Ciencia

Salvar la vida salvaje para salvar al ser humano

La desaparición masiva de especies animales está relacionada con el aumento de la pobreza, la esclavitud y el terrorismo en determinadas regiones del mundo, según un artículo en Science.

Nuestro planeta podría estar viviendo la sexta extinción masiva por culpa de las actividades humanas. Solo en los últimos 500 años, han desaparecido de la Tierra 322 especies de vertebrados y las cifras son escalofriantes se mire donde se mire. En las últimas cuatro décadas se ha extinguido una de cada cinco especies de vertebrados y algunas especies icónicas como el elefante o el rinoceronte están cerca de dejar de existir. El panorama no es mejor entre los invertebrados, cuya variedad ha disminuido un 40% globalmente en pocos años. Solo entre las mariposas y polillas, de los insectos mejor estudiados, se cree que la abundancia global ha disminuido un 35% desde 1970.

Existe una relación entre la desaparición de especies y el aumento de la pobreza y el terrorismo

Rhett Harrison lleva 30 años estudiando los bosques de la isla de Borneo y tratando de combatir a los cazadores furtivos. Y ha perdido la batalla. Los zorros voladores, osos malayos y gibones han desaparecido del parque de Bukit Lambir debido a la caza ilegal. Y no es el único caso. Los grandes santuarios de fauna de otros continentes están siendo acosados por cazadores e industrias y llevando a la desaparición rápida de decenas de especies. ¿Qué efectos puede tener esta situación sobre la situación del planeta? Y lo más importante, ¿es esta desaparición de la diversidad una amenaza para los humanos?

Ubicación de las especies más amenazdas (en rojo) | AAAS/Science

En un número especial dedicado a esta "defaunación" del planeta, la revista Science recoge varios artículos que apuntan a los principales focos del problema, pero el más impactante es quizá el que analiza los efectos de esta desaparición masiva de la fauna salvaje en la población humana. En un artículo firmado por el investigador de la Universidad de Berkeley Justin Brashares junto a otros autores, los científicos establecen una relación entre la desaparición de la vida salvaje y el aumento en muchas regiones del mundo de la pobreza, la explotación infantil, la piratería y el terrorismo.

La vida salvaje da de comer a un 15% de la población global, unos mil millones de seres humanos.

De acuerdo con los investigadores, la caza de animales salvajes (no solo terrestres sino también los grandes bancos de pesca) genera unos 300.000 millones de euros al año, sostiene el modo de vida de un 15% de la población global y es la principal fuente de proteínas animal de unos mil millones de seres humanos, los más pobres del planeta. "Donde la variedad de especies se reduce", escriben, "el tráfico de seres humanos y el crimen organizado aumentan a menudo".

Para sostener su tesis, los investigadores ponen varios ejemplos. En Tailandia y Camboya, aseguran, la desaparición de la vida marina ha obligado a muchos pescadores a navegar más lejos y en condiciones terribles, hasta el punto de que muchos trabajadores son forzados a jornadas de 20 horas al día durante años sin que les paguen. Como en círculo vicioso, aseguran, la escasez de recursos obliga a bajar el coste de la mano de obra hasta el límite en que a los explotadores les resulte rentable. En el África occidental, por su parte, la desaparición de las especies de mamíferos terrestres obliga a sus habitantes a viajar durante días para obtener comida y ha aumentado la explotación infantil. "La mano de obra barata de los niños", indican los autores del artículo, "permite a los cazadores cazar animales salvajes en zonas donde de otro modo sería demasiado caro llegar".

La escasez de recursos obliga a bajar el coste de la mano de obra, según los autores.

Otro de los factores que ha contribuido a empeorar la vida de la población es la demanda de productos como los colmillos de elefante y los cuernos de rinoceronte. Entre la cascada de consecuencias sociales de esta demanda, destaca que algunos grupos armados  han empezado a participar en la caza furtiva para financiarse, como ha sucedido con la guerrilla de Boko Haram en Nigeria. En la parte oriental de África, aseguran los autores del artículo, la explotación injusta de los recursos condujo a la aparición de piratas que asaltaban las embarcaciones extranjeras. Tal es el caso de Somalia, argumentan, donde a medida que aumentó la explotación de sus recursos por flotas extranjeras se produjo un aumento de la violencia. El mismo camino, advierten, parecen estar tomando las cosas en las costas de Benin, Senegal y Nigeria, donde empiezan a aumentar los casos de piratería. Los autores citan las palabras de un pescador senegalés: "En diez años la gente acabará saliendo a pescar armada. Lucharemos por la pesca en el mar. Si no podemos comer, ¿qué esperan que hagamos?".

“Si no podemos comer, ¿qué esperan que hagamos?"

Para los autores, las iniciativas que se están poniendo en marcha, como la creación de una agencia contra el tráfico de animales promovida por Barack Obama o la oficina de la ONU con el mismo objetivo no atajan la raíz del problema. En su opinión, se quedan cortos porque no van a las causas que originan la demanda de estos animales y deberían incluir programas que vayan en apoyo de las poblaciones que sufren los efectos de la desaparición. La idea principal es que se dé a los gobiernos locales la posibilidad de dar a los pescadores y cazadores de la zona los derechos exclusivos para explotar los recursos. Como ejemplo ponen las políticas desarrolladas en los bancos pesqueros de las islas Fiji y el control y gestión local de algunas reservas en Namibia. La solución, concluyen, pasa porque los pobladores de cada zona se beneficien de sus recursos y los conserven e ir "más allá de las reacciones superficiales a la caza de rinocerontes y elefantes". 

 Referencia: Wildlife decline and social conflict (Science)

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