Ciencia

Un bajo estatus social perjudica seriamente la salud

Un estudio con monos Rhesus confirma que el sistema inmune experimenta variaciones radicales con el cambio en la escala social. Los que están más abajo tienen una mayor respuesta inflamatoria y, por tanto, más riesgo de enfermedades coronarias o diabetes.

Ser pobre es malo para salud, no hace falta hacer muchos estudios para saberlo, pero la causa podría ser distinta de lo que pensamos. La falta de acceso a medicinas o la peor alimentación tienen un papel importante, pero desde hace años los científicos estudian si existen causas biológicas atribuibles al estrés y las interacciones sociales. En un trabajo publicado este jueves en la revista Science, el equipo de Noah Snyder-Mackler demuestra por primera vez que cambiar de estatus social afecta al sistema inmune y que las variaciones son reversibles.

Para su trabajo, los investigadores utilizaron a 45 hembras de mono Rhesus sin ninguna relación entre ellas y las introdujeron en distintos grupos sociales dentro de las instalaciones para primates de la Universidad de Emory, en EE.UU. Estos animales tienen una jerarquía social muy estricta, basada en la veteranía y orden de llegada al grupo, de modo que era el modelo ideal para hacer este tipo de pruebas y observar el comportamiento de cada individuo. En una segunda fase del estudio, los autores tomaron a las hembras y las introdujeron en nueve grupos nuevos, pero esta vez se aseguraron de que las que habían estado arriba en el ránking social estuvieran ahora abajo y viceversa.

“Los mismos mecanismos de autodefensa pueden también causar daños si no son controlados”

Al analizar las muestras de sangre recogidas durante distintas fases del proceso, los investigadores descubrieron que el sistema inmune había variado de manera notable: las hembras de alto estatus social tenían mayores niveles de células T y en particular de células NK (natural killers), que responden rápidamente a las infecciones virales. Por su parte, cuando estaban en la zona baja del ránking social, las hembras mostraban una mayor respuesta antibacteriana e inflamatoria. Estas diferencias eran todavía más notables en las prueba sin vitro, cuando se exponía la muestra a diferentes patógenos y se observaba la respuesta. Cuando se introducían lipopolisacáridos (presentes en la membrana de muchas bacterias) en los tubos con sangre de las hembras de bajo estatus, el sistema inmune sobrereaccionaba y producía una respuesta mucho mayor de citoquinas y, por tanto, inflamación.

En resumen, el resultado indica que los individuos en mejor posición social están mejor preparados para defenderse de los virus y los de la escala más baja responde más a las bacterias, lo cual no es necesariamente bueno. "Una respuesta inflamatoria fuerte puede salvarte la vida al enfrentarte con agentes infecciosos", explica Luis Barrero, coautor del estudio. "Pero los mismos mecanismos de autodefensa - los mismos que ponen los tejidos infectados rojos e hinchados - pueden también causar daños si no son controlados apropiadamente". En su opinión, si extrapolamos estos datos a los humanos, podría explicarse por qué las clases trabajadoras y con menos recursos tienen un mayor índice de afecciones de origen inflamatorio, como los problemas del corazón o la diabetes.

“Algunos monos subordinados socialmente recuerdan a los humanos con problemas de ansiedad”

El reconocido investigador Robert Sapolsky, que lleva años investigando el papel del estrés en la naturaleza y las relaciones sociales en grupos animales, aporta su visión sobre esta investigación en un artículo de análisis publicado también en la revista Science. En su opinión, ya se ha demostrado otras veces que el estrés crónico aumenta la respuesta inflamatoria, y es este aspecto de la vida en los estatus inferiores el que puede estar alterando la respuesta inmune. "De alguna manera, algunos monos subordinados socialmente recuerdan a los humanos con problemas de ansiedad y muestran una hipervigilancia y un rastreo constante del entorno en busca de amenazas", escribe Sapolsky. "Si tienes una comida apetitosa, por ejemplo, la comes de forma constantemente interrumpida porque tienes que mirar todo el rato quien puede venir de frente. Otros animales subordinados recuerdan más a los humanos afectados por la depresión, y ponen en práctica una desamparo aprendido que consiste en no molestarse en comer, puesto que sabes que perder la comida es inevitable".

Para los autores del trabajo, los resultados muestran la importancia de las interacciones sociales y consideran que intervenir reforzando los lazos sociales de los individuos con pocos recursos podría tener un efecto beneficioso en su salud. "La adversidad social se mete debajo de tu piel", sentencia Snyder-Mackler. "Si podemos ayudar a la gente a mejorar si situación social, y reducir algunas de esas jerarquías, podremos mejorar la salud y el bienestar de la gente".

Referencia: Social status alters immune regulation and response to infection in macaques (Science) | Proinflammatory primates, Robert Sapllsky (Science)

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