Las primeras grietas se detectaron en octubre, y desde entonces la montaña se ha estado moviendo a un ritmo de 50 centímetros a la semana hasta convertirse en una amenaza para la población. Situadas en el estado de Washington, las colinas de Rattlesnake son ahora el centro de atención de los medios locales, quienes vigilan la progresión de la ladera de la montaña a medida que se resquebraja. La porción de tierra que está a punto de venirse abajo ocupa unos 80.000 metros cuadrados y sus tres millones de metros cúbicos podrían enterrar la carretera interestatal 82 que pasa por su lado.
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Las autoridades han evacuado a las cerca de 70 persons que vivían en casas móviles en los alrededores y han descartado de momento derribar la montaña con explosivos, pues pondrían en peligro a los trabajadores. La empresa de ingenieros Cornforth Consultants ha escaneado el terreno desde drones y mediante láser, según informa The Seattle Times, y han elaborado un mapa detallado de la ladera y sus movimientos en las últimas semanas. De acuerdo con sus cálculos, el terreno empezó a ceder seguramente en mayo del 2017 y desde entonces no ha dejado de moverse peligrosamente.
Estas montañas están compuestas de grandes capas de basalto que se intercalan en algunos lugares con capas de sedimento, lo que podría explicar el corrimiento. Los expertos calculan que el colapso podría producirse en marzo, aunque no descartan que se desate en cualquier momento. En el peor de los escenarios el corrimiento de tierras podría avanzar varios kilómetros y llegar hsta el río Yakima. La carretera interestatal, a pesar de que será enterrada con certeza por el derrumbe, sigue abierta al tráfico y las autoridades aseguran que se cerrará cuando se necesario.
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