Es lunes por la mañana y usted tiene una reunión importante. En mitad de una explicación hay una palabra que usa todos los días pero que, por un momento, parece haberse esfumado de su cerebro. Los demás le miran atentamente hasta que al cabo de unos segundos la palabra retorna y usted trata de proseguir su discurso con normalidad. El único motivo que se le ocurre para este lapsus es la falta de sueño de la noche anterior, pero ¿es realmente la causa de este tipo de lagunas cuando uno está muy cansado?
Un equipo internacional de científicos de las universidades de UCLA y Tel-Aviv acaba de desentrañar los mecanismos por los cuales la falta de sueño provoca problemas de conexión entre neuronas y estas situaciones de confusión en nuestro cerebro. En un trabajo publicado en la revista Nature Medicine, el equipo de Yuval Nir describe la serie de experimentos que les ha permitido comprobar con previsión el comportamiento de los circuitos cerebrales en situaciones de cansancio. El trabajo se basa en el seguimiento de doce pacientes epilépticos a los que se implantó una manta de electrodos a nivel subdural como se hace de manera habitual en estos casos para detectar el foco de sus ataques antes de operarlos. Dado que sus crisis parecían estar desatadas por la falta de sueño, los médicos les mantenían despiertos durante una noche completa para intentar desatar el ataque y detectar mediante los electrodos, el foco de la epilepsia.
El trabajo se basa en el seguimiento de doce pacientes epilépticos a los que se implantó una manta de electrodos
Durante estos periodos, los investigadores aprovecharon para monitorizar y estudiar la actividad neuronal delo sujetos, a los que pedían que categorizaran una serie de imágenes mientras el sistema registraba la actividad de cerca de 1.500 neuronas individuales en el lóbulo temporal, que regula la percepción visual y la memoria. Llevar a cabo esta tarea se hacia cada vez más difícil para los voluntarios, a medida que les iba venciendo el sueño, y los científicos comprobaron que sus neuronas también se volvían uñas lentas. “Nos fascinó observar cómo la falta de sueño reducía la actividad de las neuronas”, explica Nir. “En lugar de su respuesta rápida habitual, las neuronas respondan con lentitud, se disparaban de forma mas débil y sus transmisiones duraban más de los habitual”.
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Estudios anteriores habían mostrado cómo la privación de sueño aumenta el riesgo de depresión, obesidad, diabetes y accidentes cerebrovasculares, pero es la primera vez que se observan directamente los efectos sobre memoria y atención visual. “Hemos descubierto que privar al cuerpo de sueño también arrebata a las neuronas su capacidad para funcionar adecuadamente”, sostiene el doctor Itzhak Fried, autor senior del estudio. “Esto allana el camino para los lapsos cognitivos en la manera en que percibimos y reaccionamos al mundo que nos rodea”. De hecho, lo que han observado es que esta situación de fatiga interfiere con la capacidad de las neuronas para codificar información y trasladar los estímulos visuales al pensamiento consciente.
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El resultado tiene implicaciones muy importantes en algunos ámbitos como el de la seguridad pues es lo mismo que sucede en los conductores que conducen con falta de sueño y se salen de la carretera o se llevan por delante a un peatón sin ni siquiera advertir su presencia. “El acto de ver a un peatón se ralentiza en el cerebro exhausto del conductor”, insiste Fried. “A su cerebro le lleva más tiempo registrar lo que está percibiendo”. De hecho, no solo se registró una reacción más lenta de las neuronas individuales, sino que las ondas de actividad registradas en el encefalograma también empezaron cambiar de ritmo.
“El sueño inadecuado ejerce una influencia similar en nuestro cerebro a la de beber demasiado”
“Las ondas lentas como las del sueño entorpecían la actividad cerebral de los pacientes y su actuación durante las tareas”, apunta Fried. “Este fenómeno sugiere que regiones concretas del cerebro de los pacientes se estaban adormilando, causando lapsus mentales, mientras que el resto del cerebro estaba despierto y funcionando como siempre”. Los autores van más allá y creen que sus hallazgos plantean cuestiones sobre cómo ve la sociedad esta ausencia de sueño. “El sueño inadecuado ejerce una influencia similar en nuestro cerebro a la de beber demasiado”, asegura Fried. “Aunque no existen procedimientos legales ni médicos para identificar a los conductores demasiado cansados en la carretera de la misma manera en que se identifica a los conductores borrachos”. Tal vez en un futuro se puedan desarrollar detectores y abordar la cuestión.
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