Luis y Mario (nombres ficticios) son gemelos idénticos y llevan 48 años mirando al mundo y haciendo su vida cada uno por su lado. Cuando miran al cielo o ven una luz en la lejanía, ¿la verán de la misma forma o la vida que ha llevado cada uno influirá en la configuración de los ojos? Respecto a las afecciones más comunes de la visión, como la miopía o el astigmatismo, ya se ha visto que un alto porcentaje de los gemelos idénticos tienen los mismos problemas y que se deben a causas genéticas, pero ¿qué pasa con las pequeñas aberraciones y defectos ópticos que cada uno de nosotros tenemos en el ojo? ¿También están determinados desde nuestro nacimiento?
“Ninguno de nosotros veríamos igual que otro, pero resulta que los gemelos sí”
El equipo de Pablo Artal, del Laboratorio de Óptica de la Universidad de Murcia (LOUM), ha intentado resolver esta cuestión mediante un estudio en el que han realizado pruebas y mediciones con 58 gemelos y mellizos de una media de 50 años. En un trabajo publicado en la revista Investigative Ophthalmology & Visual Science (IOVS), Artal y su equipo han intentado determinar si esos detalles a nivel microscópico, irregularidades en la córnea y el cristalino de apenas unas micras, tienen un origen ambiental o genético. Y los resultados demuestran que en los gemelos idénticos las lentes del ojo tienen una forma muy similar que se mantiene con el paso de los años. Son iguales hasta en cantidades micrométricas, lo que equivalente a una fracción del tamaño de un cabello. Sin embargo, en los mellizos no se mantienen esos parecidos.
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“Nos llevamos una gran sorpresa”, explica el investigador marciano a Next, “porque en un trabajo anterior hablamos visto que la trasparencia del cristalino sí estaba afectada por la vida que llevara cada gemelo, como la exposición a fuentes de luz”. Para entender mejor en que consiste este resultado, los autores analizaron el frente de onda de cada ojo y reprodujeron la forma en que cada uno de los sujetos del estudio vería un punto de luz. “Así es como cada uno ve un punto de luz o una estrella o una farola lejana, que está determinado por las aberraciones en la córnea”, indica Artal. “Ninguno de nosotros veríamos igual que otro, pero resulta que los gemelos sí. Los mellizos ven un punto cada uno a su forma, pero los gemelos idénticos son tan iguales sus ojos que ven las estrellas de misma forma. ¡Son como dos gotas de agua!”.
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Esta precisión en la medición ha sido posible gracias a que LOUM ha desarrollado varios instrumentos específicos para el estudio del ojo. El resultado es la primera prueba de los pequeños detalles de la características del ojo, tales como las formas microscópicas de las superficies, están afectadas por la genética. Y el hecho de que sean gemelos tan mayores hace el resultado más robusto. “Son personas que llevan 50 años usando sus ojos como les ha parecido”, explica Artal, “y a pesar de eso seguían teniendo las mismas formas de las lentes del ojo a nivel microscópico”. En otras palabras, y retomando el ejemplo del principio, Luis y Mario verían lo mismo cuando miran un punto de luz en la oscuridad o contemplan los detalles de una imagen.
El caso de las gemelas sin iris
Establecer la importancia de los factores genéticos o ambientales en la salud ocular es un campo de creciente interés dados los fenómenos como la llamada “epidemia de miopía”, el aumento de casos de miopía especialmente en países orientales. Hay bastante consenso entre los especialistas en que este aumento de casos se debe a dos factores: el intenso estudio desde edades tempranas, lo que hace que los niños tengan pocas oportunidades de enfocar la vista a largas distancias, y la falta de exposición a la luz natural. En experimentos con pollos a los que se induce miopía, por ejemplo, se ha visto que aquellos a los que se expone más tiempo a la luz presentan menos problemas, lo que también da una pista sobre este fenómeno. Y en las zonas rurales, donde los críos no están sometidos a tanta presiono para estudiar, los índices de miopía son mucho menores.
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Esto muestra que cuando la presión ambiental es muy extrema puede afectar a la configuración ocular de los individuos. Como ejemplo, en el estudio realizado por Artal y su equipo participaron una pareja de gemelas que presentaban aniridia de nacimiento, es decir, ninguna de las dos tenía iris, lo que implica que en su ojo entra una gran cantidad de luz y deben contrarrestarlo como pueden. “Desde pequeñitas estas niñas aprendieron a defenderse de la luz con el ojo cerradito, un poco guiñado”, explica Artal. “Y lo que vimos es que su córnea tiene una arruga donde han puesto su párpado toda su vida”. En otras palabras, la presión física del párpado de las gemelas sobre el colágeno de la córnea había causado la formación de un pliegue que ahora condiciona también su visión debido a las irregularidades que se encuentra la luz al pasar al interior del ojo. En cualquier caso, explica el investigador, ambas se manejan perfectamente y tienen algunas soluciones a su alcance, como el uso de lentillas o incluso la cirugía para implantarles un iris artificial que mejore sus problemas de regulación de la cantidad de luz que pasa a la retina.
Referencia: Micrometric Control of the Optics of the Human Eye: Environment or Genes? (IOVS) doi:10.1167/iovs.16-20957
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