Nuestra capacidad para distinguir un grito humano incluso en el entorno más ruidoso es ampliamente conocida por los científicos, lo que hace diferente esta señal y la manera en que nuestro cerebro lo procesa es un asunto del que aún se conoce muy poco. El equipo de David Poeppel y Luc Arnal ha realizado una seie de experimentos para analizar las características de los gritos en los que utilizaron sonidos extraídos de películas, vídeos de Youtube y grabaciones de voluntarios. Al monitorizar la respuesta de las neuronas de la corteza auditiva del cerebro, lo que vieron los autores del trabajo es que este sonido activa una señal diferente al resto en un rango que ni siquiera habían considerado importante para la comunicación.
"Los gritos ocupan un espacio reservado del espectro auditivo".
El trabajo, publicado en la revista Current Biology, muestra la diferencia en los patrones de sonidos de gritos humanos y otros sonidos neutros y la respuesta en el cerebro de los voluntarios. Los investigadores han comprobado también que transformando las características de un audio neutro se puede convertir en algo inquietante. "Hemos descubierto que los gritos ocupan un espacio reservado del espectro auditivo, pero queríamos probar una gran variedad de sonidos para comprobar que esta zona es exclusiva de los gritos", explica Poeppel. "En una serie de experimentos vimos que este hallazgo seguía siendo válido cuando comparábamos los gritos con el sonido de gente hablando o cantando, incluso en diferentes idiomas".
La única excepción que han encontrado es la del sonido de las alarmas (de coches o de hogar) que sí activa el mismo rango que los gritos humanos, aunque de manera un poco diferente. La clave está en lo rápido que un sonido cambia de volumen, una propiedad que los científicos han bautizado como "aspereza". Un discurso neutro tiene patrones estables entre los 4 y los 5 Hz, pero los gritos pueden cambiar muy rápido de frecuencias entre 30 a 150 Hz. Cuando más "aspereza" tiene un sonido, más aterrador resulta para quien lo escucha y mayor actividad despierta en la amígdala, un núcleo muy importante en el circuito del miedo.
Los autores aseguran que esta propiedad de los gritos ya había sido descubierta por los ingenieros mediante ensayo y error, pero se carecía de un conocimiento experimental y teórico del fenómeno. Sobre la posible utilidad, Arnal considera que "estos descubrimientos sugieren que el diseño de las señales de alarma puede ser mejorado" y que añadir "aspereza" a los sonidos de alarma puede mejorar su funcionamiento.
Referencia: Human Screams Occupy a Privileged Niche in the Communication Soundscape (Current Biology) | Imagen: Claus Rebler (Flickr, CC)
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