Una investigación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) realizado en cuevas de Asturias y Cantabria ha concluido que los neandertales tenían capacidad para crear y comprender las pinturas rupestres, lo que podría reforzar la hipótesis de que dicha especie fue la autora de las pinturas más antiguas de la cornisa cantábrica. En un comunicado difundido este martes, la institución docente recuerda que las pinturas se atribuyen hasta el momento al hombre moderno, aunque la cuestión está siendo objeto de debate, y de ahí la importancia de esta aportación desde el ámbito de la arqueología cognitiva, que analiza los procesos mentales que subyacen al comportamiento de los grupos humanos y utiliza los conceptos de disciplinas de la psicología. Los resultados del trabajo, que ha sido realizado por Miriam García Capín, investigadora predoctoral en UNED Asturias, acaban de publicarse en la revista 'Journal of Archaeological Science: Reports'.
García Capín no concluye que los neandertales hayan pintado las cuevas con toda seguridad sino que "no existen argumentos para rechazar que lo hayan hecho", y precisa que, aunque tener la capacidad para hacer algo no equivale a llevarla a cabo, existen "evidencias" de que los neandertales exploraban las profundidades de las cuevas y utilizaban pigmento rojo como colorante, por lo que es posible que hayan podido realizar pinturas rupestres. La autora se ha basado, fundamentalmente, en los conjuntos gráficos de La Peña de Candamo, Tito Bustillo y Llonín, en Asturias, y El Castillo, La Pasiega y La Garma, en Cantabria. En todas ellas la fase más antigua es muy similar, compuesta de representaciones muy simples que tienen en común dos características básicas: son de color rojo y no son figurativas, con signos simples como puntos, discos, líneas, manchas y manos.
El estudio cognitivo deduce que el comportamiento de los neandertales relativo a las representaciones rupestres era cercano al de los humanos actuales, aunque existieran ligeras diferencias cuantitativas. Así, el trabajo parte de que tanto neandertales como humanos modernos compartían la sensibilidad hacia el color rojo, heredado del antepasado común con los chimpancés, y que ha sido un mecanismo útil para la detección de alimento nutritivo en forma de frutas. Además, las emociones primarias como el miedo o la curiosidad son procesos psicológicos básicos y universales compartidos con otros mamíferos debido a su utilidad en la supervivencia. Precisamente porque los neandertales actuaban con curiosidad y con miedo, como lo hace la especie humana, las pinturas rupestres se encuentran en interiores de cuevas a los que no es útil acceder para alimentarse, lo que muestra que se accedió a ellos por curiosidad. Asimismo, el estudio indica que dichas pinturas se utilizaban como advertencia de peligro, lo que evidencia la realidad del miedo, y añade que el despliegue tanto de la curiosidad y el miedo se produce ante la estimulación de circuitos neuronales cercanos al tronco del encéfalo, que es el área del cerebro evolutivamente más antigua.
La investigación forma parte de la tesis doctoral de la autora, que codirigen el catedrático Mario Menéndez Fernández y el profesor Jesús F. Jordá Pardo, del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED, junto con la investigadora María Silva-Gago, del Incipit-CSIC.
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