Ciencia

¿Quién robó el sombrero de Madame Lavoisier?

El retrato de Antoine y Marie Anne Lavoisier pintado en 1788 por Jacques-Louis David es todo un icono de la ciencia. El cuadro, que se encuentra en el Metropolitan Museum de

El retrato de Antoine y Marie Anne Lavoisier pintado en 1788 por Jacques-Louis David es todo un icono de la ciencia. El cuadro, que se encuentra en el Metropolitan Museum de Nueva York, representa al matrimonio cuya colaboración estrecha propició algunos de los principales avances de la revolución química de finales del siglo XVIII, un momento de serenidad solo seis años antes del trágico final de Antoine Lavoisier, ejecutado en la guillotina durante la Revolución francesa por su papel de recaudador de impuestos y su asociación con la corrupción del Antiguo Régimen. 

En la obra la pareja se muestra rodeada de los aparatos científicos que propiciaron aquellos descubrimientos, pero la intención original del retrato era muy diferente de lo que podemos contemplar hoy día en las paredes del museo. Ahora sabemos que, sobre la marcha, y en vísperas de la revolución, el cuadro y su mensaje sufrieron una profunda transformación.

Gracias al exhaustivo análisis realizado por el equipo de conservación del Metropolitan, han aparecido pruebas que indican, a su juicio, que el retrato no fue pintado originalmente con la intención de presentar a los Lavoisier como una pareja de científicos, sino más bien como altos burócratas y miembros de la alta sociedad, suficientemente poderosos como para hacerse inmortalizar en un formato reservado por aquel entonces para los aristócratas. 

De recaudadores a científicos

Mediante técnicas de reflectografía infrarrojamacro fluorescencia de rayos X, los investigadores se han encontrado una realidad inesperada: bajo la pintura aparecen los trazos del retrato original pintado por Jacques-Louis David, en el que Madame Lavoisier viste un suntuoso sombrero de moda, hay una estantería que ahora no está y una serie de papeles y otros “atributos de burócratas de alto rango”. En la versión definitiva, sin embargo, el sombrero y los lazos de color rojo fueron tapados por la pintura y los papeles sustituidos por los instrumentos que presentan a sus protagonistas como científicos y no como meros miembros de la alta sociedad.

“Estos descubrimientos revelan la identidad social cambiante de la pareja y la forma en que las aspiraciones tanto de los patrocinadores como del artista llevaron a enfocar este formato de larga duración a nuevos fines”, aseguran los investigadores Silvia CentenoDorothy Mahon y David Pullins, que describen sus descubrimientos en dos trabajos publicados por separado en las revistas Heritage Science y Burlington Magazine. “Los instrumentos científicos que muestran el papel de la pareja en el nacimiento de la química moderna”, resumen, “fueron el resultado de una campaña posterior que reelaboró ​​la forma en que se presentaban los Lavoisier”.

Una fisura en la realidad

Entre los detalles más interesantes del descubrimiento está que nadie sospechaba de la existencia de esta realidad oculta en el fondo de la obra, en parte gracias a la meticulosidad de David al camuflar las modificaciones. “Normalmente la pintura al óleo se vuelve trasparente con el tiempo y permite ver los llamados pentimenti”, explica Silvia Centeno, conservadora y química del Metropolitan, a Vozpópuli. En este caso, en cambio, el aspecto exterior no revelaba ninguna anomalía, más allá de algunos pequeños defectos del barniz.

“El cuadro estaba en muy buen estado cuando vino a la colección en 1977”, recuerda la investigadora, “pero en 2019 se aconsejó que viniera el departamento de conservación para que se reemplazara el barniz”. Fue allí cuando examinando la obra con más detalle, la mirada de Dorothy Mahon reparó en algunos detalles que le hicieron pensar que el cuadro tenía otra historia que contar. 

La pintura roja que asomaba en una de las grietas milimétricas de la pintura fue una pista de que había cambios debajo |Centeno et al. Heritage Science

“Dorothy empezó a ver algunas pinceladas encima de la cabeza de ella, algunos agregados de forma granulosa”, explica Centeno, “y se dio cuenta de que por debajo de algunas grietas de apenas unos milímetros de grosor asomaba una pintura roja”. Fue en aquel momento cuando decidieron hacer el escáner mediante fluorescencia de rayos X, que llevó 270 horas de trabajo y con el que Centeno, como especialista en química, pudo analizar los cambios en la pintura capa a capa.

“Ahí es donde salió todo”, relata. “Lo que vemos es que en la primera composición tenemos un globo terráqueo, los papeles que asoman sobre la mesa, la papelera debajo, la biblioteca detrás… Y sobre todo la vestimenta de ella; el sombrero con todas las decoraciones, los moños rojos en la cintura y en los brazos. Y el traje de él era originalmente marrón y cambió de color”, enumera.

El esquema de la izquierda permite comparar la composición original del cuadro con la definitiva (derecha) |Cortesía de Silvia Centeno

“Más tarde David tapó ese sombrero que era rojo con una capita de pintura gris y si no miras con detalle esa microfotografía no te das cuenta”, prosigue Centeno. A su juicio, es también muy interesante la maestría con la que eligió las mezclas y cambió los detalles. “El haber decidido poner un mantel, por ejemplo, le solucionó un montón de cosas, como los problemas con las piernas de él y poner los instrumentos encima”, señala. La presencia y posterior desaparición del sombrero explican por qué el cuadro tiene tanto aire por encima de los protagonistas, algo que se ha venido atribuyendo tradicionalmente a la genialidad del pintor.

El escrutinio minucioso de la pintura les ha permitido descubrir que el artista jugó también con el tamaño de los aparatos científicos y la inclusión en la parte izquierda de la escena de una carpeta que pertenece a Marie Anne Lavoisier para reflejar su papel fundamental en los trabajos del químico. Aunque Antoine Lavoisier y Jacques-Louis David habían sido compañeros de estudios, en aquel momento era ella la que tenía una relación más directa con el pintor, del que recibió clases de dibujo. Gracias a aquellas lecciones, Madame Lavoisier ilustró el instrumental técnico que Antoine empleaba en sus experimentos, entre otras muchas gestiones necesarias para el trabajo científico.

El análisis de fluorescencia de rayos X del retrato llevó 270 horas |Dorothy Mahon, 2019

Todos estos detalles que han aparecido ahora bajo la pintura, advierten los autores, no son meros esbozos que Jacques-Louis David hiciera antes de pintar el cuadro definitivo, sino que estaban muy elaborados, como muestran los documentos de la estantería y los detalles del sombrero. Pero, por algún motivo, David decidió repintar la obra y cambiar su significado. “Esa es la idea más importante”, subraya Centeno. “En lugar de representarlos como cobradores de impuestos, el retrato pasa a ser más sobrio, sin tantos tonos rojos, y los presenta como investigadores”.

Vientos de cambio y revolución 

La documentación exhaustiva de los investigadores les ha permitido identificar asimismo con precisión las fechas en las que se encarga el cuadro y se entrega a sus propietarios, por la impresionante cifra de 7000 libras, una suma enorme para la época. E incluso pueden situar la fecha en la que ese tipo concreto de sombrero se puso de moda en París o cuándo se diseñó el vestido. La obra se empezó a pintar en el verano-otoño de 1787 y fue entregada a los Lavoisier el 16 de diciembre de 1788, cuando el ambiente en Francia empezaba a ser de tensión a pocos meses de estallar la revolución, lo que invita a pensar que tanto ellos como David quizá intentaron suavizar los elementos de la pintura que pudieran agitar aún más el odio hacia su papel de recaudadores. 

A la izquierda, imagen del modelo de sombrero publicada en la Magasin des Modes Nouvelles de noviembre de 1787. A la derecha, el sombrero de Marie Anne |Heritage Science

Pero no fue el único factor a tener en cuenta. También se estaba produciendo un cambio de sensibilidad desde la estética rococó hacia un estilo más sobrio que luego daría lugar al neoclásico.

“Es muy tentador mirar atrás y decir que los cambios de David fueron completamente de naturaleza política, y por supuesto la imagen resultante era menos problemática en 1789 que la primera versión”, explica a Vozpópuli David Pullins, el historiador que ha dado contexto al nuevo análisis del retrato. “Pero es importante recordar también que David tenía su propio proyecto como artista y que logró producir un nuevo tipo de retrato, que abrió nuevos caminos”. En su opinión, los cambios que hizo David en el retrato se explicarían también como un paso intermedio en su forma de pintar, que le llevarían “a quitar distracciones como el sombrero, los lazos o las flores artificiales y dirigirse en general a un estilo más sencillo”.

"Nunca sabremos si los cambios fueron por decisión del artista o a petición de los Lavoisier"

“Lo que probablemente nunca sabremos”, asegura el científico y divulgador británico Phillip Ball en una nota en Chemistry World a propósito de estos cambios, “es si fueron hechos por la decisión del artista o a petición de los Lavoisier a medida que vieron en qué dirección soplaba el viento”. Pero está claro que entre 1787 y 1788 las circunstancias hicieron que el cuadro fuera cambiando de enfoque hasta convertirse en la imagen icónica que hoy conocemos.

Una visión discrepante

Sobre estos motivos para el cambio, el historiador italiano Marco Beretta, el mayor especialista vivo en la obra de los Lavoisier, tiene una visión ligeramente diferente de la ofrecida por los conservadores del Metropolitan Museum. Recuerda que estos replanteamientos son comunes en una obra por encargo y cree que la relación tan estrecha entre David y los Lavoisier explica que le pidieran o que consensuaran un reenfoque del cuadro. Pero no cree que en ningún momento ellos quisieran ser retratados como recaudadores de impuestos, puesto que ya era “la profesión más odiada de Francia” desde mucho antes del encargo de la obra y ellos lo llevaban con discreción. 

Marco Beretta, el mayor especialista en la obra de los Lavoisier, no cree que quisieran ser retratados originalmente como recaudadores

“Descarto que los documentos de la estantería fueran los registros públicos de recaudación, puesto que además estos documentos no estaban en aquel edificio”, explica Beretta en conversación con Vozpópuli desde Italia. En su opinión, desde el principio querían ser retratados como unos parisinos eminentes en su laboratorio, pero en la primera versión, asegura, es evidente que su aspecto y los elementos no cuadraban. 

“Si los miras con detalle”, argumenta, “la armonía, la consistencia y el valor estético es infinitamente mayor en la versión final, así que no sorprende que vieran el primer ensayo y pensaran en cambiarlo, hacerlo más armonioso, como una pareja trabajando juntos”. Porque seguramente la composición con la estantería y los adornos estéticos les pareció poco real. “Creo que pensaron: vamos a hacerlo más natural, vamos a reflejar lo que hacemos juntos de una manera más directa”, sostiene Beretta. “Y si querían reflejar el trabajo diario en el laboratorio, el sombrero claramente no encaja bien, no te da la idea de naturalidad o el ambiente doméstico que ellos buscaban”.

Una llave para abrir otras puertas

En cualquier caso, Beretta cree que el trabajo de análisis y el hallazgo del equipo de conservadores del Metropolitan - con los que ha intercambiado opiniones antes de la publicación de los resultados - son fascinantes y muy prometedores. “Creo que estas tecnologías ofrecen la posibilidad de tomar cualquier pintura y ver más allá”, asegura, “de descubrir las versiones anteriores con tal definición que puedes ver realmente casi todos los detalles”. Y quién sabe cuál será el siguiente secreto que estará esperando en otros cuadros.

Para Silvia Centeno, que lleva 20 años trabajando como química en el Metropolitan y se acuerda de cuando veía estos cuadros en reproducciones en blanco y negro durante su infancia en Argentina, analizar el famoso retrato de los Lavoisier ha sido “todo un privilegio”. “Lo más fascinante es que siempre que te aproximas a un cuadro y piensas que lo conoces y lo entiendes, en realidad no sabes lo que te vas a encontrar”, concluye. “Lo puedes haber mirado una y otra vez, pero nunca sabes lo que te espera”.

Referencias: Centeno, S.A., Mahon, D., Carò, F. et al. Discovering the evolution of Jacques-Louis David’s portrait of Antoine-Laurent and Marie-Anne Pierrette Paulze LavoisierHerit Sci 9, 84 (2021). https://doi.org/10.1186/s40494-021-00551-y | Pullins D, Mahon D, Centeno SA. David’s Lavoisiers: technical findings on portraiture at the brink of Revolution. Burlingt Mag. forthcoming  2021;166(1422) | Refashioning the Lavoisiers (Met Museum) 

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