La primera impresión que se llevan los lugareños cuando ven llegar a Stephen Sumner con su bicicleta cargada de espejos es que se trata de un extranjero excéntrico. Este fornido canadiense de 53 años recorre la región de Battambang, en el noroeste de Camboya, y utiliza los espejos para calmar el dolor de las personas a las que han amputado alguno de sus miembros. Tras una guerra civil de treinta años, esta zona del mundo es una de las más castigadas por las minas antipersona. Se calcula que desde 1979 a 2011 las minas que quedaron sin explotar han matado a 20.000 camboyanos y herido a más de 44.000.
Estamos en la aldea de Spean Tomneap y el periodista Srinath Perur relata en un reportaje para Mosaic una de las mañanas típicas de Stephen. El viajero habla con Ven Phath, un camboyano padre de cinco hijos que perdió la pierna por encima de la rodilla tras pisar una mina en 1983. El hombre todavía siente la pierna fantasma y en ocasiones este miembro invisible le causa horribles dolores. Stephen le ofrece un pequeño espejo alargado y le enseña a utilizarlo. "Míralo, muévelo, imagina", le dice. Durante unos minutos, el hombre mira el reflejo de su pierna real en el lugar en el que se encuentra su miembro fantasma y, como si fuera un truco de magia, al cabo de un rato se encuentra mejor y deja de dolerle. "Si haces esto dos veces al día, unos diez minutos y durante cinco semanas, el dolor desaparecerá", le dice Stephen.
Sumner posa con su bicicleta y los espejos (Meandmymirror.org)
"Todo estaba bien, pero mi pierna, que no estaba allí, me estaba matando"
Stephen Sumner perdió la pierna hace más de una década en un accidente de moto, cuando un coche chocó contra él. Estuvo en coma varios días y cuando despertó su pierna no estaba allí, pero sufría un dolor espantoso más allá del muñón, en un miembro imaginario. "Todo estaba bien", relata el canadiense, "pero mi pierna, que no estaba allí, me estaba matando". Este dolor de miembro fantasma es una sensación casi universal entre las personas amputadas y en los casos más graves alcanza niveles insoportables. Durante muchos años este tipo de dolores se consideraron de tipo psicosomático, pero en los años 90 un neurocientífico de la Universidad de California, San Diego, el doctor V.S. Ramachandran encontró que el origen del trastorno podía tener que ver con en el mapa motor del cerebro, lo que le llevó a desarrollar una curiosa solución.
Aplicando el tratamiento de la caja espejo a una mujer camboyana (Meandmymirror.org)
Lo que veía Ramachandran en sus pacientes amputados era que el área somatosensorial de sus cerebros, donde cada parte del cuerpo tiene su lugar, presentaba algunas anomalías. Algunas personas, por ejemplo, sentían que les estaban tocando la mano amputada cuando les tocaban una zona de la cara, cuya representación estaba en una zona adyacente de la corteza. Haciendo distintos experimentos se preguntó si el 'feedback' visual podría aliviar el dolor de estas personas y diseñó un sencillo mecanismo que mediante un espejo permitía a los pacientes ver una pierna en el lugar donde estaba el miembro fantasma. Al cabo de varias sesiones, una buena parte de los voluntarios sentía una mejora espectacular, como si el cerebro hubiera necesitado hacer un clic para recomponer su mapa sensomotor.
La caja espejo hace que el paciente vea una pierna en el lugar donde estaba el miembro fantasma.
Aunque el proceso no acaba de ser comprendido - existe una discusión entre los que sostienen que el origen está en el cerebro y los que dicen que está en las terminaciones nerviosas del miembro amputado - el sistema de la caja con espejo está bastante aceptado y se aplica en muchos lugares. Después de varios años conviviendo con el dolor fantasma, y tratando de combatirlo con fisioterapia y pastillas, Stephen decidió darle una oportunidad al método de Ramachandran y probarlo. Y a los cinco minutos de la primera prueba, como describe Perur en su reportaje, el dolor había desaparecido.
Engañar al comandante
La idea de salir a divulgar la terapia del espejo entre otros amputados se le ocurrió a Stephen en otoño de 2010 en su apartamento de Vancouver. Y eligió Camboya porque era el lugar con más amputados que se le ocurría. En su último viaje ha entregado más de 600 espejos a personas mutiladas, y éste es la tercera vez que viene a la zona. Son modelos pequeños y transportables, diseñados por el mismo en dos tamaños diferentes, uno para amputados de brazos y otro para las piernas. Cuando tiene que explicar en qué consiste la terapia, utiliza un ejemplo bélico que los habitantes locales entienden fácilmente. "Tenéis un comandante que controla el cuerpo", dice señalándose el cerebro. "El comandante tiene un mapa del cuerpo. Cuando el mapa no coincide con el cuerpo, el comandante se asusta y tú sientes dolor. Este espejo es para engañar al comandante y hacerle pensar que la pierna todavía existe, así que deja de asustarse y el dolor desaparece".
Una sesión multitudinaria de entrenamiento (Meandmymirror.org)
En su último viaje Stephen ha entregado más de 600 espejos a personas mutiladas
El plan de Stephen consiste en recorrer aldeas, hospitales y centros de rehabilitación buscando a personas que hayan sido víctimas de las minas. Recibe la ayuda del jesuita español Enrique Figaredo Alvargonzalez, a quien algunos han bautizado como el "obispo de las sillas de ruedas" por su labor humanitaria con los mutilados. A veces da charlas a grupos, y les enseña cómo deben usar el espejo para poder mejorar y hacer desaparecer los dolores. Uno de los días más emocionantes, recuerda, fue el que vivió en marzo de 2012 en la aldea de Samlout. Estaba explicando el sistema a un amputado y entonces: "miré detrás de mí y había mutilados viniendo de todas las direcciones". Calcula que trató a 30 personas en aquel día memorable, casi todos ex combatientes de los jemeres rojos.
https://youtube.com/watch?v=hIqVR9epGeI%3Frel%3D0
El periodista Srinath Perur acompaña a Stephen a uno de los talleres de rehabilitación en una aldea cerca de Samlout. Aquí trabajan muchas personas que han perdido algún miembro, fabricando prótesis y sillas de ruedas. Entre los presentes hay unas siete u ocho de las personas que han sido tratadas previamente por Stephen, que comentan su experiencia tras probar la terapia de los espejos. A uno le ha desparecido el dolor del pie fantasma y otro relata que ya no presiente cuando se acerca una tormenta. "¿A cuántos de vosotros os ha desaparecido el dolor?", pregunta el canadiense. Casi todos levantan la mano, lo que arranca un aplauso de la gente que los acompaña.
“No parece científico porque es demasiado simple”
Stephen está convencido de que a algunos el método de la caja espejo no les parece científico porque es demasiado simple. "Yo soy un amputado por encima de la rodilla y me curé a mí mismo con el espejo", dice. "Desafío a cualquiera con una bata blanca que nunca ha sentido este dolor a que me diga lo contrario". También cree que el sistema no está recibiendo el apoyo suficiente porque no hay manera de ganar mucho dinero con él. De momento, y gracias a trabajos temporales, consigue dinero para venir periódicamente a Camboya, pero está cansado y no sabe cuánto tiempo podrá seguir haciendo esta labor con los mutilados. Una noche, mientras charla con el reportero, se le escapan algunas expresiones de frustración. "No puedo creer que nadie más esté haciendo esto", le confiesa. "Es muy efectivo. Pensé que habría miles de personas repartiendo espejos por ahí, pero no... ¿Qué es lo que le pasa a la gente?"
* Este artículo es un resumen del reportaje de Srinath Perur en Mosaic, publicado con licencia de libre distribución Creative Commons. Para leer el reportaje original pincha en “The mirror man” (Mosaic). Para conocer más detalles pincha en la web oficial de Stephen Sumner, a donde pertenecen las imágenes: Meandmymirror.org
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