Ciencia

"Las mentiras del etiquetado se están volviendo contra la industria"

El catedrático y divulgador José Manuel López Nicolás denuncia los excesos de las industrias alimentaria y cosmética a la hora de comercializar sus productos. Una estrategia que ha convertido las etiquetas en una colección de disparates o de afirmaciones tramposas que denuncia en su libro "Vamos a comprar mentiras".

Si alguien despertara del coma después de 20 años y lo llevaran de visita al supermercado es posible que sufriera un gran impacto psicológico. Para empezar, le costaría encontrar un bote de leche, un paquete de mantequilla o una bolsa de ensalada que contuviera únicamente lo que va buscando. Casi todos los alimentos incluyen un extra de Calcio, Vitaminas A, E y D o todo tipo de moléculas que prometen fortalecer sus huesos, sus conexiones neuronales o su salud dental. Vivimos en la época de los alimentos funcionales y los suplementos alimenticios y la falta de una regulación y supervisión de las administraciones ha convertido las estanterías del supermercado en la ley de la selva. En su libro en su libro "Vamos a comprar mentiras" (Cálamo, 2016), el catedrático e investigador José Manuel López Nicolás denuncia este tipo de triquiñuelas que confunden al consumidor y erosionan la buena reputación de la ciencia.

¿Ir contigo al supermercado debe ser un sufrimiento, no?

Mi mujer no viene... Bueno, sí viene, pero me manda una hora antes porque me paro a mirar las etiquetas. Y la cosa llega al punto de que hay centros comerciales en los que cuando aparezco le dan un toque al guarda de seguridad.

En el libro solo citas un ejemplo de buen hacer en la industria alimentaria, ¿la proporción es esta? ¿La inmensa mayoría de reclamos publicitarios de alimentos y cosméticos son mentira?

La inmensa mayoría de los alimentos funcionales y complementos alimenticios utilizan estrategias que aunque sean legales no sirven para nada, son un desastre: confunden al consumidor y los que no lo confunden no hacen falta. Además, si como empresa crees que tu alimento hace todas esas cosas que dice, mándalo a que sea evaluado el producto por la la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).

Cuéntame que es esto de la estrategia del asterisco, que por lo que veo es lo más frecuente.

Consiste en coger un alimento funcional y añadirle ingredientes que no han sido evaluados y poner alegaciones saludables (health claims) alrededor de ese producto. Antes eso no estaba permitido, pero con la nueva ley basta con añadir el 15% de la cantidad diaria de un micronutriente que sí tenga una alegación positiva y ya puedes decir de todo. Y el truco es que ese micronutriente lo pones en una parte pequeña del envase.

Al final en un chorro de limón tienes todo eso que te cuesta 300 euros en la tienda.

O sea, te buscas la lista de lo que sí permite decir la EFSA, encuentras algo que te sirva y metes tus alegaciones por la puerta de atrás.

Siempre pongo un ejemplo: el famoso DeMemory, que lleva jalea real, fatidilserina y otros ingredientes no evaluados. Sin embargo tiene fósforo, que sí tiene alegaciones, y eso le permite anunciar que es bueno para la memoria. Pero es que en una sardina tienes el mismo fósforo que en tres cajas de DeMemory.

¿Y no es más fácil atribuir las propiedades a la molécula que admite la EFSA y no dar tantas vueltas?

Sí, pero el que fósforo o la vitamina B6 no llama la atención del consumidor. Todo el mundo sabe, o debería saber, que están por todos lados, en muchos alimentos. El caso más brutal es el de la vitamina C, que tiene 12 o 15 alegaciones aprobadas. Resulta que puedes encontrar en el mercado 15 productos totalmente distintos y todos tienen en común la vitamina C y cada uno de ellos utiliza una alegación distinta. Bueno para el sistema nervioso, para los dientes, para la alimentación saludable... Al final en un chorro de limón tienes todo eso que te cuesta 300 euros en la tienda.

Sin conservantes, sin aditivos, sin porquerías... ¿La estrategia de las empresas de seguir el juego a las fobias del consumidor no es pegarse un tiro en el pie?

Creo que tanto la industria alimentaria como cosmética tienen suficientes propiedades en sus productos sin necesidad de utilizar estas estrategias. No hace falta echar mierda a otros productos o incluso los propios. Si sacas una gama que dice que tus potitos son "Eco 100% sin pesticidas", ¿qué estás diciendo? ¿Que el resto de los potitos de tu gama llevan pesticidas y eso puede ser peligroso?

¿Para qué va a invertir una empresa en investigación si cualquiera puede incluir una alegación de salud falseada?

Se crea una realidad al margen de los hechos, es como si la posverdad hubiera llegado antes al mercado que a la política.

Esto es mucho más grave de lo que parece. Para mí sería un desastre que al final la gente pensara que solo son triquiñuelas o argucias para vender un producto y ganar unos céntimos. No. Esto está teniendo repercusiones en la investigación, el desarrollo y la innovación. Yo pertenezco a grupo y las empresas alimentarias están dejando de investigar, porque no les interesa. ¿Para qué van a  invertir un millón de euros en un producto cuando la competencia invierte 1 euro y con eso tiene una gama entera de productos?

¿Todo este desbarajuste se arreglaría regulando el sector alimentario como el de los medicamentos?

Es la única forma. Para mí la educación no es suficiente, es necesaria, como la divulgación, pero hace falta paralelamente una legislación mucho más estricta y un control en el cumplimiento. Ahora son las grandes multinacionales las que están presionando para que se cambie el reglamento, porque cualquier empresa pequeña puede anunciar cualquier alegación de su producto sin invertir en investigación. Esta situación  se está volviendo contra la industria y quieren cortar el rollo que ellas mismos empezaron porque se quedan sin valor añadido. Ahora mismo tú podrías sacar una hamburguesa con el peor aceite del mundo, pero le pones un poco de vitamina B6 y ya puedes decir que es la primera hamburguesa mundial que ayuda al normal funcionamiento del sistema inmunitario. La solución es que se instaure el perfil nutricional, que evalúa al producto en su conjunto.

¿Cada producto tendría que pasar su propia prueba? Eso es muy caro, ¿no?

Exacto, y no interesa. Mejor le meto la estrategia del asterisco. Si te evalúan el producto ya no vas a poder poner nada. En el libro cito un producto poco conocido, contra el colesterol, que  es el único que se ha atrevido a que le evalúen el producto entero.

Y aunque se aprobara ese modelo, la alimentación funcional seguiría siendo un gran engaño porque sigue habiendo más propiedades en un melocotón que en cien productos.

Correcto, aunque saliera un nuevo reglamento, estos productos seguirían siendo innecesarios.

La industria argumenta: “como la gente no sabe comer, le damos estos suplementos que no hacen falta”

Pero esto es un bofetón a la investigación en alimentos, se diría que trabaja para confundir.

Es un bofetón a los alimentos funcionales. La posición de la industria es admitir que es cierto que en la nutrición normal tienes todos los ingredientes, pero es que la población no toma esa alimentación normal.

O sea, les engañamos porque no saben comer.

Como no saben comer, nosotros le damos esto. Para que en su alimentación al menos coman estos ingredientes. Pero lo que yo digo: si a un niño desde pequeño le enseñamos a no tomar una alimentación correcta, sino a suplirla con parches, ¿en qué momento de su vida va a cambiar y va a empezar a comer correctamente? 

Te quejas de que haya distintos organismos a nivel internacional con criterios diferentes. ¿Cómo daña esto a la confianza del consumidor?

Ahí saltamos al campo de la seguridad. Una cosa es que sea un desbarajuste los productos nutricionales y en seguridad estamos en el momento de la historia en que más seguros podemos estar de los alimentos. Lo que no puede ser es que haya productos que estén prohibidos en EEUU y aquí no o al revés. Salvo que haya intereses comerciales muy fuertes.

¿Habría que crear un megaorganismo transnacional para regular estas cosas?

Sí, hay que armonizar la legislación internacional en cuanto seguridad y funcionalidad de los ingredientes. Es absurdo que haya legislaciones absolutamente distintas.

Del libro se deduce que hay empresas, como Actafarma, que se la cuelan sistemáticamente al consumidor, ¿no se puede hacer nada contra estas triquiñuelas?

Que hay "engaño" no puedes decirlo, porque están cumpliendo la ley. El problema es la ley. Pero han encontrado un filón para sacar producto tras producto con esa estrategia. Me duele como científico que haya investigadores que se sumen a ese carro. Me da igual que sea Actafarma o Danone, Puleva...

¿Cómo se entiende que el CSIC sea cómplice de algunos de estos engaños al consumidor?

No lo sé. Están haciendo un flaco favor a la ciencia todos aquellos científicos que se suman a ese carro. El CSIC aparece avalando los macroantioxidantes de una bebida de belleza (Beauty drink), pero te vas a la web de la EFSA y los macroantioxidantes no han sido evaluados por ningún sitio. En realidad incluyen vitaminas A, C, biotina y niacina y tiran otra vez de la estrategia del asterisco. ¿De verdad se deben prestar los científicos a esto? Yo no digo que los macroantioxidantes no sean positivos, pero si lo crees de verdad, ¿por qué no lo mandas a evaluar tu producto a la EFSA?

Están haciendo un flaco favor a la ciencia todos aquellos científicos que se suman a ese carro.

Supongo que lo que hacen es coger el camino más fácil.

¿Debe hacer un científico coger el camino más fácil? Cuando les preguntas dicen que ellos en las estrategia del marketing no entran. Hombre, si aparece el CSIC por todas partes, ¿me estás diciendo que no tiene nada que ver?

Lo de la cosmética es igual o peor que la alimentación, hay hasta una crema con rayos infrarrojos, ¿no?

Con rayos bioinfrarrojos. Yo soy profesor de técnicas instrumentales y eso no lo he visto en la vida. En cosméticos el tema es mucho más sangrante porque la publicidad que se hace utilizando palabras científicas supera con mucho el tema de la alimentación... La diferencia con la alimentación es que hace dos o tres años apareció un reglamento contundente y muy serio, pero ¿qué ocurre? Que no ha surgido el policía, no han creado ninguna agencia que controle que ese reglamento se lleva cabo.

Oye, ¿y por qué no me va a arreglar la piel el ADN de manzana? Eres un aguafiestas

Bueno, no es porque lo diga yo, la que controla este tema es la Agencia Española del Medicamento, no hay una agencia de cosméticos. Y tuvo que salir a decir que el uso de células madre en este tipo de productos era fraudulento.

Pues en una peluquería de mi barrio te implantan células madre por 8 euros.

Lógico. El nuevo reglamento de cosméticos no permite nada de eso, pero como no se persigue, todo el mundo lo hace.

Empecé el libro con el ceño fruncido y  he terminado riendo a carcajadas. Cuéntame qué es la horchataterapia, por dios.

Yo soy partidario de las terapias de belleza, lo que no soy partidario es de disfrazarlo de palabras científicas. Si a uno le da por bañarse en chocolate y le gusta, como si le da por chupar candados. Ahora, no me digas que los componentes del chocolate lo que hacen es inactivar los radicales libres... El caso más sangrante es la "horchataterapia ecológica". Se resume básicamente en que un tipo tiene una horchatería y un tipo tienen un spa, hablan y se ponen de acuerdo. Visto como está el mercado vamos a sacar un nuevo servicio, pensarían. Hasta ahí, perfecto. Pero luego están las propiedades beneficiosas que anuncian, con "aceites biosensitivos para incrementar tu capacidad sexual". La idea es meter en un solo producto la palabra bio, una palabra técnica y un tipo con una bata. Y si además le pones un sello de una universidad o una asociación médica ya tienes el pack completo. Creo que la clave está en que según las encuestas de la percepción social de la ciencia, la ciudadanía tiene cada vez más confianza en los científicos. Alguien se ha dado cuenta y quiere sacar tajada.

Basta meter la palabra bio, una palabra técnica y un tipo con una bata. Alguien se ha dado cuenta de que la ciencia vende

 Pero que la sociedad que confía en la ciencia caiga en todos los engaños pseudocientíficos es una contradicción absoluta.

Claro, por eso el gran miedo es que esas encuestas se vuelvan contra nosotros y los ciudadanos empiecen a hablar de las patrañas científicas. Alguien puede pensar "me he comprado esta crema que me iba a regenerar el ADN y al final era una tontería". Al final el propio consumidor se pone en contra de la ciencia, en lugar de en contra de las empresas que lo hacen mal.

¿Has tenido algún problema legal con el libro?

Con empresas ni uno. Está revisado por abogados antes de salir. Sí que ha habido medios de comunicación que me han dicho empresas que no puedo citar y eventos donde no he estado porque había patrocinadores que cito en el libro. También ha habido empresas que han llamado a mi puerta y me han ofrecido dinero por hablar periódicamente bien de ellas.

O sea, te han intentado comprar.

Y he dicho que no, por supuesto. Pero la situación es complicada. Si llaman a tu puerta y dices que sí, te has vendido. Si dices que no, como he dicho siempre, te has ganado un enemigo.

Para terminar, ¿algún consejo para el consumidor que vaya con menos tiempo que tú al supermercado?

Que huyan de los productos SIN y los que se basan en el miedo. Si no eres celíaco, no compres sin gluten, no compres cosas sin aditivos o sin conservantes, huye de aquellos productos que abusen de palabras científicas en su publicidad, porque vas a gastar más y vas a tener un menor efecto. Sencillamente: no te compliques la vida.

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