Ciencia

¿Esto que llaman "ola de frío" es lo que antes llamábamos "invierno"?

Este martes entra en España una masa de aire frío que provocará  heladas generalizadas y tendrá su punto culminante el miércoles. Los más viejos del lugar recordarán episodios mucho más crudos y a otros les parecerá que se acaba el mundo. Pero, ¿cuál es el criterio para poder hablar de 'ola de frío' y cómo será este episodio en comparación con la historia reciente? Pongamos algo de perspectiva.  

La Agencia Española de Meteorología (AEMET) anuncia para este martes 17 de enero un cambio en la situación meteorológica que generará lo que se conoce como una ola de frío. El episodio alcanzará su máxima crudeza el miércoles, con heladas y temperaturas máximas que no superarán los 5ºC en buena parte de la península. Durante al menos tres días, la noticia que más espacio ocupará en telediarios será que hace frío y nieva en algunos lugares de España. Alguno considerará que esto no es ni siquiera noticioso y pasa todos los inviernos. Pero esto no es exactamente así, veamos por qué.

Para empezar, la AEMET define como ‘ola de frío’ el "episodio de al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran mínimas por debajo del percentil del 5% de su serie de temperaturas mínimas diarias de los meses de enero y febrero del periodo 1971-2000". Es decir, un periodo en el que la temperatura baja por debajo de la media del registro histórico y dura al menos varios días. Y lo que se avecina en las próximas horas cumple este criterio, aunque no será una ola de frío especialmente virulenta en comparación con otras.

Para valorar cómo de intensa es esa ola de frío hay que tener en cuenta varios parámetros importantes, como la duración, el número de provincias afectadas, la ‘temperatura mínima de la ola’ y la ‘anomalía de la ola’ (lo que se desvía de la media del registro). Si miramos al registro más reciente, tenemos la ola de frío del invierno de 2001-2002, que fue la más larga registrada, con 17 días de duración. En otras ocasiones no era una sola ola, sino una sucesión de ellas, la que generó una situación especialmente cruda. Así, en el invierno de 1980-1981 se contabilizaron 31 días con ola de frío repartidos en cuatro episodios y en el invierno de 1975-1976 hubo 22 días en cuatro episodios. En cuanto a temperatura, el valor más bajo de los últimos años se marcó en el invierno de 2008-2009 con -9ºC, seguido del invierno de 2007-2008, con un valor de -8.8ºC.

"Tenemos las sensación de que no ha pasado esto desde hace un montón de tiempo, cuando en realidad no es así"

En comparación, el episodio de los próximos días ni siquiera se acerca a estos valores. "Hasta que no termine no se puede hacer el balance global, pero es verdad que no se trata de una ola de frío muy excepcional", explica a Next el meteorólogo José Miguel Viñas. Al haber tantos elementos para comparar, se pone en la misma categoría a olas de frío de muy distinta intensidad. "Se ha dicho estos días que desde 2001 ha habido 20 olas de frío, pero una ola de apenas tres días no es comparable como la que se prolongaron durante semanas", explica. La masa de aire que va entrar en la península este martes nos traerá temperaturas de unos 4ºC, aunque la sensación térmica será de más frío por el viento. "Si entra algo de humedad de cara al viernes o sábado podríamos ver algo de nieve, pero es muy arriesgado afirmarlo a estas alturas", asegura el meteorólogo.

Las olas de frío que llegan hasta la península suelen tener tres tipos de configuraciones en función de su procedencia. Cuando el frente llega del norte, la ola suele dejar nevadas más abundantes porque el aire tiene un recorrido marítimo. Si la ola llega directamente de Siberia a través de un corredor de miles de kilómetros la ola nos llega desde el lugar de la Tierra donde el aire está más frío ahora en esta época (a unos a -60ºC) con lo que puede llegar aquí  a unos -20/-30ºC. Esto lo que ha pasado estos últimos días en la parte oriental de Europa, cuando bajó el aire directo del núcleo siberiano. Si nos ocurriera a  nosotros algo así, comenta Viñas, "sería un desastre porque no estamos preparados para ese tipo de nevadas". La última de las configuraciones es la que va a tener lugar a partir de este martes. Aunque se hable de "frío siberiano", lo cierto es que el aire que nos llegará procede del centro de Europa donde lleva varios días. "Lo que nos va a llegar es una masa de aire polar y seco", resume Viñas. "La diferencia es que no va a dejar nevadas abundantes, pero el jueves y viernes hay incertidumbre porque la cota de nieve puede bajar a nivel del mar y en alguna zona del Mediterráneo podrían ver nevar".

“Una ola de apenas tres días no es comparable como la que se prolongaron durante semanas”

¿Es esto suficiente para echarse las manos a la cabeza o es lo esperable en un invierno normal?  Lo que viene, como hemos visto, se ciñe a lo que la AEMET considera una "ola de frío" y la bajada será notable (en Madrid, por ejemplo, la temperatura bajará entre 10 y 15 grados ni más ni menos). Es verdad, admite Viñas, que "no todos los inviernos tenemos entradas frías como la que viviremos esta semana y eso no ha sido la norma, pero en general sí que los inviernos eran más rigurosos y largos". Para el meteorólogo, en el mundo cálido actual estas situaciones invernales nos pillan cada vez más fuera de juego. "En cierta manera nos estamos acostumbrando a inviernos suaves y tenemos las sensación de que no ha pasado esto desde hace un montón de tiempo, cuando en realidad no es así". Para salir de dudas, nada como acudir al registro. En 1956, por ejemplo, la ola de frío pudo los termómetros de toda España bajo cero durante días, hubo nevadas intensas y se registró la temperatura más baja registrada hasta la fecha en el Banco Nacional de Datos Climatológicos: los -32.0ºC en Estany-Gento, en la provincia de Lleida, a 2.120m de altitud. "Para hacerse una idea", recuerda Viñas, "en febrero del 56 la temperatura media en la costa del País Vasco fue negativa, es decir, estuvo por debajo del cero todo el mes". Aquello, dirán algunos, sí que era una auténtica ola de frío propia "del mismo Bilbao".

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