Comprender qué sucede en los pacientes más graves que fallecen por covid ha sido una de las prioridades desde el principio de la pandemia. En los primeros meses se llegó a la conclusión de que el virus se extendía por el cuerpo de los pacientes en una primera fase y que lo que terminaba por matar al paciente era el proceso hiperinflamatorio desatado por el propio sistema inmune. Ahora, un trabajo publicado por investigadores de la Clínica Universidad de Navarra sugiere que el virus sigue manteniéndose en cantidades altas en distintos lugares del cuerpo en las fases finales y que el tratamiento antiviral, en estos pacientes graves, debería prologarse más tiempo.
El trabajo, publicado en la revista Thorax, ha consistido en biopsiar los órganos de 10 pacientes fallecidos por covid-19 y analizar la cantidad de virus presente en ellos. “Nos enfocamos en el pulmón, pero cómo pudimos biopsiar los otros órganos vimos que no había daño, pero sí estaba el virus y eso nos llamó la atención, porque estaba en cantidades similares a las que encontramos en el pulmón, no es que sea residual”, explica a Vozpópuli la doctora Lola Lozano, directora del Servicio de Anatomía Patológica de la Clínica Universidad de Navarra. “Nos sorprendió mucho porque encontramos cargas virales altas, de hecho estamos preparando otro trabajo con más pacientes, en los que sacamos números y datos objetivos de esto mismo”.
En concreto, los autores aseguran haber encontrado un nivel significativamente alto de ARN del SARS CoV-2 en órganos como el pulmón, corazón, riñón e hígado en 9 de los 10 pacientes estudiados. “Una de las cosas que se pensaba al principio es que esta enfermedad tiene una primera fase de replicación viral y una segunda de estado hiperinflamatorio, y parecía que eran secuenciales. Sin embargo, nosotros hemos visto que, en los pacientes fallecidos, la realización viral persiste durante el estado hiperinflamatario y, por tanto, se pueden dar al mismo tiempo”, apunta el Dr. Manuel Landecho, del Departamento de Medicina Interna de la Clínica en una nota de prensa. “Parece que el virus tiene dos fases y esto podría indicar que es más bien es todo un continuo y no hay fases estancas de la enfermedad”, añade la doctora Lozano.
Dudas sobre tiempos y cargas
Para el doctor José Palacios, jefe de servicio de Anatomía Patológica del hospital Ramón y Cajal, en Madrid, y autor de las primeras autopsias por covid que se hicieron en España, el estudio tiene interés y va en la línea de lo que han encontrado antes otros patólogos, que ya habían detectado carga viral post mortem en otros órganos como los riñones o el hígado. Sin embargo, el hecho de que se haya hecho la prueba mediante PCR, y el número de ciclos de replicación necesarios para el positivo, le hace dudar que la carga viral sea suficientemente alta. “Al final los ciclos que se necesitan para que la PCR produzca suficiente virus son una aproximación de la carga viral”, explica. “Y aquí, en ningún órgano, menos en el pulmón, donde se detecta con entre 15 y 21, se baja de 30 ciclos”. Por otro lado, señala, al ser pacientes de evolución relativamente corta, es decir, que pasaron no más de tres semanas enfermos, quizá es natural que la viremia siga activa y que haya carga de virus por todo el cuerpo. “Lo que nos dice es que hay ARN de virus en esos órganos, pero nada más”, subraya. “Lo que concluyen ellos es lo mismo que hemos pensado nosotros cuando en autopsias de pulmón hemos podido detectar restos de virus en cantidades similares incluso en evoluciones más largas, pero no sabemos el papel patológico”.
“Nos llamó la atención, porque el virus estaba en cantidades similares a las que encontramos en el pulmón”
Para Federico Rojo, jefe del Departamento de Anatomía Patológica de la Fundación Jiménez Díaz, la gran cuestión es saber qué hace el virus en esos órganos, si es un proceso natural de viremia y solo está de paso o si tiene alguna otra implicación. “Lo que nos está indicando este resultado es que sencillamente hay RNA del virus, no quiere decir que se esté replicando o que participe en el daño del órgano”. Él y su equipo, por ejemplo, han publicado la existencia de lesiones por el virus, junto con presencia de ARN vírico, en medula ósea, pero creo que es “arriesgado” que esto tiene implicaciones sobre el tratamiento con antivirales. “Lo que sabemos es que el virus coloniza y se replica fundamentalmente en mucosas de vías respiratoria y que cada uno de los virus tiene una afinidad por ciertos tejidos”, asegura. “Este virus parece tener preferencia por el endotelio, lo que explicaría que haya presencia de partículas víricas en todas las células endoteliales”.
Para la doctora Lozano también es una incógnita saber si el virus está solo de paso en los otros órganos o conserva capacidad de producir daños. “Lo que vemos es que está presente en otros sitios, pero no sabemos las implicaciones patológicas, pero desde luego las cifras que vemos corresponden a copias de virus patológico, virus que hace daño, no es contaminación ni residual, por eso decimos que es viable”. Todo esto hace pensar a los autores que su hallazgo tiene implicaciones desde el punto de vista del tratamiento, ya que “es posible que haya que dar tratamiento antiviral incluso en las fases tardías de la enfermedad”. En cualquier caso, concluye Lozano, “este estudio ayuda a entender qué le está pasando al paciente y la propia enfermedad para, así, poder manejarla mejor y seguir investigando para ofrecerle el mejor tratamiento posible”.
Referencia: Histopathological findings in fatal COVID-19 severe acute respiratory syndrome: preliminary experience from a series of 10 Spanish patients (Thorax)
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