La posibilidad de que el Reino Unido cambie su legislación sobre bienestar animal para reconocer a los invertebrados, como los pulpos, las langostas y los cangrejos de río, como seres que pueden sentir dolor y otras emociones ha reavivado un viejo debate en la comunidad científica. En un artículo publicado este jueves en la revista Science, dos autoridades en la materia como Kristin Andrews, que ocupa la cátedra de investigación de “Mentes Animales” de la Universidad de York, y el profesor Frans de Waal, director del Living Links Center de la Universidad de Emory, analizan con detalle las implicaciones de esta decisión.
"Un informe de la London School of Economics (LSE) encargado por el gobierno del Reino Unido encontró que hay evidencia lo suficientemente sólida como para concluir que los crustáceos decápodos y los moluscos cefalópodos son sensibles", recuerda Andrews. Los pulpos pueden resolver acertijos complejos y mostrar preferencia por diferentes individuos, pero aún no se puede afirmar con certeza si estos y otros animales tienen emociones, algo que podría sacudir la toma de decisiones morales de los humanos, según la experta.
Animales que evitan el dolor
En el artículo, titulado "La cuestión de las emociones animales”, ambos especialistas señalan que durante mucho tiempo se ha pensado en la cultura occidental que otros animales no sienten dolor ni tienen emociones. “Ha sido una verdadera lucha incluso lograr que los peces y los mamíferos sean reconocidos como sensibles por la ley de bienestar”, aseguran. “Por lo tanto, es bastante vanguardista lo que parece estar sucediendo en el Reino Unido con los invertebrados”.
Si miramos a nuestro pasado, apuntan, es interesante recordar que hasta al menos la década de 1980 se consideraba que los bebés humanos preverbales no sentían dolor. En este sentido, muchos todavía piensan que los animales, incluidos los invertebrados, no sienten dolor y solo tienen reacciones inconscientes a los estímulos negativos. Sin embargo, la investigación en mamíferos, peces, pulpos y, en menor medida, cangrejos ha demostrado que evitan el dolor y los lugares peligrosos, y hay signos de empatía en algunos animales, como las vacas, se angustian cuando ven que su cría está sintiendo dolor.
Un mar de dudas morales
Reconocer la sensibilidad de los invertebrados abre un dilema moral y ético. Los humanos pueden decir lo que sienten, pero los animales no tienen las mismas herramientas para describir sus emociones. “Sin embargo, la investigación hasta el momento sugiere fuertemente su existencia”, dice Andrews, quien está trabajando en un proyecto de investigación llamado Animals and Moral Practice (Animales y Práctica Moral).
“No tenemos suficiente ciencia en este momento para saber exactamente cuál debería ser el tratamiento adecuado de ciertas especies”
“Cuando hacemos nuestra vida normal, tratamos de no hacer daño a otros seres”, escribe. “Entonces, se trata realmente de volver a entrenar la forma en que vemos el mundo. Cómo tratar exactamente a otros animales sigue siendo una pregunta de investigación abierta”, añade Andrews. “No tenemos suficiente ciencia en este momento para saber exactamente cuál debería ser el tratamiento adecuado de ciertas especies. Para determinar eso, necesitamos una mayor cooperación entre científicos y especialistas en ética”.
“Cómo tratar exactamente a otros animales sigue siendo una pregunta de investigación abierta”
Una de las posibilidades es que llegue un punto en el que los humanos ya no asuman que los cangrejos de río, los camarones y otros invertebrados no sienten dolor ni otras emociones. “Si ya no pueden considerarse inmunes al dolor sentido, las experiencias de los invertebrados deberán convertirse en parte del panorama moral de nuestra especie”, asevera. “Pero el dolor es solo una emoción moralmente relevante. Los invertebrados, como los pulpos, pueden experimentar otras emociones, como la curiosidad por la exploración, el afecto por las personas o la emoción por la anticipación de una recompensa futura”.
Para el biólogo español Antonio José Osuna, experto en comportamiento animal, el artículo en Science es útil para recordar al público general, y también a aquellos científicos que no están al día de lo que ocurre más allá de su especialidad y de que "las evidencias de existencia de experiencias subjetivas en animales son abrumadoras". "La ciencia está poniendo en evidencia que los animales compartimos mucho más de lo que creíamos", explica a Vozpópuli. "Como tantas otras veces ha ocurrido en el pasado, aquello que creíamos exclusivamente humano, poco a poco descubrimos que es relativamente común en la naturaleza".
"La ciencia está poniendo en evidencia que los animales compartimos mucho más de lo que creíamos"
A juicio de Osuna, la experiencia subjetiva debe entenderse como un fenómeno natural más que, hasta donde sabemos, parece existir en todos aquellos animales que se enfrentan de forma flexible a los retos que el entorno les presenta. "Como el famoso genetista ucraniano Theodosius Dobzhansky dijo, nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución", concluye. "Si los humanos tenemos que tragarnos nuestro ego, mejor hacerlo pronto antes de que se nos amargue más en la boca. Después quizás debamos actuar en consecuencia y comenzar a adaptar nuestras acciones a las evidencias acumuladas".
Referencia: The question of animal emotions (Science) DOI 10.1126/science.abo2378
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