicia se cruzó con el chorro y su recorrido es tan directo que parece como si se hubiera colocado en la cresta de la ola; iba pillando en cada momento la velocidad máxima que podía pillar”.
Velocidad máxima: 237 km/h
Según los datos recopilados hasta el momento, la radiosonda viajera ascendió hasta una altura de unos 35.000 metros antes de estallar (unos 10.000 metros más de lo habitual, lo que pudo condicionar también que alcanzara mayor distancia) y alcanzó una velocidad máxima de 237 km/h cuando circulaba a 12.450 metros, que es la altura a la que se estima que pasaba el “jet stream” con más fuerza. “A esa altura el viento dentro del chorro puede alcanzar velocidades de 300 km/h”, explica Juan Jesús González Alemán, meteorólogo de AEMET experto en dinámica atmosférica. “Ese mismo día en Terranova el chorro alcanzó los 360 km/h”.
En cuanto a la trayectoria que siguió la sonda, coincide con la orientación que tenía la corriente en chorro en ese momento sobre la península en la noche del martes, con una clara orientación zonal de oeste a este, según el experto. “Esta semana hemos tenido una visita de la corriente en chorro, que suele estar más hacia la zona de Islandia o en Inglaterra”, asegura. “Ha sido por un cambio en la circulación atmosférica por un bloqueo de un anticiclón en Escandinavia que ha provocado que la corriente tenga que bajar más hacia el sur”.
La estadística indica que fue “una anomalía bastante notable”
Esto ha producido turbulencias de moderadas a fuertes desde Cataluña a Gibraltar. “Porque cuando el jet está encima hay una cantidad de energía enorme que revoluciona toda la atmósfera”, afirma González Alemán. “Y favorece la formación de borrascas, de hecho tiene que haber jet para que se forme”. En cuanto a la velocidad y trayectoria que tomó la corriente en chorro sobre el norte de la península en la noche del martes, asegura, la estadística indica que fue “una anomalía bastante notable”.
Un viaje fuera de las gráficas
En una de las aplicaciones que permiten ver los vuelos de las radiosondas enviadas esta semana desde Europa se aprecia claramente la dirección del viento de estos días. De manera indirecta, los globos meteorológicos actúan como un testigo que permite visibilizar la mano invisible de las corrientes en las capas altas del cielo. En la península, observa Rubén del Campo, se aprecia con claridad que las sondas llegaron más lejos cuanto más al norte estaban y, por tanto, más cerca de la corriente en chorro.
Cuando se analiza el histórico de lanzamientos de la estación de A Coruña también se advierte la anomalía. La inmensa mayoría de estos globos terminan cayendo a pocos kilómetros, dentro de Galicia, y muchos de ellos en el mar. La sonda nocturna del martes, a casi mil kilómetros, es la excepción que se sale del mapa. “Lo que pilló fue el máximo de vientos justo en ese intervalo de tiempo en que tuvo lugar el lanzamiento, en los niveles altos”, explica Francisco Infante. “Es un viaje que si no es el récord estará entre los más largos, sin ninguna duda”.
Anomalías en la corriente en chorro
La situación de la corriente de chorro en esta posición más al sur, sobre la península, es algo que sucede casi todos los otoños/inviernos, si bien es cierto que estas autopistas de viento que condicionan el comportamiento de los sistemas atmosféricos están registrando un comportamiento poco habitual en los últimos años. Hasta el punto de que un trabajo publicado recientemente en la revista Science hablaba de que se estaba produciendo un “atasco” en el cielo similar al que se produce en las autopistas.
“Se sospecha que se debe al cambio climático, pero no se tiene muy claro”, asegura González Alemán. Al mismo tiempo, hay dos tendencias contrapuestas - la expansión de la célula de Hadley y los efectos del deshielo del Ártico - y aún no se sabe si el efecto será un debilitamiento de las corrientes o que se haga más zonal y con mas meandros. Mientras tanto, las radiosondas que se envían cada día a lo alto del cielo para tomar datos de la atmósfera en tres dimensiones, seguirán siendo agitadas por estos ríos de viento cada vez que se crucen en su camino.
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