Un estudio publicado por 'Science' ha desvelado que la destrucción de la presa de Kajovka (Jerson) en la guerra en Ucrania activó una “bomba de relojería tóxica” y una crisis medioambiental oculta, destruyendo ecosistemas y liberando sedimentos contaminados a los sistemas hídricos aguas abajo. La investigación encabezada por el Instituto Leibniz de Ecología de Aguas Dulces y Pesca Continental (Alemania) indica que la contaminación tóxica de los sedimentos expuestos del lecho del embalse destruido supone “una amenaza a largo plazo para los ecosistemas de agua dulce, estuarinos y marinos que, en gran medida, se ha pasado por alto”.
La rotura de la presa, en 2023, causó inundaciones catastróficas, provocó una erosión considerable, pérdida de suelo y el desarraigo de la vegetación, con la consiguiente destrucción del hábitat. Además, el rápido drenaje del embalse desencadenó una “bomba de relojería tóxica”, liberando hasta 1,7 kilómetros cúbicos de sedimentos contaminados por una gran cantidad de sustancias, incluidos metales pesados, nitrógeno y fósforo.
La naturaleza persistente de estos contaminantes plantearán graves riesgos ecológicos y para la salud humana a largo plazo en toda la zona afectada, resume la revista. Aunque la contaminación por metales pesados puede mitigarse mediante biorremediación (utilizando plantas para absorber los contaminantes), los contaminantes persistentes seguirán siendo motivo de gran preocupación.
Los investigadores analizaron los efectos medioambientales a través de datos de campo, teledetección y modelización para delimitar las escalas espaciotemporales del desastre y esbozar tendencias en el restablecimiento de los ecosistemas dañados. El estudio sugiere que en cinco años se espera un restablecimiento del 80 % de las funciones del ecosistema perdidas por la presencia de la presa y agrega que las observaciones de campo realizadas la pasada primavera documentaron la colonización por cánidos y jabalíes.
Riesgos aún mayores
El restablecimiento de la conectividad entre los medios marino, estuarino y fluvial “apoya la expectativa de que la biodiversidad del medio fluvial aumente en un plazo de dos años”.
Las presas son piezas fundamentales de las infraestructuras hídricas modernas, que sirven de apoyo a la agricultura, la producción de energía y el abastecimiento de agua. Aunque la probabilidad de fallo estructural es relativamente baja, el envejecimiento de las infraestructuras y los crecientes efectos del cambio climático han suscitado preocupación por su estabilidad.
Un factor de riesgo que a menudo se pasa por alto son los conflictos humanos, porque la destrucción deliberada de presas esta prohibida por las Convenciones de Ginebra, pero “el uso continuado del agua como arma puede acarrear riesgos aún mayores para las personas y el medio ambiente”, señala el equipo.