De forma continua desde hace años e intensiva desde el inicio de la pandemia de covid-19 leemos en los medios de comunicación que hay pocos médicos en España. Que hacen falta más médicos. Que las deficiencias detectadas en el funcionamiento del Sistema Nacional de Salud (SNS), algunas graves, en atención primaria, salud pública o cuidados intensivos se deben a la insuficiencia de médicos.
Estamos confundiendo las plantillas reales y en funcionamiento del SNS, escasas e insuficientes en dichas áreas, con un supuesto déficit de médicos en toda España.
No es cuestión de cifras, sino de condiciones y organización
La sanidad pública, organizada mediante servicios sanitarios autonómicos, es el principal empleador de profesionales sanitarios en nuestro país. Las insuficiencias de una organización no tienen por qué ser carencias globales.
Como veremos, los contratos ofrecidos, las remuneraciones, las condiciones laborales y la proyección de futuro en la empresa con más graduados superiores con formación especializada (al menos 10 años) de España son los auténticos responsables de una “carencia” que no está en las cifras globales. Está en los recursos humanos de dicha organización.
En España, la tasa de médicos colegiados es de 550 por cada 100.000 habitantes. Esta cifra no ha dejado de crecer en los últimos años a expensas de los Médicos Internos Residentes (MIR) y médicos hospitalarios, manteniéndose constante la de médicos de familia y pediatras.
La tasa de médicos en activo por cada 1.000 habitantes en España es de 3'9. Si comparamos con otros países, nos encontramos por debajo de Alemania y Suecia (4'1 y 4'2, respectivamente), pero por encima de Francia (3'3) o Canadá (2'8).
Parece que el número absoluto de médicos de un país no es lo más relevante respecto al funcionamiento de un sistema sanitario público.
Los MIR: formación e inestabilidad
Llegar a ser un médico especialista exige muchos años de esfuerzo. Sin embargo, la oferta de formación MIR, imprescindible para especializarse y ejercer en el SNS, ha tenido fluctuaciones a lo largo de los años. Esto ha creado inestabilidad en el sistema.
Desde el 2007, se fueron ampliando las plazas de las facultades de Medicina en las universidades públicas y privadas. Asimismo, se homologaron más de 7.000 títulos de médicos extranjeros al año. De hecho, entre 2010 y 2014 estos fueron más que los licenciados en facultades españolas.
Ahora bien, si las plazas MIR no pueden absorber a los 43.000 estudiantes de medicina españoles, muchos de ellos corren el peligro de no poder terminar su formación.
Los médicos que acaban el MIR solo tienen oportunidades de trabajos temporales e inestables. Desde 2013, más de 3.000 profesionales al año han pedido a la Organización Médica Colegial el certificado de idoneidad, un requisito imprescindible para el reconocimiento del título español en otros países. En el año 2019, fueron 4.100.
En los próximos 15 años, se jubilará el 40% de los médicos activos actualmente. Pensar en su continuidad como una solución a corto plazo sería un error.
Nunca hemos tenido tantos médicos como ahora en términos absolutos.
Sin embargo, en atención primaria tenemos las ratios de médicos de familia y pediatras por habitante más bajas que otros países. También una organización del trabajo que no aumenta su efectividad. Esto se debe a la burocracia, la distribución horaria y la accesibilidad sin límite de demanda, que provoca una carga de trabajo insoportable en una gran parte del país.
La pandemia solo ha puesto al descubierto un problema que ya existía
La pandemia de covid-19 ha destapado la caja de los truenos de las insuficiencias de la sanidad pública. Falta una nueva organización y unos recursos suficientes para romper la situación actual.
A los residentes de las distintas especialidades que finalizaron este verano no se les ha ofrecido contrato de ningún tipo. Si acaso, por semanas. Muchos se dispersaron buscando oportunidades, algunos fuera de España.
Para los responsables de una larga cadena de abandono y deterioro de la sanidad pública, la explicación de que “faltan médicos” es la justificación ideal para confundir a la opinión pública y lamentarse de las disfunciones de larga evolución del sistema. Ente ellas, listas de espera, masificación en la atención, poco tiempo disponible en las consultas, urgencias, etcétera.
¿Y ahora, qué? Es necesario planificar y distribuir los recursos
Una de las soluciones propuestas por el gobierno central es un grave error. En el Real Decreto-ley 29/2020, de 29 de septiembre de medidas urgentes en materia de teletrabajo en las Administraciones Públicas y de recursos humanos en el SNS para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la covid-19, el gobierno retira la necesidad del MIR para alcanzar la cualificación médica especializada.
Además, desmonta los derechos laborales de los sanitarios públicos con unas condiciones de militarización que permiten disponer de ellos para lo que deseen.
Y después de ésta, en mi opinión, dramática realidad: ¿qué propuestas pueden hacerse? La primera pieza de este puzzle es realizar un cálculo realista de necesidades y recursos.
¿Cuántas personas puede tener asignadas un médico de familia o pediatra para atender dignamente en su consulta? ¿Cuál es la plantilla correcta de un servicio de traumatología para su carga de trabajo y para no tener una lista de espera de un año? ¿Cuántas camas de UCI y cuánto personal hace falta para una atención correcta de esas camas por habitante, en un país desarrollado y con una pandemia que no se va a ir rápidamente?
Todas estas y otras muchas cuestiones son fundamentales para planificar y distribuir recursos.
Los profesionales necesitan contratos estables y adecuados a su cualificación y el mercado internacional. Si la sociedad quiere servicios de calidad, debe dotarse y remunerarlo.
Si se empiezan a ofrecer esas condiciones, que la sociedad esté segura de que aparecerán profesionales, volverán muchos de los emigrados, igual que en otras áreas científicas.
Esperemos que se imponga la razón y se apueste por una reconstrucción del SNS, para mejor control de esta pandemia y para el futuro de nuestra sociedad.
Agradecimientos: A Juan Simó en todas sus publicaciones por sus estudios concienzudos de las necesidades profesionales de médicos, financiación y estructuras sanitarias españolas.
Vicente Baos, Médico de Familia en el SNS. Profesor de Patología Médica y Salud Pública en el Grado de Fisioterapia LASALLE/UAM, Universidad Autónoma de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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