La imagen comenzó a hacerse viral el pasado domingo (haz clic para ver completa), cuando el profesor de psicología Akiyoshi Kitaoka la puso en su muro de Facebook. En apenas unas horas la ilusión ha sido compartida por decenas de miles de personas que intentan comprender por qué sus ojos ven unas veces unos puntos y otras veces otros, pero nunca todos a la vez.
El efecto se llama "ilusión de Extinción de Ninio", en honor del científico francés Jacques Ninio y consiste en una rejilla con una serie de doce puntos dispuestos en determinadas intersecciones sobre líneas grises. ¿Qué es lo que está haciendo nuestro ojo en este caso para procesar la información de una manera tan rara? Empecemos por descartar cosas. La ilusión recuerda vagamente a otros efectos de rejilla, en los que los puntos no están pintados pero los percibimos de manera casi 'mágica' por un proceso llamado inhibición lateral. Pero no es éste el caso, si te fijas en los puntos, en esta imagen están claramente perfilados, y es por eso que siempre se ven en determinadas posiciones y no en todas las intersecciones de la rejilla.
Las siguientes claves nos las da Luis Martínez Otero, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante y una de las mayores autoridades en materia de percepción y visión. "Es clave el hecho de que los puntos sean negros rodeados de blanco", explica a Next. "Si fueran solo negros o solo blancos no pasaría nada". ¿Por qué es importante este matiz? Porque esa mezcla precisa de color es la que hace que los fotorreceptores de la periferia, con campos receptores más pequeños, se hagan un pequeño lío, dividan entre blanco y negro y manden al cerebro la señal de que están viendo un objeto gris. Y como la línea sobre la que están es de ese mismo color, el 'truco' hace a los puntos desaparecer.
Pero vayamos con los matices, que son mucho más interesantes. El efecto recuerda a la ilusión visual de la rejilla organizada y desorganizada del investigador japonés Ryota Kanai. Mira la siguiente imagen y dirige tu mirada al centro. Como ves, en los laterales la rejilla está rota, pero si tienes paciencia y miras fijamente al centro unos segundos de pronto toda la rejilla parecerá estar bien. (Conviene ver en grande)
Lo que está sucediendo en esa imagen es algo parecido a lo que sucede en la ilusión de Ninio que nos ocupa hoy y que tiene desconcertado a medio internet. Las células receptoras de la periferia transmiten la información de lo que tienen a los lados, pero esta información es más difusa y parcial y el cerebro termina tirando por la calle de en medio. "Ah, se dice, pues esto que no veo muy bien debe ser todo igual".
Y ahora vamos a la explicación anatómica de lo que sucede. En nuestra retina hay una zona de mayor definición visual llamada fóvea, donde se concentran la mayoría de receptores al color. Si estiras un brazo y miras fijamente un dedo de tu mano, comprueba que solo ves con nitidez un espacio muy pequeño, equivalente al tamaño de una uña. Esa es la parte que percibe la fóvea y en la de verdad vemos con gran definición. Para compensar y que no se genere una especie de efecto túnel cuando miramos la realidad, el ojo no deja de moverse (movimientos sacádicos) y nuestro cerebro se ocupa de generar la ilusión de continuidad (véase el siguiente vídeo para más información).
Ahora que ya sabemos cómo funciona la fóvea parece claro que algo tiene que ver en nuestra forma de ver la ilusión de los doce puntos. Pero no hemos llegado al meollo del asunto. Las células fotorreceptoras de la periferia no son, a grandes rasgos, diferentes de las de la fóvea. La diferencia que nos interesa se produce en un segundo nivel anatómico de la retina, en una segunda capa situada bajo los receptores y formada por las llamadas células ganglionares. Estas células reciben la información de los receptores y la canalizan para que llegue al cerebro. Y aquí viene la diferencia: en la zona de la fóvea, cada receptor tiene una célula ganglionar a su disposición, en una correspondencia de 1:1. En la zona de la periferia, en cambio, la correspondencia puede ser 1: 100, es decir, que hay una célula ganglionar por cada 100 receptoras, con lo cual la información que trasmiten al cerebro es necesariamente más tosca y menos afinada.
Trasladado a términos científicos, nos explica Martínez Otero, esto significa que los campos receptores de la periferia son muy grandes, mientras que los de la fóvea son muy pequeñitos, lo que se traduce en mayor resolución. "En transiciones de luminancia con una escala espacial muy pequeña - como estos puntos negros rodeados de una fina línea blanca - la célula de la fóvea puede detectar el objeto, pero la célula de la periferia no puede detectar- mientras la luminancia media sea la misma". Cuando estas células, que tocan a menos 'embudos' ganglionares por cabeza, se encuentran con un punto en el que el color cambia en una escala muy pequeña, no resuelven el detalle y la información que mandan es que el objeto es gris y por tanto igual a la línea en la que están superpuestos. "La reorganización se produce en una escala demasiado pequeña para ellas y asumen que es todo continuo", resume el especialista. "Y por eso, si pusiéramos puntos completamente negros o con algún color que tenga luminancia podrías ver más puntos, aunque es muy difícil que vieras los doce a la vez".
La misma ilusión, con los puntos en negro. ¿Cuántos ves ahora?
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