A poco que haya visto usted documentales en La 2, aunque sea entre sueño y sueño, le sonará la escena de la migración anual de ñus en la reserva natural de Masái Mara. Cada año, más de un millón de estos animales cruzan el río Mara en busca de pastos frescos protagonizando una de los espectáculos más sobrecogedores de la naturaleza. Una de las escenas más famosas es la que se produce a menudo cuando los ñus se agolpan por llegar a la otra orilla y algunos mueren ahogados o devorados entre las fauces de los cocodrilos, ¿pero cuántos se dejan la vida en el intento y como impacta esto en el ecosistema?
Pese a lo que parece, no son los cocodrilos los que consumen la mayor parte de los cuerpos
El equipo de Amanda Subalusky ha echado la cuenta y publica los resultados este lunes en la revista PNAS. El trabajo, para el que han realizado cinco años de observaciones sobre el terreno y analizado una década de registros históricos, ofrece algunas sorpresas. La primera es que mueren alrededor de 6.200 ñus cada año en el río, es decir, unos 1.100 toneladas de biomasa equivalente a la de diez enormes ballenas azules que alguien arrojara periódicamente a sus aguas. La segunda es que los cocodrilos apenas consumen una pequeña parte de todo este alimento y son las demás criaturas del río las que se dan un auténtico festín de carne durante meses.
“El río Mara se cruza en el camino de una de las mayores migraciones terrestres del planeta”, asegura Subalusky. “Durante el pico de la migración, los ñus cruzan el río varias veces, lo que resulta a veces en el ahogamiento de cientos de ellos. Nuestro estudio es el primero en cuantificar estos ahogamientos en masa y cómo impactan en la vida del río”. Los datos indican que entre 2011 y 2015 los ahogamientos masivos se produjeron todos los años menos dos y que la carne de los ñus compone entre el 35 y 50 por ciento de la dieta de sus peces más comunes. Los carroñeros terrestres más frecuentes son el marabú y los buitres, que consumen alrededor del 6 y el 9 por ciento de los tejidos blandos. Debido a sus baja tasa metabólica, los cocodrilos apenas devoran un 2 por ciento de los cuerpos que quedan en el río.
Durante años, los huesos siguen proporcionando fósforo al río
“Esta aportación dramática distribuye nitrógeno al terreno, además de fósforo y carbono a la red alimenticia del río”, asegura Emma Rosi, coautora del estudio. “Primero los peces y los carrroñeros devoran los tejidos blandos, después los huesos de los ñus van soltando lentamente sus nutrientes al sistema, alimentando a las algas e influyendo en la cadena alimenticia durante décadas”. Los autores han analizado los isótopos presentes en la carne de ñu y analizado su presencia en los distintos animales de la cadena, además de monitorizar con cámaras sus comportamientos.
Un aspecto interesante son los distintos ritmos a los que se descomponen los cuerpos de los ñus y son devorados. Las partes blandas duran entre dos y diez semanas en el ecosistemas, mientras que los huesos pueden estar presentes hasta siete años y se convierten en fuentes de fósforo a largo plazo. “Los ahogamientos masivos presentan una estampa impactante”, resume Rosi. “La presencia de la carne putrefacta de animales dispara la presencia de nutrientes en el ecosistema, pero una vez que el cadáver desaparece, los huesos - que constituyen casi la mitad de la biomasa - siguen alimentando el río”.
Lo que estamos viendo, dice Subalusky, es como una ventana hacia el pasado
“El río Mara es uno de los últimos lugares de la Tierra en los que aún podemos estudiar cómo el ahogamiento de grandes animales migratorios influye en los ecosistemas acuáticos”, añade David Post, coautor del estudio. “Muchas manadas migratorias, como las de bisontes, las cuaga y las gacelas de El Cabo han sido extinguidas o reducidas a poblaciones pequeñas”. “Lo que está pasando”, añade Subalusky, “es una ventana hacia el pasado, cuando los grandes rebaños migratorios eran libres de deambular por el paisaje, y los ahogamientos seguramente jugaron un papel importante en los ríos de todo el mundo”.
Referencia: Annual mass drownings of the Serengeti wildebeest migration influence nutrient cycling and storage in the Mara River (PNAS)
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