En el verano de 2012 las imágenes del satélite Oceansat-2 hicieron saltar todas las alarmas en el planeta. Según los datos del espectroradiómetro, durante varios días el 97% de la superficie de Groenlandia había empezado a derretirse. La noticia, que no siempre fue bien interpretada por los medios, no indicaba que el hielo del ártico se fuera a deshacer de la noche al día, sino que la parte superficial del territorio groenlandés estaba por primera vez sometida a un proceso de deshielo que afecta habitualmente a un porcentaje mucho menor de la superficie (apenas un 40%) y que podía poner en marcha un mecanismo a gran escala. Los datos movilizaron sobre todo a los científicos que estudian los cambios en el albedo de las zonas árticas (el porcentaje de luz reflejada). Si la nieve superficial se oscurece, por el efecto de la contaminación global, las algas o cualquier otro motivo, aumenta el porcentaje de radiación absorbida y el ritmo de deshielo se acelera. ¿Estaba el albedo detrás de aquel súbito cambio?
El aumento de incendios forestales podría depositar hollín en Groenlandia y acelerar el deshielo
En aquellos días se batía también el récord de superficie quemada en los incendios forestales de la costa oeste de Estados Unidos. Millones de hectáreas ardían en estados como Colorado, desatando grandes columnas de humo visibles desde el espacio. Algunos científicos, como Jason Box, de la Universidad Estatal de Ohio, empezaron a cuestionarse si los dos fenómenos estaban relacionados. Un aumento de los incendios forestales a escala global podía estar depositando hollín y carbonilla en el Ártico y acelerando el deshielo. Otros datos recogidos desde el satélite mostraban que parte de estas grandes columnas de humo viajaban hacia el norte y se depositaban en Groenlandia. Y las observaciones sobre el terreno mostraban grandes zonas de nieve ennegrecida. Con la ayuda de otros investigadores, Box puso en marcha una iniciativa bautizada como "Dark Snow project" (Proyecto Nieve Oscura) para conseguir fondos y concienciar a la sociedad de la necesidad de investigar el asunto.
El ritmo de deshielo en Groenlandia en aquel año fue tan brutal que en algunas localidades el agua se llevó por delante algunos puentes. Durante meses, Box y otros colegas viajaron y trataron de reunir apoyos para obtener más datos. Paralelamente, otras instituciones estaban detrás de la pista y realizaban sus propias pesquisas. El equipo de Kaitlin M. Keegan se desplazó a la zona y comenzó a obtener muestras de distintas capas del hielo groenlandés para cruzarlas con el registro histórico. Los resultados de su trabajo se publican esta semana en la revista PNAS y ofrecen un primer veredicto: la concentración de hollín (y otras sustancias denominadas genéricamente "negro de carbón") procedente de los grandes incendios están modificando el albedo y acelerando el proceso deshielo.
El registro muestra acumulación de hollín en 1889 y 2012 que aceleraron el deshielo
Para estudiar el proceso, Keegan y sus colegas penetraron en el hielo para recoger muestras con el registro de cambios desde la actualidad hasta el año 1750. El muestreo dio cuatro fechas en las que se había producido una acumulación extraordinaria de carbonilla: 1868, 1889, 1908 y, por supuesto, 2012. ¿Qué temperaturas se habían registrado aquellos años? Gracias al registro meteorológico danés comprobaron que las temperaturas de 1868 y 1908 habían sido demasiado bajas como para que el proceso de deshielo se acelerara. En 1889 y 2012, en cambio, "la combinación de las temperaturas de un verano caluroso y el descenso del albedo por el negro de carbón depositado, facilitaron un deshielo generalizado".
Como explica Hannah Hoag en un espléndido artículo en Nova, la idea de que el hollín puede estar acelerando el deshielo no es nueva. Algunos científicos estudian la presencia de unas algas que se alimentan de estas sustancias y que podrían retroalimentar el proceso. La hipótesis se enfrenta a algunos datos contradictorios como el hecho de que 2013 fuera un año récord de incendios en Siberia y el fenómeno de deshielo masivo en superficie no se haya repetido. Los científicos barajan la posibilidad de que los incendios en Norteamérica tengan una influencia más directa en Groenlandia que las de la otra parte del globo.
Aún así, Keegan y otros investigadores ponen sobre el horizonte un escenario inquietante. El aumento de la frecuencia en los incendios forestales debido al calentamiento global (este año, sin ir más lejos, vuelve a haber alerta por la sequía en grandes zonas de EEUU) podría reducir el albedo y desatar un proceso que acabe con la capa de hielo ártico antes del año 2100. Otro estudio de esta misma semana, en Nature Geoscience, advierte de que los hielos de Groenlandia son mucho más vulnerables a las cálidas aguas del océano por el cambio climático de lo que se pensaba hasta ahora debido a la existencia de valles inexplorados hasta ahora. Si se derritiera completamente el hielo, se calcula que el nivel del mar podría subir hasta siete metros.
Referencia: Climate change and forest fires synergistically drive widespread melt events of the Greenland Ice Sheet (PNAS)
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