Cuando un gran macho de espalda plateada se golpea el pecho, el sonido viaja a través de la espesura del bosque con un mensaje: “soy un macho dominante, estoy fuerte; si buscas pelea, aquí me tienes”. Al escuchar este tamborileo rápido que producen sus puños golpeando contra su caja torácica, el resto de gorilas de la zona reconocerán al individuo y sabrán a qué distancia está, mientras que los posibles machos más jóvenes sabrán también qué tamaño tiene el emisor del mensaje y si conviene mantenerse a distancia.
Aunque la dinámica es bien conocida por los primatólogos desde hace décadas, el equipo de Edward Wright lo acaba de poner a prueba analizando las propiedades de este sonido y estudiando su papel en la comunicación entre estos animales. En un trabajo publicado este jueves en la revista Scientific Reports, el equipo de Wright desglosa los datos obtenidos tras observar y grabar a 25 gorilas de espalda plateada en el parque nacional de los Volcanes, en Ruanda, entre enero de 2014 y julio de 2016. Los autores del trabajo establecieron el tamaño de cada individuo a partir de fotografías, midiendo la distancia entre los omoplatos y obtuvieron grabaciones de 36 episodios de golpeo de pecho de seis individuos.
Gorilas ‘engorilados’
A partir de estas grabaciones los científicos analizaron la frecuencia de los sonidos y comprobaron que los machos de mayor tamaño emitían frecuencias considerablemente más bajas que los machos más pequeños. Estos individuos más grandes, según los autores, pueden tener mayores cavidades de aire cerca de la laringe, lo que podría contribuir a producir sonidos más graves. También se observaron variaciones en la duración y el número de golpeos producidos por diferentes gorilas, un factor que es independiente del tamaño y que podría contribuir a establecer el sonido personal de cada individuo que permite al resto del grupo reconocerlo.
Los machos de mayor tamaño emitían frecuencias considerablemente más bajas que los machos más pequeños
A partir de estos datos, los investigadores creen que esta señales no vocales son una vía de comunicación rápida en un entorno donde la espesura del bosque dificulta el contacto visual e interpretan que los gorilas de montaña utilizan este sistema para tomar decisiones respecto al apareamiento o la lucha con otros competidores. “Los gorilas macho se golpean el pecho una vez cada veinte horas de observación, pero pueden hacerlo cada pocos minutos cuando hay una interacción entre dos grupos de gorilas”, asegura Jordi Galbany, investigador de la Universidad de Barcelona que ha participado en el estudio, quien añade que también ha comprobado que este comportamiento es más frecuente los días en que hay alguna hembra del grupo en periodo de celo.
Los resultados del estudio enfatizan el potencial de las señales no vocales como vehículo de transmisión de información relevante para los grandes simios. "Otras especies de grandes simios también pueden llegar a comunicarse a distancia mediante señales acústicas no vocales, como los chimpancés, que utilizan los contrafuertes de los árboles como tambor, y emiten un gran abanico de señales comunicativas con duraciones y características diferentes", apunta Jordi Galbany.
"Habría que impulsar investigaciones futuras sobre los gorilas para saber si el comportamiento del golpe en el pecho, aunque transmita información fiable del tamaño corporal del emisor, es decodificado correctamente por los receptores, tanto machos como hembras, y si influye en su respuesta comportamental y en la toma de decisiones", añade Galbany. Además, habría que ver las variantes poblacionales de este tipo de comunicación y, por tanto, extender el trabajo de investigación a otras poblaciones y subespecies de gorilas".
Señales honestas y deshonestas
“Los gorilas viven en bosques frondosos donde la visibilidad no siempre es buena, y esta parece ser la razón por la que han desarrollado una señal honesta multimodal, visual y auditiva”, asegura Antonio José Osuna, doctor en biología y experto en comportamiento animal que no ha participado en este estudio.
En biología se conocen como “señales honestas” a los comportamientos o rasgos que benefician al emisor. “Las señales honestas son muy comunes en la naturaleza, desde el color oscuro del pecho de los gorriones comunes macho, hasta el croar de las ranas”, explica Osuna. “Es esperable que cualquier forma de competición acabe resultando en la evolución de señales honestas, pues permite discriminar rápidamente y muchas veces ahorra enfrentamientos violentos. Los humanos también podemos extraer gran cantidad de información honesta de la voz y otros rasgos”.
También existen las señales deshonestas, asegura el experto. “Un ejemplo divertido es la forma en la que los perros pequeños marcan con orina las superficies (paredes/árboles) más alto de lo que sería predecible por su tamaño y, de esta forma, dejan marcas que aparentan ser de un perro mucho más grande”.
A juicio de Osuna, este estudio sobre el comportamiento y comunicación de los gorilas aporta datos muy interesantes, pero advierte sobre una posible mala interpretación de los resultados . “Muchos se van a sentir tentados a expresarlo como si los gorilas usasen algún tipo de lenguaje de ritmo en la selva, pero no tiene nada que ver con eso”, asegura. No es que los gorilas utilicen su pecho a modo de tam-tam, sino que la reverberación que produce este comportamiento da señales indirectas de su tamaño a todos los demás.
Referencia: Chest beats as an honest signal of body size in male mountain gorillas (Gorilla beringei beringei) (Scientific Reports) DOI 10.1038/s41598-021-86261-8
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