Algunos de los tesoros de la biodiversidad se ocultan en los lugares más remotos del planeta y otros llevan más de 200 años a la vista de todos, sin que los más insignes naturalistas reparen en su existencia. Es el caso de la nueva especie de nenúfar gigante descubierta por el botánico Carlos Magdalena, quien trabaja desde hace años como horticultor en los Jardines de Kew, especializado en este tipo de plantas. Después de casi dos décadas de viajes y pesquisas, el investigador español confirma con pruebas sólidas que su intuición cuando vio una imagen de la planta por primera vez en 2006 era correcta y se trataba de una especie diferente.
El descubrimiento se publica este lunes en la revista Frontiers in Plant Science, en un trabajo en el que Magdalena y un equipo internacional de investigadores describen una nueva especie de nenúfares del género Victoria a la que han bautizado como Victoria boliviana. La planta se une ahora a las otras dos especies de nenúfar gigante (V. amazonica y V. cruziana) con las que ha sido sistemáticamente confundida desde el primer registro realizado por Thaddeus Haenke en 1801.
Esta nueva especie de nenúfar también tiene la particularidad de ser la más grande del mundo, con hojas de hasta 3,20 metros de diámetro, y de que estaba en los archivos de varios jardines botánicos, invisible para los propios expertos y siempre mal etiquetada.
“Me ha costado casi dos décadas convencer al resto de colegas de que algo no encajaba”
“La han visto prácticamente todos los grandes de la botánica y estaba en los archivos de varios herbarios históricos, pero nadie se había dado cuenta de la existencia de este elefante en la habitación”, explica Magdalena a Vozpópuli. “Me ha costado casi dos décadas de quebraderos de cabeza convencer al resto de colegas de que algo no encajaba”.
Una foto, una aventura
La historia de este descubrimiento comienza con una consulta a través de internet en 2006. A Magdalena y otros investigadores les llega un artículo sobre los enormes nenúfares que crecen en el estanque de un complejo de ocio en Bolivia llamado La Rinconada- Ecoparque. Entre los especialistas que comentan el artículo hay quienes apuestan por Victoria amazonica y los que creen que se trata de V. cruciana o un híbrido, pero el ojo clínico de Magdalena le dice que hay algo diferente. “Yo cultivo las dos aquí en Kew, además del híbrido, y automáticamente esto llama mi atención”, recuerda.
Lo que sigue es la historia de una obsesión. Magdalena compara centenares de imágenes de otros nenúfares a través de internet e incluso rastrea desde Google Maps y localiza poblaciones de esta planta en la zona del río Mamoré donde el dueño del restaurante, Tonchi Ribero, dice haber tomado las semillas para su estanque. En 2016 el investigador de origen asturiano aprovecha un viaje a Bolivia para acercarse a La Rinconada y ver las plantas en persona. Consigue entonces que el Jardín Botánico de Santa Cruz mande semillas a Kew para cultivarlas en las mismas condiciones que las otras plantas y hacer un análisis comparativo. Y la sospecha es cada vez más creciente.
En 2018, en un viaje relámpago en el que apenas duerme, Magdalena logra llegar en avioneta hasta el lugar de la región de los Llanos de Mojos donde crecen originalmente las plantas y entonces no tiene duda. “En cuanto aterricé y las vi en el lago, dije ¡bingo!”, recuerda. “De pronto fui consciente de que el mundo no se había dado cuenta de que existe una tercera especie de Victoria. ¿Cómo es posible que una joya de la botánica y la ciencia haya pasado desapercibida?”, se preguntaba.
Combado hacia dentro
Gracias a su persistencia, un equipo de botánicos y genetistas internacionales, junto a especialistas locales de Bolivia, se unieron a sus esfuerzos e hicieron el análisis biomolecular de las tres plantas que ahora se publica en el artículo que confirma el hallazgo. Además de la genética, recalcan los investigadores, la identificación de la especie se asienta en la historia de su clasificación, la biogeografía y las diferencias en la morfología: presenta diferencias claras en la forma y tamaño de la semilla y en el borde la inmensa hoja, que crece combado hacia dentro.
“Siempre se parte de un sentimiento, a ti te parece que algo es nuevo, pero de ahí a probarlo hay un trecho”, explica Magdalena en conversación desde Londres. “Con un montón de paciencia, con un montón de revisión de todos los especímenes de herbario y el análisis molecular, fuimos capaces de pintar una idea de la taxonomía de este nenúfar”. Además de la perseverancia, reconoce el investigador, la existencia de herramientas para compartir información desde cualquier rincón del planeta ha sido clave para revisar lo que pasó desapercibido. "Haenke o Bonpland no tenían internet", señala.
Un nenúfar que se “independizó”
Los resultados genéticos indican que la nueva especie es más cercana a V. cruziana, de la que se separó hace un millón de años y la que hoy en día queda más lejos de la población que crece en Bolivia (a unos 1.500 km hacia el sur). Paradójicamente, la especie V. amazonica, que se encuentra en una cuenca mucho más cercana, a unos 120 km, está más separada filogenéticamente, por unos 8 millones de años de evolución, lo que apunta a que hubo una separación en alguno de los muchos cambios geológicos e hídricos que experimentó el continente americano.
“Tener estos nuevos datos para Victoria e identificar una nueva especie en el género es un logro increíble en botánica”
"Una vez que generamos las secuencias de ADN, nuestro siguiente desafío fue el análisis de estos datos, dado que el genoma de Victoria ha sido poco estudiado hasta el momento y es más grande que el de cualquier otro nenúfar”, explica en una nota de los Jardines de Kew Natalia Przelomska, líder del estudio genético de la planta. “Descubrir a través del ADN que un grupo de plantas que tiene tan pocas especies y que se cree que se originó a mediados del Paleógeno (hace ~40 millones de años) todavía se está especiando hace tan solo un millón de años ¡es extraordinario!”, añade Oscar A. Pérez-Escobar, coautor del trabajo.
Una puerta a nuevos secretos
“Tener estos nuevos datos para Victoria e identificar una nueva especie en el género es un logro increíble en botánica”, asegura el investigador Alex Monro, de los jardines de Kew. “Ha sido muy especial trabajar en este documento porque reúne experiencia de muchos campos diferentes: horticultura, ciencia y arte botánico, y ha implicado trabajar en estrecha colaboración con nuestros socios bolivianos”.
“Si no habíamos visto un nenúfar que se ve desde el espacio, ¿qué otras cosas pueden estar esperando?”
Los investigadores recalcan que identificar y documentar adecuadamente la diversidad de plantas es crucial para protegerlas y beneficiarse de ellas de manera sostenible. “No puedes proteger nada si no sabes que existe”, subraya Carlos Magdalena quien, tras el gran éxito del libro “El mesías de las plantas” (Debate, 2018), se plantea relatar ahora su maravillosa aventura en busca de esta especie de nenúfares gigantes.
A juicio de Magdalena, este será el primero de una serie de descubrimientos, porque la descripción de esta nueva especie les ha obligado a reconsiderar la taxonomía de los propios nenúfares gigantes y entenderlos mucho mejor. “Una cosa que demuestra este descubrimiento”, plantea, “es que si no nos hemos dado cuenta de que existe un nenúfar con hojas de tres metros que tú puedes ver desde el espacio, ¿qué otras cosas pueden estar ahí, esperando, debajo de una piedra?". "Es alucinante que, con un clásico de la botánica como es Victoria, en 2022 estemos todavía empezando a rascar la superficie”, sentencia.
Referencia: Revised Species Delimitation in the Giant Water Lily Genus Victoria (Nymphaeaceae) Confirms a New Species and Has Implications for Its Conservation (Frontiers in Plant Science)
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