Ciencia

Efectos de las partículas en la salud

La ciencia nos dice que no solo importan la cantidad y el tamaño: la “calidad” es también crucial para nuestra salud

Dicen que, en la vida, el tamaño importa. Aunque esta afirmación puede ser motivo de risas en ciertos contextos, cuando hablamos de partículas en el aire, la cosa se pone seria.

Hasta ahora, las normativas de calidad del aire se han centrado en controlar la concentración de partículas de ciertos tamaños. Sin embargo, la ciencia nos dice que no solo importan la cantidad y el tamaño: la “calidad” de estas partículas es también crucial para nuestra salud.

¿Qué son las partículas y por qué nos importan?

Las partículas en suspensión, conocidas como PM (del inglés particulate matter), son pequeñas motas de polvo, hollín, metales y otras sustancias que flotan en el aire. Dependiendo de su tamaño, se clasifican en PM10 y PM2.5 (partículas de hasta 10 y 2.5 micrómetros, respectivamente). Estas últimas son especialmente peligrosas porque pueden penetrar profundamente en nuestros pulmones e incluso llegar al torrente sanguíneo.

Más allá del tamaño: la composición importa

Hasta ahora, las normativas europea y española se han centrado en regular y medir la concentración de partículas PM10 y PM2.5. Sin embargo, varios estudios científicos han demostrado que, al margen de la concentración, hay que tener en cuenta que la composición de estas partículas juega un papel crucial en sus efectos sobre la salud.

Algunas partículas pueden ser más tóxicas que otras debido a los compuestos químicos que contienen. Por ejemplo, las de agua marina que se forman al romper las olas contra las rocas en las zonas costeras son poco tóxicas. Por el contrario, las partículas que producen los motores de combustión de nuestros coches, así como las que se generan al fumar, encender una vela o una barra de incienso, son mucho más tóxicas.

Potencial oxidativo: un nuevo parámetro clave

Para abordar esta complejidad, dado que sería muy caro determinar todos los componentes químicos de las partículas y así evaluar su toxicidad, la nueva directiva de calidad del aire de la Unión Europea exigirá la medición, en las llamadas “superestaciones” de medición, de un nuevo parámetro relacionado con el papel contaminante de las partículas: el potencial oxidativo.

¿Qué es el potencial oxidativo y por qué es importante?

El potencial oxidativo mide la capacidad de las partículas para generar estrés oxidativo en el cuerpo humano. El estrés oxidativo es un desequilibrio en el cuerpo entre los radicales libres y los antioxidantes.

Los radicales libres son moléculas muy inestables y reactivas que se producen de dos maneras: en el cuerpo, debido a procesos normales como la respiración, y por factores externos como la contaminación, el tabaco o la radiación. Estas moléculas buscan estabilizarse robando electrones de otras moléculas, lo que puede dañar células, proteínas y ADN.

Por otro lado, los antioxidantes son moléculas que neutralizan los radicales libres, evitando que causen daño. Se encuentran en alimentos como frutas y verduras, y quizás por eso nuestras sabias abuelas siempre nos han dicho que es bueno comer mucha fruta y verdura.

El estrés oxidativo puede causar inflamación y daño celular, lo que a su vez puede llevar a enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Recientemente, también se ha hablado de sus efectos en nuestras capacidades cognitivas.

En otras palabras, el potencial oxidativo nos indica cuán dañinas pueden ser las partículas, ya que está relacionado no solo con su composición, sino también con su tamaño, forma y otros factores.

¿Por qué medir el potencial oxidativo?

Medir el potencial oxidativo nos permitirá tener una visión más completa de la toxicidad de las partículas atmosféricas y su impacto en la salud. Esto es especialmente importante en áreas urbanas, donde la contaminación del aire por partículas es una preocupación constante. Al entender mejor qué partículas son más peligrosas, podemos diseñar políticas más efectivas para proteger mejor la salud pública.

La próxima vez que alguien nos diga que el tamaño importa, recordemos que, en el mundo de la contaminación del aire, la “calidad” también cuenta. 

María Teresa Baeza Romero, Catedrática de Universidad. Dpto. Química-Física. Escuela de Ingeniería Industrial y Aeroespacial de Toledo. Inamol., Universidad de Castilla-La Mancha y María Cerrato Álvarez, Contratada Postdoctoral. Desarrollo de sensores electroquímicos para la determinación de contaminantes en el aire ambiente, Universidad de Castilla-La Mancha 

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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