Ciencia

El vapor de los aviones está cambiando el cielo

Un estudio a partir de imágenes por satélite muestra que las estelas de condensación contribuyen a aumentar los niveles de reflexión de luz de las nubes y a enfriar la atmósfera.

En septiembre de 2001, en los días posteriores al atentado contra las torres gemelas de Nueva York, el espacio aéreo estadounidense quedó cerrado durante tres días. Los científicos se encontraron de improviso con una ocasión única para tratar de averiguar si el tráfico aéreo estaba contribuyendo de alguna forma a los cambios de temperatura y una variación entre el día y la noche de 1,8 grados de media les llevó a pensar que quizá las estelas de los aviones estaban ayudando a reflejar más luz del Sol y a enfriar la atmósfera. Aunque aquellos datos se pusieron en duda y se atribuyeron finalmente a "variaciones naturales de la cobertura de nubes", la idea de que los aviones podían estar alterando el clima ya estaba encima de la mesa.

El vapor emitido por los aviones contribuye a que los cirros aumenten de espesor y reflejen más luz

Una década y media después, el equipo de Kevin Noone retoma la idea y aporta nuevos datos para el debate. En un trabajo publicado en la revista Nature Communications, Noone ha analizado los datos de vuelos comerciales entre la costa oeste de Estados Unidos y Hawái entre 2010 y 2011 y los ha comparado con las imágenes meteorológicas tomadas desde el satélite CALIPSO para detectar los cambios ópticos en las nubes. El resultado, según su modelo, es que los cirros - esas nubes compuestas de cristales de hielo y de aspecto deshilachado que se extienden por el cielo a unos 5.500 metros de altura - aumentaron una media del 22% su "espesor óptico" debido al efecto de las estelas dejadas por los aviones.

¿Qué significa esto? Básicamente que las estelas de condensación (el rastro de cristales de hielo que dejan las aeronaves a su paso) tienen un efecto acumulativo y se unen a los cirros hasta aumentar la cantidad de luz solar que reflejan hacia el exterior de la atmósfera, lo que podría tener efectos directos en la temperatura del planeta. Aunque el mecanismo por el que se produce este engrosamiento de los cirros aún se desconoce, los autores sospechan que podría tener que ver con la carbonilla que sueltan los aviones, que podrían  actuar como elementos de nucleación a partir de los cuales las nubes crecen.

Las nubes aumentaron una media del 22% su "espesor óptico" por efecto de las estelas

De esta manera, el vapor emitido por los miles de aviones que surcan cada día los cielos contribuye a que los cirros aumenten de espesor, lo que provoca que reflejen más luz del sol y a la vez baje la temperatura de la atmósfera, de un modo que aún queda por cuantificar pero que los autores se proponen seguir estudiando.

Referencia: Aviation effects on already-existing cirrus clouds (Nature Communications) DOI 10.1038/ncomms12016

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